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Navidad y comercio, consumismo y soberanía del consumidor

No es noticia que en el período de Navidad aumenta el consumo de la gente y se dinamiza el comercio.

Los comerciantes esperan ansiosos la llegada de esta temporada, cuando la masa monetaria circulante se multiplica y las ventas aumentan considerablemente. De esta manera ellos pueden recuperarse de las malas rachas, incluso incrementar sus ganancias y potenciar sus negocios.

En realidad, el comercio es un motor potente de la economía, cuyo crecimiento beneficia a toda la gente. Los economistas explican que el crecimiento económico depende del aumento en la productividad que a su vez resulta del aumento en el consumo interno y externo. Pero el sector comercial de la empresa privada de Nicaragua ha estado –y está– soportando un desmedido aumento de la carga tributaria directa y de impuestos al consumo de las personas en general.

Sin embargo, también se oyen en estos días exhortaciones a la gente, de parte de comunicadores sociales y políticos, para que se abstengan de consumir y en todo caso se limiten a lo indispensable. Llaman a evitar el consumismo, que es la “tendencia inmoderada a adquirir, gastar y consumir bienes, no siempre necesarios”.

Pero en la realidad y por lo general, la gente solo gasta lo que puede de acuerdo con sus ingresos. Por supuesto que hay quienes consumen de manera excesiva y se meten por eso en problemas de deudas e insolvencia, pero son una minoría.
Está bien que se llame a la moderación pero se debe respetar la autonomía de las personas, su derecho de comprar lo que quieran y puedan, así como escoger los comercios y a los comerciantes que les dé la gana.

Tan temprano como en el siglo 18, Adam Smith demostró que “el consumo es el único fin y propósito de toda la producción y (que) el bienestar del productor debería ser considerado solo en la medida en que sea necesario para atender el del consumidor.” Y más adelante, en el siglo pasado, el también economista inglés William Hutt creó el concepto de “soberanía del consumidor”, para explicar la importancia determinante que tienen las preferencias de los consumidores en la asignación de los recursos de una economía.

El consumidor es el mejor juez de su propio bienestar, aseguró Hutt. Y el sabio austríaco en economía, Ludwig von Mises, señaló que, “al igual que en el caso de un elector que escoge a sus gobernantes en un proceso electoral, el consumidor a partir de sus decisiones de consumo define qué empresa o qué servicio prevalecerá en el mercado.”

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