A la hora de entender una canción, ¿importa el idioma en el que esté escrita la letra, o la cultura en la que se compuso la melodía? Estas y otras cuestiones son las que han resuelto un grupo de investigadores de la prestigiosa Universidad de Harvard, en Massachusetts, Estados Unidos.
El estudio, liderado por Samuel Mehr y Manvir Singh, se ha publicado en la revista científica “Current Biology”, y constó de dos experimentos. Sus resultados parecen confirmar la universalidad de la música como vehículo de transmisión y comunicación.
En la primera investigación participaron 750 personas de 60 países diferentes, a los que se les pidió que escuchasen varios fragmentos de diferentes canciones, para después responder a unas preguntas con las que deducir a que categoría creían que pertenecía cada canción: baile, cuna, sanación, románticas, para expresar duelo o para contar historias (estas dos últimas eran categorías “trampa”, pues ninguna de las muestras pertenecía a ellas).
Escuchan 26.000 fragmentos musicales
Los usuarios escucharon más de 26.000 fragmentos musicales y proporcionaron más de 150.000 calificaciones (seis por canción).
El resultado, a pesar de la aleatoriedad de los muestreos, la falta de familiaridad con las culturas a las que pertenecían los extractos y la gran diversidad musical; las personas las colocaron de manera bastante precisa en sus categorías reales.
En el segundo análisis pidieron a otros mil participantes de Estados Unidos e India que valorasen los fragmentos musicales según varias características.
Tres de ellas podrían considerarse contextuales (número de cantantes, género de los mismos y cantidad de instrumentos), y las otras siete subjetivas (complejidad melódica y rítmica, tiempo, agrado…).
Según los resultados de la investigación, había cierta relación entre estas características y el tipo de canción (nana, romántica, bailable), aunque esto no era suficiente como para justificar que las personas supieran identificarlas correctamente al margen de su cultura de origen.
Samuel Mehr afirmó en Harvard que “aun con la asombrosa diversidad musical al alcance del oyente entre las innumerables culturas, nuestra naturaleza humana en común puede ser la clave de unas estructuras musicales esenciales que trascienden a las diferencias culturales”, según recogía la revista “Science Daily”.
Emociones compartidas
“Nuestra psicología humana compartida produce patrones esenciales en la música, que trascienden nuestras extensas diferencias culturales” explicó en la misma publicación Manvir Singh, quien también afirmó que “nuestras respuestas emocionales y conductuales ante los estímulos estéticos son enormemente similares en poblaciones notablemente diferentes”.
Curiosamente, estas respuestas se daban en mayor medida con las canciones de cuna y de baile. A las primeras, los participantes las reconocían por asociarlas con un ritmo más lento, y percibirlas “más tristes” y “menos emocionantes”. Las segundas las relacionaban con ritmos más complejos, y las consideraban “más alegres y conmovedoras”.
En declaraciones al diario chileno “El Mercurio”, Singh explicó también que “aunque muchos creen que la música está influenciada por la cultura, la evidencia científica está demostrando cada vez más que las vocalizaciones humanas, como la manera en la que hablamos a los niños o nuestra risa ante los amigos, son sonidos compartidos más allá de la cultura”.
No obstante, Samuel Mehr y Manvir Singh se encuentran ahora analizando cómo resultarían estos experimentos en culturas más aisladas y minoritarias, y estudiando a fondo la música de distintas poblaciones.
De hecho, en otro estudio de los investigadores Nathalie Fernando (Universidad de Montreal, Canadá) y Stephen McAdams (Universidad McGill, también de Canadá) hicieron justo eso mismo.
En la investigación que estos últimos realizaron en la República Democrática del Congo, enseñaron 11 fragmentos de canciones occidentales a 40 pigmeos de la tribu Mbenzélé.
Estos no diferenciaron emocionalmente temas que en Occidente se consideran más tristes o tensos de aquellos que se perciben como más alegres, porque para esta étnia la música es siempre positiva, ya que en su cultura no aceptan los sentimientos de tristeza. Así pues, todas las canciones les parecieron felices.
Sin embargo, fuera de este tipo de poblaciones aisladas, la percepción que individuos de culturas distintas tienen de la música es muy similar, como se deduce del estudio de Mehr y Singh. Por ello, el equipo de estos investigadores de Harvard está trabajando para traducir a más de 24 lenguas el programa de estudio y llevarlo a cabo en más países.
Música y Naturaleza
“La música es un lenguaje universal” declaró Vicente Toskana-Lanzendorff, director del Programa de Orquesta Juvenil e Infantil MusArt Casablanca y profesor del Conservatorio de la Universidad Católica de Valparaíso (Chile), al diario “El País” de Uruguay en este sentido, afirmando también: “Podemos reconocer usos de la música sin compartir cultura”.
Por su lado Samuel Mehr, investigador de Harvard, explicó que “pese a la sorprendente diversidad musical dentro de las innumerables culturas, compartir una naturaleza humana puede ser la base de unas estructuras musicales básicas que trascienden a las diferencias culturales”.