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Ayer y ahora

Ayer fue Sapoá: cese al fuego-elecciones-paz. Ahora: elecciones-convivencia nacional-paz.

El 23 de marzo de 1988, los sandinistas y la Contrarrevolución, con patriotismo y civismo, firmamos el Acuerdo de Sapoá, para el fin de la guerra y el nacimiento de la paz, que mandata: “Amnistía. Diálogo Nacional. Libertad de expresión. Desarme de la Contrarrevolución para reintegrarse a la vida normal del país”.

Contexto. En el marco de la renovada guerra fría, entre Washington y Moscú, el presidente Ronald Reagan, impulsa colapsar la Revolución sandinista, con la acción armada de la Contrarrevolución-CR, y el boicot económico de Estados Unidos (EE. UU.), reforzado desde 1984, con las operaciones terroristas de la CIA, que minan nuestros puertos civiles, dañan buques mercantes soviéticos, holandeses, panameños. Al reelegirse Reagan, en 1985, impone el embargo total, que levanta el presidente George Herbert Bush en 1990. La economía solamente subsiste, y los avances sociales se debilitan o cesan. Las libertades democráticas se limitan drásticamente, y la situación económica empeora, por nuestros errores políticos de cerrar espacios a opositores, reprimirlos y, al aplicar, planificación rígida que afecta el mercado, contradiciendo nuestra promesa de economía mixta, pluralismo político y no alineamiento, que dio espacio a la guerra civil, la que, en insolente e ilícita intromisión, subsidia Reagan.

Fue vital, en 1984, para evitar la intervención de tropas EE. UU., la negociación bilateral, Nicaragua-EE.UU., de ocho rondas, en Manzanillo, México, en el marco latinoamericano del Grupo Contadora, que se interrumpe unilateralmente, por parte de EE. UU., en enero de 1985. Integran este grupo los gobiernos de México, Panamá, Colombia, Venezuela, Argentina, Brasil, Perú y Uruguay.

Asimismo, fue posible obtener de la Unión Soviética, y otros países, armamentos vitales, al haber Reagan aceptado la NO invasión directa, salvo en el caso de que Nicaragua adquiriera los aviones MiG 21, y los sistemas de Radio Exploración de alcance profundo, que soviéticos no proporcionaron. En 1986, configuramos un ejército moderno y profesional. En junio de este año, el Tribunal de Justicia de la Haya condena al gobierno de EE. UU., por su guerra de agresión a Nicaragua. En enero de 1987, estalla el escándalo de ventas ilegales de armas a Irán, y tráfico drogas para financiar a la Contra. Este mes, en nuestra patria se promulga la nueva Constitución Política, con la cual se asegura en agosto firmar el Acuerdo de paz centroamericano Esquipulas II. Este acuerdo únicamente reconoce a los ejércitos legítimos, amparados en cada una de sus respectivas constituciones y, obliga, se desarmen los contras, y guerrilleros izquierdistas, de la región.

La correlación militar es irreversiblemente favorable a nuestro ejército, desde la Operación Danto, el 8 de marzo de 1988, al penetrar nuestras tropas, hasta el corazón de las bases CR en territorio hondureño. Este conflicto acerca el Acuerdo de Sapoá, en la frontera sur, durante tres tensos días, que firmamos el día 23, mi persona, representando al gobierno de Nicaragua, como comandante en jefe del Ejército, y el Directorio de la Resistencia Nicaragüense (RN), presidido por Adolfo Calero.

Con Sapoá, vienen, en aras de la paz: la amnistía para todos, que también permite, por exigencia de la Contra, el perdón y la excarcelación de los militares de Somoza, condenados por horrendos crímenes; la apertura de las libertades políticas y de expresión; seguridad a la vida de las personas; y se garantiza el proceso electoral. El 9 de diciembre de 1989, el gobierno soviético anuncia el cese de envíos de armamentos a Nicaragua, en momentos que la Contra incumple desarmarse antes de las elecciones, lo que impide a nosotros suspender el Servicio Militar Patriótico (SMP).

El gobierno asegura las elecciones libres en febrero de 1990. Este año, suceden 6 Cumbres de Presidentes centroamericanos, en pro del proceso de paz. El 23 de marzo, en Honduras, se firma el Acuerdo de Toncontín, entre el patriota Antonio Lacayo y la RN, para el “cese al fuego efectivo”; seguidamente, el 27, Lacayo firma con mi persona, y otros, el Acuerdo de Transición, entre el gobierno saliente y el entrante. El 18 de abril, logramos en la sede de la OEA en Managua, el “Acuerdo Cese al fuego efectivo y definitivo”, entre mi persona, representando al gobierno sandinista, Oscar Sobalvarro por la RN, y Aquilino Ruiz por Yatama.

El traspaso de la banda presidencial, de Daniel Ortega a doña Violeta Barrios el 25, es determinante para que el 27 de junio se desarmen 19 mil contras, con su líder Israel Galeano. Y, también, para que termine para siempre el sacrificio de los jóvenes, reclutados a la fuerza por la Contrarrevolución en el campo, y, por obligatoriedad de la ley del SMP.

Hoy por hoy, las elecciones libres aseguran alcanzar un Acuerdo Nacional, para la convivencia respetuosa entre todos, gobernados en paz, plena libertad y democracia, ley y orden. Convivir: cohabitar, coexistir. Desde ya sin presos políticos.

El autor es general retirado del Ejército y miembro de la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua.

COMENTARIOS

  1. Hace 4 años

    Es es el colmo que 30 años después que Humberto Ortega se fue a vivir a Costa Rica y a Dios Gracias se retiró de la política nicaragüense, tengamos que leer sus “sesudas y profundas” reflexiones sobre la situación política. Si tenemos que aguantar a este personaje, ya es hora que le den un espacio en sus páginas a Anastasio Somoza Portocarrero y si fuera posible al espíritu del General Anastasio Somoza Debayle. Si Humberto Ortega tiene algo que “aportar” al desmadre político de este país, es de suponerse que también los señores Somoza puedan aportar su granito de arena.

  2. Hace 4 años

    Como le dan espacio a este loco si solo una serie de disparates son los que escribe.

  3. Hace 4 años

    Humberto, y la Justicia? Que se hara con los ASESINOS del Carmen y Complices, Policia y Ejercito?

  4. Hace 4 años

    Error gramatical del General Ortega. En múltiples ocasiones se refiere a él como “mi persona”. Lo correcto es decir: “éste servidor”.

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