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La extracción de madera y el posterior uso de las tierras para agricultura y ganadería son los principales problemas que enfrentan los indígenas. LAPRENSA/ARCHIVO

Agenda Ambiental Urgente | Resiliencia, adaptación y gestión territorial

En Nicaragua se debe cambiar el modelo de desarrollo del "extractivismo" de recursos naturales por uno que se enfoque en la gestión de riesgo ante el cambio climático

A pesar de que Nicaragua posee una gran riqueza natural, los procesos de deforestación obstaculizan que el país resista a los impactos del cambio climático, agudizados por los efectos residuales de los dos huracanes que azotaron el territorio en noviembre pasado y que dejaron más vulnerable a la nación.

Eso refiere Danilo Saravia, especialista en temas ambientales de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Sostenible (Fundenic), al hacer un análisis sobre el tema de resiliencia, adaptación y gestión territorial, otro de los puntos resaltados por el Grupo Cocibolca a través la Agenda Ambiental Urgente.

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“Uno de los problemas que hay que enfrentar es que Nicaragua es uno de los países más vulnerables del planeta Tierra, y entonces ahora, ¿cómo salimos de esa enorme vulnerabilidad social, ecológica, económica y ambiental? La idea es recuperar la capacidad y ofertas de bienes y servicios ecosistémicos que tiene nuestro territorio. Hay productores del norte del país que nos dicen: ‘mire, en mi finca están naciendo piedras’. Ese es el mejor reflejo de lo que está pasando en Nicaragua, el suelo se está lavando por la falta de cobertura vegetal para retener suelo, para filtrar el agua no está funcionando, porque tenemos un territorio muy degradado que ya no resiste cualquier evento por muy pequeño que sea, si es lluvia, sequía o huracán”, explica Saravia.

El especialista reitera que hablar de adaptación es reconocer cuáles son las acciones que desde las instituciones y la población se hacen para recuperar la fortaleza del territorio y el ecosistema.

¿Qué se debe hacer?

Saravia dice que la tarea de todos los nicaragüenses, sin importar edad, grupo étnico o localidad, es buscar otras formas de utilizar el territorio, es decir los suelos, que viene ligado con cambiar el modelo de desarrollo que se está utilizando, el “extractivismo” de recursos naturales.

“Hasta el modelo de desarrollo se basa en el extractivismo de madera, oro, pesca, es extraer y no aportar a la tierra para que se recupere; los suelos si no se mantienen, si no se reforestan, se vuelve una amenaza contra la seguridad alimentaria y sobrevivencia de la sociedad. Tenemos ríos secos y contaminados producto de la degradación y deforestación. Necesitamos un gran programa nacional de reforestación y restauración de las cuencas para efecto de agua, programa nacional de recuperación de los agropaisajes para mejorar la productividad. ¿Cómo se puede reproducir seguridad alimentaria en fincas que están infértiles?”, precisa Saravia.

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También añade que se debe adoptar una nueva cultura como sociedad que tome en cuenta la gestión de riesgo y adaptación como parte de los procesos productivos debido a que se necesita producir con tecnología limpia, baja de carbono, con formas de producción que no degraden ni contaminen el territorio y el agua.

Saravia además precisa que es responsabilidad del gobierno central y sus instituciones, quienes deben acompañar y trabajar con políticas públicas todo el proceso de desarrollo territorial y adaptación, que se hace con las personas. La solución es integral.

Así va quedando el cerro tras la permanente extracción de arena. LA PRENSA/W. LÓPEZ

“Hay que cambiar ese criterio extractivista, en el Informe del Panel del Convenio Macro de Cambio Climático está claro que el istmo centroamericano es de las dos regiones más vulnerables del mundo, y de esa región los países más vulnerables son Honduras y Nicaragua, pero todavía más vulnerable porque se ha aumentado con la tremenda deforestación; la gente está cortando, cortando, sacando, sacando madera, pero los señores del Marena no cumplen con las leyes”, concluye.

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