Daniel Ortega ha respondido a las protestas en Nicaragua tal y como lo hizo el presidente venezolano Nicolás Maduro en 2017: ataques sangrientos contra las manifestaciones ciudadanas, lideradas por los universitarios. Sin embargo, la represión del régimen orteguista ha sido más letal. En cuestión de 45 días en Nicaragua se han asesinado a 99 personas, mientras que en Venezuela, durante el mismo periodo, se contabilizaron 43 fallecidos.
Nicaragua, un país de 6.5 millones de habitantes, atraviesa una crisis debido a multitudinarias manifestaciones en contra de Ortega, que iniciaron el 18 de abril por unas reformas en el Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) —luego derogadas por el Gobierno—, pero que continuaron en rechazo a la represión policial, justicia para los caídos durante las protestas y la renuncia inmediata de Ortega, que se mantiene en el poder desde el 2007.
Los inolvidables de la masacre orteguista
Tanto en Nicaragua como en las protestas en Venezuela, que iniciaron el 1 de abril de 2017, Ortega y Maduro mandaron a reprimir las manifestaciones con las autoridades policiales y las fuerzas paramilitares afines a sus regímenes. También les permitieron utilizar armas de alto calibres. En ambos países los muertos tenían certeros disparos en cabeza, pecho o estómago.
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Carolina Jiménez, directora de investigación para las Américas de Amnistía Internacional, comentó en una entrevista con LA PRENSA, en octubre del año pasado, que las distintas especialidades de seguridad en Venezuela tienen concedido un poder especial “para reprimir sin límites legales”.
¿Cómo empezó en Venezuela?
Mientras que en Venezuela, un país con 31.5 millones de pobladores, las manifestaciones comenzaron luego que el Tribunal Supremo de Justicia emitió el 31 de marzo de 2017 dos sentencias en donde asumía las competencias de la Asamblea Nacional y le otorgaba a Nicolás Maduro facultades ajenas al ejercicio ejecutivo de su cargo. La oposición consideró la medida como un golpe de Estado y, junto a miles de venezolanos, decidió salir a la calles.
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Amnistía Internacional revela en el informe “Noches de terror: ataques y allanamientos ilegales a viviendas en Venezuela” que en los cuatro meses de protestas solo hubo 125 personas muertas, 1,958 heridas y más de 5,000 detenidas. Las manifestaciones de los venezolanos terminaron cuando el chavismo impuso la Asamblea Nacional Constituyente, el 4 de agosto del año pasado.
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En Nicaragua, donde ya se contabilizan más de 800 heridos según organismos de derechos humanos, la mayoría de los 99 muertos tras la represión a las manifestaciones eran jóvenes universitarios. En Venezuela, aunque hay fallecidos de todas las edades, la mayoría de ellos también fueron jóvenes de entre 20 y 30 años, según el informe de Amnistía Internacional.
Otra particularidad entre las jornadas de protestas en ambos países es que iniciaron en sus respectivas capitales, Managua y Caracas, pero después se extendieron por todo el país. Las balas de goma, de plomo, gases lacrimógenos, barricadas y bombas molotov formaron parte de las manifestaciones en Venezuela y que hoy, también, son parte de los escenarios de conflicto en Nicaragua.
La dualidad de la OEA con los dos países
Tras la crisis sociopolítica y económica que mantiene Venezuela, misma que ha obligado a migrar a los venezolanos, el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, ha condenado el régimen dictatorial que mantiene Maduro tras la muerte del presidente Hugo Chávez, el 5 de marzo de 2013.
Responsables de violaciones a los DDHH en #Venezuela deberán ser juzgados por sus horrendos crímenes, algo que la comunidad internacional no puede pasar por alto. #OEAconVzla https://t.co/TA9XBC0Qsd
— Luis Almagro (@Almagro_OEA2015) 12 de diciembre de 2017
Sin embargo, y a pesar de que la represión ha sido peor en Nicaragua, Almagro mantiene una actitud pasiva y menos crítica contra el Gobierno de Ortega. Pese a la crisis que atraviesa el país, el secretario general de la OEA solo ha condenado los asesinatos recientes, pero no ha reconocido al mandatario nicaragüense como el responsable.
“Hay dos dictaduras en el continente, que son Cuba y Venezuela. Yo lo que quiero y he propuesto para Nicaragua es un proceso electoral transparente“, respondió Almagro al ser encarado, el pasado 30 de mayo, por un grupo de nicaragüenses en las afueras de la sede del organismo regional en Washington, Estados Unidos.
“Quería evitarlo”
Para Azahalea Solís, dirigente del Movimiento Autónomo de Mujeres (MAM), hay una brutalidad de parte de la dictadura de Ortega porque quería evitar, desde un principio, que la gente se apoderara de su condición ciudadana y protestara masivamente como en Venezuela.
Solís, quien también participan en la mesa de diálogo como miembro de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, señala que en el temor del orteguismo es donde se concentra toda la represión hacia los manifestantes. “El querer evitar que se propagara la rebeldía, la rebelión, la protesta”, puntualiza.
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“En cambio la represión en Venezuela fue más administrada porque estaba en procesos electorales (y estos afectaría la imagen interna del país). Pero, aquí lo importante es que hay personas que son asesinadas en el ejercicio de sus derechos por Gobiernos que no los garantizan”, agrega Solís.
Violación a derechos
Pese a que las violaciones a los derechos humanos por parte de los fuerzas policiales y paramilitares ya fueron condenadas por organismos internacionales, como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, estas todavía no se detienen en Nicaragua.
Los miembros de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) también han condenado y lamentado la actuación represiva por parte del Gobierno. La Iglesia Católica está destacando en su firmeza ante los abusos del régimen orteguista. La Conferencia Episcopal de Venezuela también hizo lo suyo en ese país y se pronunció en numerosas ocasiones contra la represión de la Guardia Bolivariana.
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