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Nicaragua, vacuna, pandemia, coronavirus

Jóvenes y viejos

Se es buen gobernante cuando se tiene contacto con el pueblo, no encuevándose para no ser visto ni entrevistado porque no puede contestar cierto tipo de preguntas que los malos dirigentes no pueden contestar.

CARTAS DE AMOR A NICARAGUA

Querida Nicaragua: Muchas veces oí decir que los viejos no sirven para nada, que el país ha sido un desastre por estar gobernado por viejos y que lo que se necesita es un gobierno de jóvenes que le den nuevo vigor a la nación y hagan de Nicaragua un país moderno y progresista.

Debiéramos comenzar por definir las edades de los jóvenes y las de los viejos. Digamos que un hombre es joven cuando tiene de 25 a 55 años y que cataloga como viejo de los 55 a los 75. Es decir que según el criterio de algunos analistas y comentaristas el país debe ser gobernado por jóvenes y a los viejos hay que mandarlos a sus casas por inútiles.

Me pregunto que edad tenían los que llegaron al poder en 1979 y se instalaron como Dirección Nacional, con todo el mando para ellos, dejando para otros la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional firmando comunicados. ¿No eran jóvenes los señores de la Dirección Nacional? ¿Y no fueron ellos, los jóvenes, quienes se repartieron con la cuchara grande apoderándose de un feudo cada uno y haciendo de cada feudo un particular desastre? Al poco tiempo de su Gobierno Revolucionario de jóvenes les renunciaron Alfonso Robelo y doña Violeta Chamorro, el primero denunciando que eran marxistas leninistas que recibían orientaciones de Cuba, y la segunda por “enfermedad”, entre comillas. Y en ese gobierno de jóvenes prepotentes había viejos como Tomás Borge, que hizo y deshizo a su antojo en el Ministerio del Interior, al que pomposamente propagandizaba como “centinela de la alegría del pueblo”.

Señores: Para gobernar una nación no es condición sine qua non ser joven o ser viejo. Simplemente se necesita tener una educación e instrucción elemental, valores morales y cívicos que generalmente se aprenden en cada hogar. Y con estos valores gobernar un país con orden, honradez, libertades públicas, presentándose regularmente ante la prensa nacional e internacional para informar sobre la marcha del Gobierno y contestar cualquier pregunta relacionada con la administración pública.

Se es buen gobernante cuando se tiene contacto con el pueblo, no encuevándose para no ser visto ni entrevistado porque no puede contestar cierto tipo de preguntas que los malos dirigentes no pueden contestar.

Nicaragua ha tenido bastantes presidentes malos y poquísimos buenos, pero no ha sido porque sean jóvenes o viejos, ha sido por las circunstancias que han permitido pequeños respiros de honradez, tranquilidad y paz, un poco de libertad a medias gracias a dictadores que por cálculo dejan la administración por pequeños períodos, pero nunca dejan el poder.

Ya lo dijo Tomás Borge: Hagamos lo que tengamos que hacer, digan lo que digan, tenemos que conservar el poder.

El autor es empresario radial.

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