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UNO 2021… sí se puede

¿Saben cuándo los sandinistas volverán al poder? ¡Nunca!

Con esta consigna de Alejandro Acevedo se cerró un ciclo de la democracia en el país. El legendario locutor de radio, Acevedo Sirias, que sin duda alguna soñaba con una Nicaragua sin los sandinistas en el poder en nuestra historia política, sin embargo, se esfumó. Para no redundar en el asunto prefiero no mencionar quiénes fueron los responsables.

De una cosa estoy tácitamente convencido con la tesis del expresidente Arnoldo Alemán, al asegurar que aun con el pacto que firmó con Daniel Ortega en 1999, el ingeniero Enrique Bolaños, en el 2001 le ganó a Ortega con el 52 por ciento, y en las elecciones del 2006, por poco el desaparecido doctor José Rizo Castellón, del PLC y Eduardo Montealegre de ALN, obligan al FSLN a una segunda vuelta. Y eso que faltaba contar los votos el 8 por ciento de votos en el casco rural, que según Alemán que le correspondía a los liberales. El resto ya ustedes lo saben, ganó Ortega porque no se hizo el conteo final.

La falta de un plan de Gobierno, vacío de liderazgo y las contradicciones en la oposición, sumado a la desconfianza popular en los partidos, los tiene ahogados. No se crea que con un partido de oposición, ya sea CxL o el PLC que son refrendados por el Estado por participar en las elecciones con un candidato que se considere pulcro y libre de pecado, le pueda ganar al dictador Ortega. Ni pedir sanciones para Ortega, su familia y sus funcionarios. La clave para derrotar al orteguismo es que todos los opositores vayan unidos. Es cierto que hay partidos y políticos y que muchos sostienen que “todos los políticos son iguales o peores”. Pero el deterioro sigue profundo. Los argumentos de que este partido tal es zancudo o colaboracionista, no valen, esto es exceso de populismo.

A mi juicio se necesita más bien de una figura relevante y liderazgo de alto quilataje, ni más ni menos como el del doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, quien en los años setenta logró agrupar a la oposición contra el dictador Anastasio Somoza Debayle. Ojo, en 1990, que se contó, sin resquemores con la presencia en la coalición Nacional Opositora (UNO) de los partidos Socialista y Comunista y unos cuantos partiditos de la misma ideología, contra pronósticos se logró el triunfo contra un sandinismo arropado de un poderoso Ejército, Policía y sus CDS.

En la actualidad, algunos grupos políticos han sido formalmente separados de la Coalición Nacional y la Alianza Cívica, por sus orígenes. Es por ello que la crisis de la oposición es evidente y tiene un enorme problema de credibilidad. El deterioro es tan profundo que parece muy difícil recuperar la credibilidad y confianza popular. Los pocos partidos que mantienen algo de democracia interna para escoger a sus dirigentes, suelen utilizar para ello métodos más propios que los intereses de la Nación.

Al parecer los dirigentes opositores —ojalá me equivoque— no están dispuesto al sacrificio, minimizan el peligro que podría provocar una crisis, después de un paquete de leyes que los diputados de la chanchera sandinista aprobaron y que algunos ya fueron publicados en La Gaceta, Diario Oficial. Me refiero a la Ley de Agentes Extranjeros, Ley de Cyberdelitos y “ley contra el terrorismo”. Hasta allí llega la frialdad de los sandinistas. Si bien es cierto que las cosas tienen que empeorar para que pueda mejorar, en el caso nuestro no aplica este precepto. La verdad es que Nicaragua está por llegar a un retorno al pasado.

Los nicaragüenses exigen a los partidos de oposición soluciones. La responsabilidad está en manos de ellos, pero no con comunicados, ni quejándose en Facebook ni en Twitter.

El autor es periodista, vicepresidente de la Asociación de Periodistas de Nicaragua APN)

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