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Covid-19 y colapso de políticas exteriores de AL

Para el 2020, gobiernos de América Latina tenían planes enfocados en su relevo electoral y otros en resaltar y fortalecer su política interna mediante la consecución de sus políticas exteriores. Sin embargo, tales aspiraciones han sido trastocadas drásticamente por el estallido de la pandemia del Covid-19, que ha sumergido a los países en una crisis inesperada con gigantescas consecuencias a todos los niveles y que ha marcado el escenario interno electoral, político, económico y social, y porque no decirlo hasta en el ámbito diplomático.

Desde la década pasada América Latina viene presentando una crisis político-institucional dado el alto grado de corrupción, la falta de transparencia del actuar de los líderes políticos, impopularidad de los gobernantes, presidentes destituidos, capturados, retenidos, prófugos de la justicia, acusados de corrupción, fraude, malversación de fondos, disolución de parlamentos, violación de los Derechos Humanos; sumando a ello las discusiones que si la derecha o los de la izquierda, que no, los de centro, ahora, los de la concertación, frente a algunas medidas que han tomado algunos gobiernos de participación ciudadana como ir a referéndum y tratar de frenar las marchas y protestas sociales de la población como respuesta ante una aguda crisis político social. A nivel de la institucionalidad del sistema interamericano la situación no es tan distinta, desde la década pasada nos estamos enfrentando a una crisis de institucionalidad más que obvia en la Organización de Estados Américas y en la misma Naciones Unidas, organismos que se han atrevido a reconocer destituciones de presidentes, a desconocer embajadores y delegados de países ante el mismo organismo, acciones que atentan contra la democracia, el Derecho Internacional y contra los propios preceptos contenidos en sus cartas constitutivas.

La región está frente a un maremoto político, social y económico, y ahora el Covid-19 ha suscitado incertidumbre, inseguridad y el nerviosismo no solo de los gobernantes, sino también de los actores y sujetos del Derecho Internacional, ante la inminente decisión de verse obligados a posponer sus temas de agenda y la ejecución de sus políticas exteriores ante la comunicad internacional, dirigiéndolos a centrar su mejor esfuerzo en tomar decisiones y acciones para enfrentar los efectos de este pequeño pero pesado virus, que ha superado el impacto que provocó la crisis financiera del 2008 con el colapso de la fábrica mundial. Nadie, pero nadie estaba preparado para afrontar este virus, lo que ha provocado aciertos y desaciertos en la implementación de medidas y acciones gubernamentales para mitigar los efectos del Covid-19, en la que ha quedado demostrado que la mayoría de los gobiernos presentan una pérdida de capacidad de liderazgo de la dirigencia política para reaccionar de forma responsable ante un desafío que pone en peligro la vida de seres humanos.

Ha quedado al descubierto lo que era un secreto a luces, la mascarada gubernamental, la fragilidad de sus políticas públicas, la vulnerabilidad de los poderes del Estado, la falta de implementación de las garantías constitucionales, la falta de ajustes al marco jurídico y las normas laborales, el fortalecimiento al sistema de salud, de educación, entre otros. Solo era cuestión de tiempo para la debacle.

A ciencia cierta los gobiernos de América Latina están contra la espada y la pared, en un escenario plagado de vicisitudes, sin embargo puedan superar estos nuevos retos apostando al cambio de liderazgo gubernamental que tome acciones rápidas, conjuntas y coordinadas con la comunicad internacional, que se enfoque en reinventar las políticas internas frente a la Política Exterior, reorganizando su propia agendas, superando el déficit de diálogo político, fortaleciendo el marco jurídico interno, el Derecho Comunitario y el Derecho Internacional, para dotarse de instrumentos y herramientas que le permitan asegurar la capacidad de respuesta de los Estados ante los riesgos y amenazas a las que está expuesta la humanidad en las crisis siguientes.

La autora es abogada, analista de las Relaciones Internacionales.

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