CONTENIDO EXCLUSIVO.
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La Tortuga Morada
Es la discoteca más antigua de esta lista, La Tortuga Morada. El diriambino Roberto Rappaccioli fue el dueño y ejecutor de la idea que cambió la vida nocturna de Managua a finales de los años 60. Para la sociedad conservadora de la época el concepto hippie de luces sicodélicas y música rock en vivo resultaba escandaloso. El periódico Novedades bañó de descalificaciones y leyenda negra el lugar. Pese a ello tuvo un éxito sin precedentes entre los jóvenes y casa llena de martes a domingo. Hasta que cerró en 1970 por mala administración.
Infinito
La ‘ciudad plástica’ como los visitantes bautizaron a Camino de Oriente fue nicho de dos de las discotecas más famosas de finales de los 70 y toda la década del 80. Una de ellas fue Infinito Discoteque. En este lugar los bailarines eran de clase media. El piso traslúcido sobre el que estaba la pista de baile daba la sensación de flotar entre nubes. Las ‘noches de damas’ eran la oportunidad para que los conquistadores llevaran a bailar a la novia o ir de cacería. Y las matinés permitían la entrada a los adolescentes de 13 a 17 años en horarios propios para ellos. Ahí se presentaron estrellas rutilantes como José José y artistas nacionales como Dimensión Costeña.
Lobo Jack
La discoteca más exclusiva del país fue el Lobo Jack. A ella solo podía entrar la élite. El resto de mortales lo hacía cuando algún colegio organizaba una fiesta o en los eventos de break dance que los dueños organizaban. La pista construida con metal plateado y pulido tenía cerca una pantalla gigante donde se proyectaba a la gente que buscaba destacar haciendo sus mejores pasos de baile. Cuando comenzó a decaer surgió una leyenda urbana, reafirmada por sus detractores. Dijeron que ahí llegaba a bailar ¡el mismo diablo! Y que una noche, una joven que bailó con él, enloqueció por haberlo visto de frente.
Pink Panther
Ubicada a pocos metros del supermercado La Colonia en Bello Horizonte, esta discoteca no era muy diferente de otras. Su nombre provenía de un famoso personaje de caricaturas: la Pantera Rosa. Así que colocaron un dibujo de la Pink Panther para decorar la entrada de la disco. Este era un gancho para los curiosos. El lugar no era muy grande y se llenaba rápido en su mejor época, por eso a veces no se podía entrar. Hacia mediados de los 80 comenzaban a ponerse de moda las “discomóviles” que llevaban las luces y el ambiente de una discoteca hasta las casas. Quizás esa fue la razón principal del declive y cierre de la Pink Panther y el de otras más de la época.
El Chamán
El edificio que imita a la gran pirámide Chichén Itzá de Yucatán, México, no siempre tuvo esas dimensiones ni estaba en el lugar que ocupa actualmente. Durante los años 90, funcionaba en una casa esquinera de residencial Los Robles. Las quejas de los vecinos debido al ruido hicieron que sus dueños mudaran el local. Pero los escándalos más sonados de El Chamán tienen que ver con supuestas actitudes de discriminación y homofobia. En 2009 la entonces diputada costeña en el Parlacen, Bridgete Budier Bryan, denunció que le impidieron la entrada por ser negra. Y en 2014 Franklin Hooker Solano denunció en su blog que fue expulsado por bailar con otro hombre. Fuera de esos dos casos, para tres generaciones que han bailado en ese lugar, El Chamán es un símbolo.