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¿Otro traidor?

“Si no estás conmigo estás contra mí” (dicho por alguno desde la antigüedad).

Esa frase, quien quiera que la haya formulado, es una sentencia de muerte porque va contra la vida, la cooperación, la armonía, el equilibrio social, el desarrollo de las personas y la libertad. Esa frase esconde miedo, inseguridad, imposición, conflicto y el sometimiento de algunos. No permite la autorrealización, el aprendizaje, el cambio. Solo crea fronteras y distanciamiento, expresa juicios, soberbia, egoísmo y una visión distorsionada de la condición humana. Promueve odio, desigualdad y caos. Hoy estamos en un mundo del A o B, del blanco o negro, un mundo de resta y no de suma (Tomado de un sitio web de acceso público).

Esa frase podría igualmente provenir de la intolerancia de los tiranos que no admiten la crítica, menos la oposición a su régimen. Sería desestabilizador para ellos y su sucesión en el poder. La oposición debe ser desarticulada por cualquier medio y con cualquier mentira. ¿No ha sido así desde siempre, incluso desde que alguno dijo “mi reino no es de este mundo” y lo clavaron en una cruz? 

En los tiempos de Jesús en Jerusalén, los antimotines romanos lo persiguieron con el beneplácito de los mismos judíos del Sanedrín, los de la preservación de su poder local y sus privilegios desde el regreso del cautiverio en Babilonia. Se trataba de mantener el statu quo colaborando con la Rusia y la China del momento. Pactaron para impedir el cambio que eventualmente no pudieron evitar. El cordero sacrificado fue un inocente predicador de una vida mejor y de la salvación eterna, predicación que le llegaba a una sociedad anclada en un pasado de rituales sin sentido y en la hipocresía; y tanto los del Sanedrín como los romanos lo hicieron crucificar por el temor a la primavera de abril, mayo y junio.

En aquella época a Jesús no lo podían acusar de crimen organizado, de narcotraficante, lavador de activos, terrorista, golpista, traficante de armas, de difundir noticias falsas o de ser proliferador de armas de destrucción masiva. Fue otro quien ya había hecho esto último según el mito, lo de las armas de destrucción masiva digo. Nos creó, nos ahogó con un diluvio universal (menos a una familia) y siglos después envió misiles nucleares contra prósperas ciudades porque adoraban a otros dioses. Jesús por otro lado solo hacía y predicaba el bien. Me rehúso a pensar que a él se le pueda atribuir la nefasta frase ya indicada. 

Fueron los persas quienes liberaron a los hebreos del cautiverio en Babilonia para que regresaran a Judea a reconstruir su templo, y para ser aliados frente a las potencias circundantes. Geopolítica le llaman los entendidos. Hoy los persas modernos y los israelíes son enemigos acérrimos porque los persas tienen a Israel como una pieza desestabilizadora de los Estados Unidos en un lugar lejano geográfica y culturalmente. Es por el petróleo por supuesto mientras sea requerido por los Estados Unidos, aunque ahora menos por su autosuficiencia relativa. Aun así hoy le besan los pies a Nicolás por el petróleo venezolano. El enemigo por ahora es Vladímir Putin el ruso y Xi Jinping el chino, pero Rusia quedará muy debilitada después de la guerra insensata contra Ucrania. Seguramente no representará por años por venir un peligro para el resto de Europa a pesar de las bravuconadas de Putin, el genocida aliado de los genocidas tropicales. ¿Putin cayó en una trampa por soberbio?  

En el medio siglo que duró el cautiverio en Babilonia más de quinientos años antes de Jesucristo, los rabinos del anterior Reino de Judá ordenaron la compilación de la tradición hebrea para la posteridad. Los escribas pusieron por tanto por escrito el Pentateuco (la Torá) basados en textos dispersos y en la tradición oral (el Talmud). Son los rabinos quienes interpretan los textos en las sinagogas y en las escuelas rabínicas, y quien se contrasta es expulsado del templo o del partido según el caso. 

Judas Iscariote, el discípulo de Jesús, es popularmente considerado un traidor porque una cierta noche lo entregó al Sanedrín, que reunido de emergencia como máximo tribunal religioso y judicial, fue juzgado. Jesús fue hallado culpable de blasfemia por aquello de dar a entender que era hijo de Dios, una blasfemia penada con la muerte según la ley mosaica, pena que no se podía ejecutar por ser competencia exclusiva del prefecto romano, en ese entonces Poncio Pilatos. Pilatos trató inútilmente de salvar a Jesús de las turbas pagadas por el Sanedrín, pero cedió ante las presiones para evitar, según los del Sanedrín, un mal mayor, una revuelta de los seguidores de Jesús con él a la cabeza. 

Judas Iscariote no fue un traidor. Solo cumplió con su papel en conformidad con el diseño de Jesús, y quizás de alguien más, así como no son traidores los que se disocian públicamente del régimen de aquí, ya sea por asuntos de conciencia o por evitar sanciones que conducen al ostracismo. 

Ya pasada la Semana Santa, con todo su simbolismo, y finalizando el mes de abril, vi en un cierto lugar de Managua a uno de los príncipes del régimen acompañado de guardaespaldas, portando radioteléfonos y seguramente armas de fuego ocultas.

Es el pánico pensé. El pánico de la mentira de pocos frente a la verdad de los demás. 

El autor es doctor en Derecho.

Opinión Jesús Judas traidor archivo
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