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Tropas conservadoras que luchaban contra Zelaya. LA PRENSA/ CORTESÍA

El 11 de julio y el inicio de la dictadura de José Santos Zelaya

Los liberales están hoy 11 de julio de fiesta. Hace 128 años José Santos Zelaya terminó con 30 años de gobiernos conservadores, para luego crear una dictadura que al final fue cesada por Estados Unidos, la inestabilidad en Centroamérica y las constantes revueltas de los conservadores

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El 11 de julio de 1893 es una fecha importante para los liberales de Nicaragua. Ese día está marcado como la fecha en que triunfó la revolución liberal que acabó con 30 años de gobiernos conservadores a finales del siglo XIX. Guardando las distancias que puedan haber, es algo así como el 19 de julio de 1979 para los sandinistas.

Al igual que la Revolución sandinista devino en un dictador, Daniel Ortega, la revolución liberal también produjo el suyo, el caudillo José Santos Zelaya.

Zelaya estuvo en el poder desde 1893 hasta 1909, haciéndose reelegir tras cambiar la Constitución, a como lo ha hecho Ortega en los últimos años. Y, a como Ortega está siendo presionado por la comunidad internacional en la actualidad, Zelaya tuvo que dejar el poder por las presiones de Estados Unidos.

José Santos Zelaya. LA PRENSA/ ARCHIVO/ CORTESÍA/ IHNCA

Sobre Zelaya, los historiadores han escrito que fue cruel con los conservadores, con quienes se mantuvo en guerra casi todo el periodo en el que se mantuvo en el poder. Los persiguió, los encarceló, los fusiló y esparció sus cenizas al aire. Pero también que fue progresista, especialmente porque modernizó las leyes y se alejó de lo clerical. También que reincorporó la Mosquitia como territorio nicaragüense después de que pasó bajo la influencia de los ingleses.

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Este domingo la revolución liberal cumple 128 años de haber ocurrido y pareciera que en la política nicaragüense muy pocas cosas han cambiado. Lo único, tal vez, es que desde 1979 no manda en el país un liberal o un conservador, con excepción del intervalo entre 1990 y 2007.

El descontento con los conservadores

Después de la guerra nacional, la que terminó cuando se sacó de Nicaragua al filibustero William Walker, un gobierno mixto asumió el poder, el conservador Tomás Martínez y el liberal Máximo Jerez, al cual se conoció como el gobierno “chachagua”.

Después Tomás Martínez, uno de los primeros dictadores de Nicaragua, continuó en el poder y a él le siguieron otros presidentes conservadores, de la oligarquía granadina, que entre todos completaron 30 años de gobierno.

El último de estos presidentes conservadores es Roberto Sacasa, quien fue depuesto el 31 de mayo de 1893.

A Sacasa le señalaban de haberse reelecto de forma ilegítima, pues la Constitución vigente lo prohibía expresamente, lo que abrió las puertas a un período de inestabilidad que culminó en la revolución liberal de Zelaya.

El período de los 30 años conservadores había sido un tiempo de relativa tranquilidad y de avances en la infraestructura del país, como la creación del ferrocarril, el telégrafo, teléfono, vías de comunicación, entre otros.

Ejército de Nicaragua en 1901. LA PRENSA/ CORTESÍA

Al final hubo descontentos, como explica la historiadora Ligia María Peña Torres. Uno de los más importantes es que los cafetaleros exigían al Estado más participación en las políticas de financiamiento y comercialización del café.

Otro descontento era ideológico, pues para 1870 los demás países tenían gobiernos liberales. Los conservadores eran más tradicionalistas, apegados a la política heredada de los españoles. Mientras que los liberales reclamaban acelerar reformas políticas, sociales y culturales para la modernización de Nicaragua.

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Mientras Roberto Sacasa era cuestionado por su ilegítima reelección, algunos generales conservadores de Granada se levantaron contra él, entre estos Joaquín Zavala.

Algunos historiadores tachan de oportunista a José Santos Zelaya, porque siendo liberal se unió a la revolución conservadora contra Sacasa, pero después Zelaya le dio golpe a la revolución conservadora, según narra Carlos Cuadra Pasos. Es decir, Zelaya hizo su propia revolución liberal para acabar con la revolución conservadora.

Cuadra Pasos escribió: “Cuando la revolución liberal trataba en el puerto de Momotombo de formar su gobierno, se apareció el general José Santos Zelaya, como a Granada en la revolución de abril, político de gran olfato llegó a tiempo de formar parte de la junta de Gobierno, y más aún de presidirla, sobre Francisco Baca y el mismo general Anastasio J. Ortiz, por el prestigio que tenía ya en el país y por su propio oportuno dictado”.

En palabras de Emilio Álvarez Montalván, Zelaya consiguió infiltrarse entre los conservadores de Granada y después, cuanto ya no necesitaba a estos últimos, se apoyó en los liberales leoneses.

Si Joaquín Zavala inicia su revolución conservadora el 28 de abril de 1893, el 6 de junio de ese mismo año Zelaya llegó a Managua con 800 rebeldes y el 11 de julio triunfó la revolución liberal. Zelaya iniciaría gobernando como líder de una junta de gobierno y el 15 de septiembre de 1893 se erigía como presidente de Nicaragua.

Liberales y conservadores

Tras la independencia de Nicaragua en 1821, en el país comenzaron a surgir grupos políticos que los analistas consideran que no son completamente partidos políticos, aunque se les llamaban como tales.

Siempre eran dos grupos antagónicos y se les considera antecesores de los liberales y los conservadores. Tenían nombres peyorativos como cachurecos (conservadores) y purujos (liberales), sapelcos (conservadores) y chapiollos (liberales), culumucos (liberales) y abejas (conservadores), desnudos (liberales) y mechudos (conservadores), calandracas (liberales) y timbucos (conservadores), demócratas (liberales) y legitimistas (conservadores), paperones (liberales) y crestones (conservadores).

Aunque no necesariamente estos primeros partidos eran conservadores o liberales, se les asocia como tales por sus características similares. Por ejemplo, indica el historiador Carlos Selva, uno de estos grupos sostenía un sistema prohibitivo, que era esencial en el régimen colonial. A estos se les asocia con los conservadores. Los otros querían libertad industrial y mercantil, a quienes se les considera liberales.

Cuartel de artillería del ejército de Zelaya, el fue destruido por un incendio. LA PRENSA/ ARCHIVO/ CORTESÍA/ IHNCA

Ambos grupos adquirieron nuevos nombres, un poco más civilizados, antes de la guerra nacional, aproximadamente en 1854. Esos nombres fueron legitimistas, quienes después pasaron a llamarse conservadores y demócratas o democráticos, quienes se convirtieron después en los liberales, nombres con los cuales empezaron a ser llamados en 1856.

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Curiosamente, según explica Emilio Álvarez Montalván, al inicio, tras la independencia de la corona española, la élite granadina era liberal mientras que en León dominaban los conservadores. Después hubo un cambio y Granada era conservadora mientras que León, liberal.

Al principio Granada fue liberal porque se oponía a la colonia española, cuya sede estaba en León. Y los leoneses eran conservadores porque eran procolonia y en muchas ocasiones los leoneses tuvieron que correr a Granada para sofocar las rebeliones de los granadinos contra la colonia.

El dictador

Zelaya comenzó un gobierno reformista, explica Álvarez Montalván, que modificó el sistema tradicional desafiando a la Iglesia católica, implantando cambios que para esa época de fines del siglo XIX parecían drásticos, como el divorcio, el matrimonio civil, la separación Iglesia-Estado, secularización de los cementerios, expropiación a religiosos, entre otros.

Zelaya también se mantuvo en guerra con los conservadores, quienes eran clericales, pero los problemas se agudizaron cuando a Zelaya se le terminó el periodo y buscó la reelección en 1896. Durante los 30 años conservadores hubo cambio de gobierno de manera democrática, pero con Zelaya eso se rompía.

En ese año el Parlamento destituye a Zelaya, pero el presidente se apoya primero en los granadinos, ya que los liberales leoneses lo estaban destituyendo, y luego se desliga de los dos partidos y comienza a gobernar en forma de dictadura. Los conservadores nunca aceptaron eso y le armaron en total 17 revueltas a Zelaya, quien las reprimió con mano fuerte.

Zelaya y su familia. LA PRENSA/ ARCHIVO

La caída de José Santos Zelaya

A Zelaya se le acusaba de violar la institucionalidad y las leyes; de tener las cárceles llenas de prisioneros políticos, y de otros “penosos detalles”, explica el historiador Antonio Esgueva, quien para esa afirmación recurre a la nota Knox, el documento con el que Estados Unidos logró la salida de Zelaya en 1909.

En una de las partes la nota Knox decía: “Es igualmente notorio que, bajo el régimen del presidente Zelaya, las instituciones republicanas han dejado de existir en Nicaragua, excepto de nombre; que la opinión pública y la prensa han sido estranguladas, y que las prisiones han sido el precio de toda demostración de patriotismo. Por consideración personal hacia usted, me abstengo de discutir innecesariamente los penosos detalles de un régimen que, por desgracia, ha sido un borrón en la historia de Nicaragua y un desengaño para un grupo de repúblicas que sólo necesitan la oportunidad para llenar sus aspiraciones de un gobierno libre y honrado”.

Antes de su caída, Zelaya comenzó a tener muchos problemas. Sostuvo una guerra con Honduras, rebeldes entraron a Nicaragua por la frontera con Costa Rica, había muchas tensiones en Centroamérica, Estados Unidos comenzó a ejercer presión sobre él y tuvo hasta conflictos con Colombia.

A lo interno, las revueltas de los conservadores no cesaban y los rebeldes comenzaron a poner sus esperanzas en Estados Unidos. Esperaban un cambio de gobierno en ese país norteamericano para recibir apoyo contra Zelaya.

Zelaya también tenía en contra a los liberales, quienes lo acusaron de haber traicionado al liberalismo.

Las relaciones del gobierno zelayista con la Iglesia católica estaban totalmente deterioradas. Una cosa, entre muchas otras, que le dolía a la Iglesia es que Zelaya le había quitado la dirección de la enseñanza, decretando la laicidad de las escuelas. “La política de confrontación contra la iglesia dañó a Zelaya”, escribió Esgueva.

Philander Chase Knox, secretario de Estado de Estados Unidos. LA PRENSA/ TOMADA DE INTERNET

La nota Knox

Si al dictador Anastasio Somoza Debayle le pesó el asesinato del periodista Bill Stewart en lo último de la insurrección en 1979, lo cual le quitó definitivamente el apoyo de Estados Unidos, al dictador Zelaya lo dañó el asesinato de dos norteamericanos.

El 16 de noviembre de 1909 fueron fusilados los mercenarios norteamericanos Lee Roy Cannon y Leonardo Groce, en el cementerio de la fortaleza de El Castillo, en el río San Juan, por orden del presidente José Santos Zelaya, cumpliendo la sentencia de un consejo de guerra que los había juzgado el día anterior por intentar destruir el vapor El Diamante del Ejército gubernamental (con 500 hombres).

De acuerdo con Luis Vega Miranda, la sentencia se ejecutó pese a que los norteamericanos habían escrito sendas cartas a Zelaya pidiendo clemencia y amigos del presidente le solicitaban que no los fusilara por las precarias relaciones políticas que el Gobierno de Nicaragua pasaba con los Estados Unidos de Norteamérica.

Vega agrega que esta decisión del general Zelaya marcaría el destino de su gobierno, que lo llevaría hasta el 16 de diciembre de dicho año a renunciar a la presidencia y ser expulsado del país poco después.

Vega continúa explicando que el 1 de diciembre de 1909 el Departamento de Estado envió al encargado de negocios de Nicaragua en Washington, Felipe Rodríguez Mayorga, la nota Knox, que entre muchas cosas exigía la renuncia de Zelaya como presidente. “Amenazado con no dejarlo salir de país, ser encarcelado y procesado, el general Zelaya renunció a la presidencia el 16 de diciembre ante la Asamblea Legislativa de Nicaragua”, escribe Vega.

En la madrugada del 24 de diciembre, Zelaya abandonó la Casa Presidencial para dirigirse a puerto Corinto, donde abordaría el buque de guerra mexicano General Guerrero, el cual lo esperaba desde el 19, ya que Zelaya había solicitado a Porfirio Díaz que le diera asilo en México.

Zelaya no volvió a Nicaragua sino muerto, en 1930, procedente el cadáver de Nueva York.

Desde 1909, Zelaya es para los liberales su máximo símbolo. Virgilio Gurdián escribió en LA PRENSA, en 2011: “Con toda justicia a Zelaya la actual Asamblea Nacional o la venidera debería seriamente considerar en declararlo héroe nacional, pues independiente de ser el mayor propulsor del liberalismo, es el creador del Estado moderno, el gran reformador. Asimismo, se debe retomar el nombre de Zelaya Norte, Zelaya Central y Zelaya Sur en el territorio Atlántico”.

Cortadores de café durante la época de Zelaya. LA PRENSA/ CORTESÍA

La Mosquitia

Uno de los principales aportes del gobierno de José Santos Zelaya fue la reincorporación de la Mosquita al territorio nicaragüense.

Desde 1661, los ingleses legitimaron su presencia en la Costa Caribe de Nicaragua estableciendo una alianza con los pueblos misquitos en la región, dándoles a los mismos cierto poder respecto a los demás grupos indígenas, a tal punto de crear una especie de familia real autóctona conocida como monarquía mosquita.

En 1894, el general Rigoberto Cabezas Figueroa es nombrado por Zelaya como inspector general de la Reserva Mosquitia y es autorizado por el general Anastasio Ortiz para levantar una fuerza militar para atacar Honduras desde el norte y a la vez le envía refuerzos desde el Pacífico.

La situación causa que el rey mosco Robert Henry Clarence subleve a la población miskita, por lo que el 12 de febrero de 1894 Cabezas ocupó militarmente Bluefields y luego emitió el histórico decreto de la incorporación a la soberanía nacional del territorio de la Mosquitia.

Las circunstancias crearon una situación muy tensa en la Costa Caribe porque se destituyó jefes de la reserva mosquitia protegidos por la corona británica. Aún así, a partir de 1894 la región caribeña pasó a formar parte de territorio nicaragüense.

Rigoberto Cabezas fue el héroe de esta hazaña.

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