El Banco Mundial (BM) metió ayer tijera a todas las tasas de crecimiento proyectadas en enero pasado para las economías centroamericanas, luego que la región registrara en 2021 robustos números de expansión como efecto rebote tras el desplome el año anterior a consecuencia de la pandemia.
Los números muestran que Nicaragua y Costa Rica fueron las economías menos perjudicadas en el ajuste de las previsiones iniciales, pero la nueva proyección para el Producto Interno Bruto nicaragüense se aleja marcadamente de las expectativas que tienen las autoridades locales.
Según el Banco Mundial el PIB nicaragüense crecerá 2.9 por ciento este año, al igual que El Salvador, las dos tasas más bajas de la región. Esa proyección está por debajo de entre 4 y 5 por ciento que las autoridades del Banco Central de Nicaragua actualizó el mes pasado.
En enero pasado, el organismo multilateral se había mostrado ligeramente más optimista con una tasa de 3 por ciento para Nicaragua. En el caso de El Salvador era 4 por ciento y Costa Rica con 3.5 por ciento.
Panamá seguirá siendo el líder en materia de crecimiento este año. Luego de experimentar una tasa del 15.3 por ciento de expansión, el BM dice que este año la economía canalera se enfriará y crecerá solo 6.5 por ciento, una desaceleración mayor que el 7.8 por ciento que había observado en enero pasado.
En el caso de Guatemala su economía crecerá 3.4 por ciento, dice el organismo, tras recortarle cinco décimas desde 3.9 por ciento en enero pasado. En el 2021 se expandió 8 por ciento, la segunda tasa más baja en la región.
Por su parte, Honduras experimentará un aumento de su PIB de 3.1 por ciento por debajo del 4.4 por ciento pronosticado en enero. El año pasado creció 11.9 por ciento, la segunda tasa más alta detrás de Panamá.
Costa Rica crecerá 3.4 por ciento, luego un 7.6 por ciento el año pasado.
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Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, dijo: “Nos encontramos en un entorno mundial de gran incertidumbre, que podría impactar en la recuperación pospandemia. No obstante, a largo plazo los desafíos del cambio climático serán aún más apremiantes, lo que nos obliga a avanzar de forma urgente hacia una agenda de crecimiento más verde, más inclusiva y que eleve la productividad”.
El organismo, en ocasión de la publicación de su estudio Consolidar la recuperación: aprovechando las oportunidades del crecimiento verde, indicó que luego de un rebote de 6.9 por ciento en el 2021, se espera que la economía de América Latina y Caribe se expanda 2.3 por ciento este año y 2.2 por ciento en el 2023, logrando la mayoría de los países revertir las pérdidas de PIB que tuvieron lugar durante la crisis pandémica.
Advirtió que si bien la tasa es positiva, la misma se coloca “entre los más bajos del mundo en un momento en que la región enfrenta grandes incertidumbres, como la posible aparición de nuevas variantes del coronavirus, un aumento de la presión inflacionaria y la guerra en Europa, que amenaza la recuperación mundial”.
De hecho, la previsión de crecimiento regional fue revisada a la baja en 0.4 por ciento, tras la invasión rusa de Ucrania.
El BM ve con optimismo el hecho de que el proceso de vacunación se haya generalizado en la región, que las empresas estén contratando nuevamente y las escuelas hayan reabierto sus puertas. Pese a ello, advierte que las secuelas de la pandemia persistirán a largo plazo, por lo que los gobiernos deberán enfocar su atención en esa realidad.
El problema es que los niveles de pobreza se han elevado. En el 2021 este flagelo azotaba al 27.5 por ciento, por encima del 25.6 por ciento que había antes de la pandemia en el 2020. Lo que más inquieta es que “las pérdidas de aprendizaje podrían resultar en una reducción del 10 por ciento en los ingresos futuros de millones de jóvenes en edad escolar”.
“Para evitar el regreso de las bajas tasas de crecimiento de la década de 2010, los países de la región deben llevar a cabo una serie de reformas estructurales largamente postergadas y aprovechar las oportunidades que ofrece una economía mundial cada vez más verde”, insiste.
Las reformas que deben hacer los gobiernos deben estar enfocadas en apuntalar el crecimiento en infraestructura, educación e innovación, y las inversiones, las que “deben financiarse a través de un gasto más eficiente y mayores ingresos fiscales. Pero estas reformas tan necesarias deben responder a los grandes acontecimientos que están configurando la economía mundial, incluido el cambio climático”.
William Maloney, economista en jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, dijo que el hemisferio “disfruta de tremendas ventajas comparativas verdes, que le brindan la oportunidad de generar nuevas industrias y exportaciones. Tiene un enorme potencial en energías renovables, grandes reservas de litio y cobre —utilizados en tecnologías verdes— y un gran capital natural, todo ello cada vez más valorado en un mundo donde el calentamiento global y la seguridad energética pasan al centro de la escena”.