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Ley Nacara ejemplo de unidad

Hace 27 años fue aprobada la Ley Nacara, que benefició enormemente a miles de ciudadanos refugiados, exiliados y otros que desde diversas procedencias migratorias llegaron acá a Miami, huyendo de sus países ya sea por la devastación de la guerra, por buscar mejores oportunidades de vida, pero sobre todo por causas de desestabilización social que no les permitía llevar una vida estable, con felicidad familiar y estabilidad social. 

De esta iniciativa, que fue un logro sin precedentes para trabajar y lograr la residencia y ciudadanía, lo que me hace escribir sobre ella es que por muchas diferencias que se dieron entre sus miembros, fue posible ser aprobada por la unidad de nicaragüenses a lo interno de sus organizaciones, pero también de otras comunidades, sobre todo de El Salvador, Honduras y Puerto Rico,  ejemplo que debemos seguir para facilitar nuestro porvenir en libertad y democracia.

Incluso, esta iniciativa migratoria cuyo nombre legal es “Ley de Ajuste Nicaragüense y de Alivio Centroamericano Nacara”, fue también aprovechada por personas que emigraron de lo que hoy es la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), gentes como nuestros hermanos latinoamericanos que huyeron del caos, del hambre y la represión que causaron los partidos comunistas durante buena parte del siglo pasado, lo que viene a demostrar que en gran medida fue también una disposición legal casi global por la cantidad de emigrantes de diversos países y continentes.

En efecto, esa ley sirvió a miles y miles de personas que hoy día son ciudadanos estadounidenses, quienes ya heredaron generaciones posteriores de hijos que nacieron en este país y que son parte de la gran diáspora mundial que ha arribado a Estados Unidos de América, para trabajar y engrandecer aún más a esta gran nación, a la que, gracias a su hospitalidad y sentido de humanidad llegan aun con tantas leyes posteriores que frenan la migración.

En realidad siguen llegando a diario cubanos, hondureños, venezolanos, bolivianos, guatemaltecos y sobre todo nicaragüenses, nuestros hermanos que a diario huyen como sea, sin papeles, sin dinero, exponiendo sus vidas al peligro y la zozobra de caer en manos de narcos en los distintos puntos fronterizos mexicanos. Los testimonios de estos casos están siempre a la orden del día, con tantas noticias revelando extremadas tragedias humanas en el pase del río Bravo, a manos de los coyotes, o de la Policía, siendo expuestos a cualquier hecho trágico, todo para alcanzar llegar acá y poder aspirar a una vida digna, poder trabajar y ayudar enviando remesas a sus familias.

Nicaragua vive realmente una convulsa situación social, un trauma diario para toda la ciudadanía que vive amordazada, sin poder expresarse libremente, con presos políticos en medio de sus angustias y la de sus familiares, con una economía maquillada por la propaganda oficial de que todo está bien y bonito, pero que en realidad, nada de eso es cierto, a diario la inflación crece, la migración forzada avanza sin precedentes y el deterioro social y el clima laboral empieza a ser más caótico. Incluso, Estados Unidos redujo la cuota de azúcar de 2022, afectando no solo a sectores empresariales locales como al grupo Pellas, sino también a inversionistas de Colombia y Guatemala. La situación crece aún más también a nivel regional.

Es por eso que debemos seguir impulsando proyectos de iniciativas que nos unan más allá de las diferencias, la Ley Nacara nos lo está diciendo pues desde 1995 cambió el nivel de vida de mucha gente, y de eso se trata con las causas buenas. Por eso es importante que recordemos esa fecha y que nos honremos en celebrar los aportes de tantos hermanos nicaragüenses que trabajaron en esa iniciativa, como Miguel Montalván, Cristóbal Mendoza (q.e.p.d.), Nora Sándigo, Henry Benavides y Edgard Macías (este inclusive, tiene publicado un libro valioso para el registro de nuestra historia contemporánea). Otros nombres se me escapan. Es más, me decía un amigo recientemente que hubo contradicciones entre congresistas y senadores tanto demócratas como republicanos, así como también diferencias que nunca faltan entre los propios centroamericanos. Pero lo importante fue la unidad de todos frente a las más altas autoridades de este país, lo que hizo posible su aprobación.

El pasado domingo 24 de abril asistí a una actividad importante llamada “Jornada de Ciudadanía”, para apoyar a personas en proceso de documentación con abogados y expertos en migración, en la que entregué una placa de reconocimiento al congresista Lincoln Díaz-Balart (quien por cierto avala mi candidatura), por su incuestionable apoyo a la causa de los más de 220 mil nicaragüenses beneficiados por esta Ley, la cual dicho sea de paso concluye en el 2000 para los cubanos y nicaragüenses. 

Ahora, de cara a las nuevas adversidades que nos impone el castrocomunismo y el Socialismo del Siglo XXI del cual el régimen de Ortega es miembro, hace falta otra ley para apoyar a nuestros hermanos migrantes, pero también para salir de la oprobiosa dictadura, lo cual lograremos si somos capaces de alcanzar la unidad. 

La autora es empresaria, abogada y escritora. Estadounidense de origen nicaragüense, actualmente aspira al cargo de Comisionada por el Circuito 12 del Condado de Miami.

Opinión Ley Nacara Migración migrantes Nicaragua archivo
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