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Hay que respaldar el intento por la paz

El diálogo realizado el sábado 16 de febrero entre el gobierno y un grupo de empresarios representativos del sector privado, acompañados del cardenal Leopoldo Brenes y el Nuncio Apostólico Stanislaw Waldemar Sommertag, constituye un gesto positivo que debe de ser respaldado por todos aquellos que desean la paz en Nicaragua.

Si a eso se le suma la venida en forma sorpresiva de Gonzalo Koncke, jefe de gabinete del secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, me atrevo a pensar que al fin una luz se empieza a vislumbrar en el túnel oscuro que ha sido toda esta crisis política que atraviesa el país.

Hay dos puntos esenciales que deben de tomarse en cuenta. Primero: Si queremos dialogar no podemos prefijar condiciones, la negociación, la estira y encoge debe de hacerse una vez instalado el diálogo. Segundo: El gobierno ha promovido estos movimientos por dos variables que le preocupan; lo que pueda pasar en Venezuela en los próximos días y la situación económica interna que atraviesa la nación.

Calculadamente, el gobierno comprende la trascendencia de lo que se está jugando en Venezuela y no quiere iniciar un diálogo en un escenario de derrota como sería la caída de Maduro sabiendo que eso cambiaría necesariamente la correlación de fuerzas que hasta el momento le son favorables.

La libertad de los presos políticos tan necesaria como indispensable, puede ser tratada una vez iniciado el proceso y la solución propuesta por los diputados europeos en su reciente venida, de darles la casa por cárcel, mientras se dilucida el conflicto político, podría ser una solución salomónica que no rompe el esquema legalista a que se ha aferrado el gobierno, teniéndose que interpretar como un gesto significativo de buena voluntad tendiente a bajar la tensión existente.

Satanizar este gesto, imponer condiciones como si se tratase de victoriosos que tienen la fuerza y el poder para imponer sus tesis, es sencillamente sabotear el intento de la búsqueda de la paz que se trata de construir.

El nuevo intento debe de ser rápido, a puerta cerrada, compuestas las delegaciones de pocas personas con poderes suficientes para llegar a compromisos que nos permitan encarar los problemas que nos deja la crisis.

Estoy claro que el país necesita profundas reformas, que está demostrado que el modelo que el país había venido ejecutando está agotado.

Pero esa tarea no puede ser el punto central de este intento, esas tareas le corresponden a un nuevo gobierno electo por la voluntad popular que con un nuevo mandato imponga un programa que saque al país de la crisis y lo enmarque en el siglo XXI.

Apoyémoslo.

El autor es abogado.

Opinión Daniel Ortega Venezuela archivo
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