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Renunció Solís, ¿y los otros cuándo?

La renuncia del magistrado sandinista de la Corte Suprema de Justicia, Rafael Solís Cerda, es el golpe más contundente que ha recibido la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo desde sus mismas entrañas.

Antes de la renuncia de Solís, el golpe interno más severo se lo había propinado la exgerente de Operaciones Económicas del Banco Central y antigua secretaria política del partido FSLN en esa institución del Estado, Ligia Gómez, quien en julio del año pasado renunció a sus cargos políticos por la matanza que la dictadura estaba perpetrando contra el pueblo. Además, Gómez se fue del país y presentó un informe ante un comité congresional de los Estados Unidos.

Sin embargo, el caso de Rafael Solís es mucho más contundente, porque durante muchos años ha sido uno de los funcionarios más poderosos, influyentes y leales de Daniel Ortega. Solís Cerda dijo en una ocasión que él estaba en la Corte Suprema de Justicia para defender los intereses del partido FSLN. Él fraguó la resolución del alto tribunal que liberó a Arnoldo Alemán de una condena de 20 años de cárcel por fraude al Estado, a fin de que el PLC le facilitara a Ortega el control de la Asamblea Nacional. Y fue el artífice de la maniobra jurídica que le permitió a Ortega presentar su candidatura a la reelección, en 2011, a pesar de la expresa prohibición constitucional.

En realidad, fueron muchas las averías políticas y jurídicas que cometió el exmagistrado Solís Cerda para apuntalar a la dictadura de Daniel Ortega. Pero ahora ha renunciado y en su carta de renuncia desenmascara a la dictadura, deja claro que aquí no ha habido un intento de golpe de Estado sino una masacre de personas que reclamaban sus derechos. Las atrocidades del régimen, según Rafael Solís, lo motivaron a renunciar a la magistratura de la Corte Suprema y a la militancia en el FSLN, para no seguir siendo cómplice de Ortega y Murillo.

Después de tanto daño causado por la dictadura a la población, de atropellos a todas las instituciones incluyendo al poder judicial al que Rafael Solís pertenecía de manera prominente, su renuncia parece un acto tardío. Sin embargo, peor sería que no hubiera renunciado. Además, con su renuncia ha desenmascarado desde su misma cúpula al régimen orteguista y muestra la posibilidad que haya más defecciones de alto nivel. Esto es muy importante porque el régimen continuaría descomponiéndose desde adentro. Las dictaduras no solo caen por las rebeliones populares y las acciones externas, también se desploman por su descomposición interior y en todo caso por la combinación de los factores.

Ahora bien, ante la renuncia de Rafael Solís porque se ha hastiado de un régimen “que se apoya únicamente en la fuerza para mantenerse en el poder”, hay que preguntarse: ¿Y los otros magistrados, sobre todo los que se dicen demócratas y están en la Corte por los pactos de Daniel Ortega con Arnoldo Alemán y el Cosep? ¿Cuándo se van a hastiar de servirle a la infame dictadura? ¿Podrían por decoro personal, político y profesional imitar a Rafael Solís Cerda?

Editorial CSJ dictadura en Nicaragua Rafael Solís archivo
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