Cuarenta años después del asesinato del doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, sus ideales y objetivos políticos y sociales siguen vivos, pendientes de realización.
El tiempo ha pasado pero las grandes tareas nacionales siguen esperando. Como suele decir el filósofo Alejandro Serrano, nos “movemos” pedaleando una bicicleta estacionaria.
Inclusive, cuando de manera excepcional los nicaragüenses logramos avanzar un paso, no mucho tiempo después caminamos dos pasos hacia atrás.
En este caso importa hacer comparaciones. Si se trata de crecimiento económico e inversiones y negocios florecientes, los había más con el somocismo que ahora con el orteguismo. Allí están las cifras que no dejan mentir. Sin embargo, en tiempos del somocismo faltaban los bienes jurídicos y morales que sustentan la dignidad de las personas humanas: libertad, democracia, justicia y respeto a la diversidad y los derechos humanos. Los mismos que faltan ahora.
En 1979 la dictadura somocista fue derrocada y la revolución triunfante despertó grandes esperanzas de paz, libertad, democracia, justicia y progreso. Pero la realidad revolucionaria manifestada en un feroz y vengativo poder totalitario hizo trizas aquellas esperanzas.
Después de la revolución sandinista hubo una “primavera democrática” en Nicaragua, cuando doña Violeta —la viuda del doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal—, ganó la elección presidencial de 1990 e inició un período de 16 años de democracia, en los cuales hubo tres elecciones limpias. Sin embargo, aprovechando las facilidades de la democracia Daniel Ortega volvió a tomar el poder, en 2007, y a partir de entonces Nicaragua siguió avanzando en su macroeconomía pero institucionalmente saltó hacia atrás, hasta la época somocista.
Ahora, al conmemorarse el cuarenta aniversario del asesinato del doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal se puede decir, con toda certeza, que a pesar de muerto él vive en sus principios y que sus objetivos de construir una auténtica república democrática con justicia social, siguen a la orden del día, esperando debido cumplimiento.
De los innumerables editoriales que redactó y publicó en LA PRENSA el doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal; de los libros que escribió y dejó como legado; de su obra de vida y sus ejemplares virtudes cívicas, se pueden resumir sus principios y formar con ellos un programa luminoso y viable de transformación de Nicaragua, para su plena libertad, su democracia, su progreso y su prosperidad.
Precisamente en las actividades conmemorativas del cuarenta aniversario del asesinato del doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, se han mencionado y resaltado algunos de sus principios fundamentales: libertad de expresión y de prensa, pluralismo político, vigencia de las libertades civiles, elecciones libres y limpias, no reelección y alternabilidad en el poder; honradez en el servicio público; transparencia y control de la administración gubernamental; independencia de poderes y justicia independiente; respeto a los derechos humanos.
La verdad es que quienes —personas, partidos políticos y movimientos sociales— quieran cambiar a Nicaragua para mejorarla, solo tendrían que asumir esos principios, inscribirlos en un programa de gobierno, tomar el poder y llevarlos a la práctica para el bien de todos los nicaragüenses.