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Infografía/LA PRENSA

La historia de Mirna Ruiz y las secuelas de la covid-19 que no se van

A Mirna Ruiz le dio covid en mayo de 2020. Todavía sigue lidiando con las secuelas del virus que le afectó el hígado, los riñones y su sistema nervioso.

A Mirna Ruiz, de 62 años, le dio la covid-19 en mayo de 2020 durante la primera ola de la pandemia en Nicaragua. Casi dos años después sigue lidiando con las secuelas del virus que le afectó el hígado, los riñones y el sistema nervioso.

Doña Mirna no es la única, en el mundo hay muchas casos como el suyo, gente que se curó, pero que nunca terminó de recuperarse totalmente. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha asegurado que el covid puede tener hasta 200 secuelas y que incrementa el riesgo de problemas de salud a largo plazo que pueden ir desde la fatiga, dolores de cabeza hasta daños pulmonares, cardiovasculares y neurológicos. Puede haber afectaciones en el corazón, pulmones, cerebro y sistema nervioso.

“Yo miré la muerte, en la sala murieron unos tres pacientes, eso es bien duro porque uno espera entrar y salir (vivo), pero mentira otros no volvieron a salir, salieron pero en una caja”, cuenta.

Estuvo hospitalizada durante 15 días en el Hospital Alemán Nicaragüense, donde todos esos días necesitó oxígeno porque no podía respirar bien. También presentó problemas de coagulación. Al salir del hospital estuvo cuarenta días encerrada en un cuarto en su casa.

Su vida, confiesa, no volvió a ser la misma desde que le dio covid. Hasta 22 meses después de salir de la sala covid del Hospitl Alemán se atrevió a volver a la iglesia donde se congregaba. “No deseara que eso me volviera a pasar o le diera a ninguna persona, porque eso es terrible estar en el hospital”, dice.

Han pasado casi dos años y siempre siente temor de volver contagiarse. Antes “salía a todos lados” pero ahora prefiere quedarse encerrada en su casa. Además, mantiene una dieta y un control estricto de los medicamentos.

“Todavía tengo temor de que me pueda volver a dar si no me cuido, desde que me contagié dejé de ir a la iglesia, pero tengo un par de semanas de estar yendo, pero solo a la iglesia; tengo miedo de ir a otro lado. Antes mi vida era diferente, antes salía a todos lados, ahora no puedo estar saliendo”, dice.

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En mayo de 2020, durante la primera ola de covid en el país, el portón 2 del Hospital Alemán Nicaragüense se llenaba todas las mañanas con decenas de ciudadanos, queriendo saber el estado de su familiares. LA PRENSA/ARCHIVO/J. FLORES

Antes de enfermase de covid, doña Mirna no recurría tan seguido al doctor como actualmente lo hace. “Tengo el hígado desbaratado, tengo hígado graso pero con el covid pasó a tercer grado, problemas en los riñones, nervios, dolor en la espalda, en los huesos (…) Debo estar con medicamentos para el riñón, la presión y los nervios. Me salieron piedras en los riñones, los dientes se me aflojan por los nervios… Todo eso, dice el doctor, que es consecuencia del covid. Yo no tenía nada de eso, hasta ahora”, comenta.

Un doctor que labora en el sector privado y ha llevado de cerca el comportamiento de la pandemia en el país, explica que si bien el virus de base mutó en diferentes variantes, realmente no hay una diferencia en el tipo de secuelas.

“Lo que sucede que al haber menos casos graves, hay menos secuelas severas, como por ejemplo fibrosis pulmonar, infartos, eventos isquémicos, trombosis, que pueden surgir por efectos de los pacientes que son hospitalizados y que requieren tratamiento complicado y que están expuestos a una cantidad de complicaciones médicas. Las secuelas no son distintas, sino que al comportarse (el virus) de una manera más benigna, esta frecuencia de complicaciones disminuye de manera significativa”, explica el médico.

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El Conchita Palacios es uno de los dos centros autorizados para realizar el test del covid-19, pero este está dirigido solo a los viajeros. Los ciudadanos que necesiten confirmar el contagio deben recurrir a una prueba rápida, que se compra clandestinamente en línea. LA PRENSA/ARCHIVO/WILMER LÓPEZ

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La OPS dijo recientemente que Nicaragua ya ha logrado vacunar a más del 81 por ciento de su población con la primera dosis anticovid y alrededor del 60 por ciento de su población total con las dos dosis. LA PRENSA

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