El Lago Xolotlán o Lago de Managua es un cuerpo de agua, que en algún momento las personas con poder político decidieron convertirlo en un espacio receptor de desechos líquidos y sólidos, domiciliares, industriales y los que arrastran las precipitaciones y escorrentías naturales, las que se producen en la ciudad desde recién convertida en capital de la república.
Para unos la decisión fue equivocada; para otros era una alternativa propia del momento y las condiciones de la época. Ciertamente los humanos, en todas partes del planeta tenemos la idea que los espacios líquidos sirven para botar lo que no necesitamos, y no queremos ver, ni manejarla: la basura.
En los océanos, los mares, los lagos, lo ríos, las lagunas, las cascadas, en fin, siempre donde hay agua, creemos, los individuos, que la mejor decisión es convertirlo en basurero.
Evidentemente, seguiremos afirmando que esa acción tiene una relación directa con el conocimiento y la visión del mundo que tengamos en el momento presente. Es decir, al desconocer la importancia del recurso natural y ejercitar un pensamiento perezoso y atemperado, fácilmente tomamos decisiones rápidas y sin análisis de las consecuencias futuras. Sin pensar en el desarrollo sostenible.
En este siglo XXI siempre será interesante insistir en la publicación de información técnico-científica, alrededor de los recursos naturales y el ambiente. Además, será necesario obedecer a las leyes de la naturaleza. Hay un principio natural que dice, “cada cosa en su lugar”. Es necesario pensar antes de tomar una decisión administrativa, y preguntarse; ¿el agua limpia podrá ser depósito de basura y suciedad?
Otro aspecto, que con frecuencia desconocemos, es la analogía directa que tienen las entidades de agua, por la vía del manto freático. Lo que se encuentra en el subsuelo, esta interconectado, e invariablemente son vasos comunicantes. El Lago Xolotlán tiene conexiones con la Laguna de Asososca. Esta a su vez, tiene relación con la Laguna de Tiscapa. En el caso de la Managua actual estos ambientes se comunican, entre sí, como lo hace nuestra sangre. Si nos pinchamos en un dedo del pie, su posible contaminante, llegará al resto del cuerpo.Nada lo detendrá, en el proceso de circulación y comunicación del organismo vivo.
Precisamente por eso es que Ineter facilita estudios científicos, que señalan dónde se puede hacer determinadas construcciones y dónde no. Esa información es determinante para no cometer errores, que luego los queremos enmendar con argumentos insólitos, e ignorantes, como decir que podemos bañarnos en el Lago de Managua. No culpo a los jóvenes profesionales del ambientalismo, que así se expresaron recientemente. Ellos saben que su afirmación está respondiendo a las exigencias gubernamentales de un pensamiento torpe y soñador, que desea hacer cambios en la naturaleza desde su propio yo. Necedad.
El Lago de Managua, posee un piso sedimentado, es decir una capa interna y elevada, semilíquida, cargada de desechos en proceso de descomposición constante, y de material sólido, que puede ser cortopunzante, como desechos de vidrio, metal, madera, plástico. Todo esto agravado por el grado de descomposición y contaminación que en él encontramos.
Un detalle, en este lago existe una capa gruesa de plástico que no permite que el oxígeno penetre y admita un saludable desarrollo, por el contrario, en muchos años hemos producido un lago enfermo, moribundo, y sin capacidad de restauración.
Se hace necesario recordar a la población de Managua que a este lago precioso que está frente a la ciudad capital, en ochenta años le hemos depositado, cantidades navegables de desechos químicos contaminantes, tales como, DDT, Paracuat, 2-4-D, soda cáustica, toxafeno, Decis, mercurio, solventes, desechos de petróleo, aceite pesado, desechos de construcción, nicalit, asbesto, cemento, metales pesados, desechos de cipermetrina.
La pregunta obligada: ¿podrá bañarse un ser humano nicaragüense en semejante sopa de residuos contaminante?
El autor es sociólogo e investigador social.
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