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Solos

Es proverbial que cuando hablamos de dictaduras no solo debemos referirnos a los días de exaltación y de grandeza, sino también a aquellos en que como consecuencia  de sus propios errores, los dictadores dan pábulo al refrán de que “quien mal anda, mal acaba”. Esto se demuestra palmariamente en el libro SOLOS escrito por el doctor Francisco Urcuyo Maliaños (1915-2001) el más efímero Presidente de la República de Nicaragua, pues su Administración duró apenas 43 horas en julio de 1979, ya que obligado por las circunstancias internas y externas tuvo que dar paso al gobierno del FSLN presidido por la Junta de Reconstrucción Nacional.

Para las nuevas generaciones que ignoran quien era el doctor Urcuyo Maliaños, permítanme expresarles que fue un médico, graduado en México, cuya primera juventud la dedicó a luchar contra la dictadura de Somoza García. También fue un inspirado poeta y gran admirador del general Sandino, a quien le dedicó un poema de singular belleza. Con el discurrir del tiempo se convirtió en un tránsfuga somocista. Fue luego ministro de Salud y diputado, presidente del Congreso Nacional, que es dónde se encuentra, cuando el último Somoza tuvo que huir para salvarse de la ira popular.

Volviendo al libro SOLOS nos encontramos que, después que el tirano Somoza Debayle rechazó las recomendaciones de la OEA y tuvo que marcharse, en medio de un pandemónium, al doctor Urcuyo Maliaños le tocó que enfrentar la insurrección popular.

Para entonces, por la tozudez de Somoza, Nicaragua ya había caído en el total aislamiento, pues la OEA en junio de 1979 había pedido el reemplazo de su gobierno y por el desprestigio total que ya tenía, ningún país estaba dispuesto a darle ayuda para sacarlo del profundo abismo en el que se encontraba. He aquí algunas expresiones del susodicho Urcuyo Maliaños, en aquellos momentos de desesperación: “Estamos acosados y sin amigos cercanos; el Departamento de Estado de los EE.UU. y el Consejo de Defensa Centroamericano (Condeca) nos han abandonado; mi gobierno civil está acorralado y bloqueado después de 10 meses de guerra civil”. El colmo de la angustia se produjo cuando le pidió ayuda al Partido Conservador por medio del destacado jurisconsulto doctor Roberto Arguello Hurtado, quien muy caballerosamente le contestó: “Es muy tarde para eso”.

Es entonces cuando uno se pregunta: ¿Por qué Somoza no aceptó la mediación de la OEA? Era el momento propicio para restaurar la democracia, que seguramente no solo le habría permitido salvar su vida, sino lo que es más importante: salvar a Nicaragua del apocalipsis que vino después con la llegada al poder de los 9 comandantes del FSLN. Cuantas vidas, cuantas pérdidas económicas se hubieran evitado y cuanto progreso, a lo mejor, habríamos alcanzado estos últimos 40 años si el dictador de turno, por aferrarse al poder y amasar mas dinero, no hubiera rechazado la gestión mediadora  de la OEA. 

Me he permitido hacer estas remembranzas de triste recordación para los nicaragüenses, porque veo con marcada preocupación cómo el binomio de los Ortega-Murillo, no solo se ha  dedicado en los últimos 15 años a imitar al dictador Somoza García forjando su propia sucesión dinástica, sino que como si Nicaragua fuera su hacienda particular, hacen y deshacen de nuestras leyes y de nuestra Constitución y reprimen sin piedad a todo ciudadano (a) , que con todo derecho, expresa su opinión contraria  a la que ellos tienen.

Hay un principio de lógica elemental que establece, que si haces las cosas de igual manera, vas a tener siempre los mismos resultados y como consecuencia obvia, si están imitando a los Somoza van a tener los mismos resultados que ellos tuvieron. ¿Ese aislamiento hacia donde cabalgamos acaso no presagia, como cuando el somocismo, un futuro siniestro para el régimen imperante? ¿También se quedarán SOLOS? ¿Por qué será que los dictadores nunca escarmientan en cabeza ajena?

De esto deberían de tomar nota no solo el partido FSLN sino también los mandos intermedios del Ejército y la Policía, que dicen estar interesados en el bienestar nacional. Ciertamente que se viven momentos de confusión en Nicaragua, pero como dicen nuestros hermanos campesinos: “nunca está más oscuro que cuando va a amanecer”. 

El autor es periodista y Secretario General de la Asociación de Nicaragüenses en el Extranjero (ANE).

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