Los desastres naturales de los cuales hemos sido testigos en las últimas semanas nos obligan a reflexionar profundamente lo débil que somos ante los embates de la naturaleza y más aún cuando no hacemos esfuerzos por protegerla como en el caso de la contaminación de nuestras fuentes de agua y la que se realiza por los desechos sólidos y líquidos; la falta de controles de gases emanados por vehículos e industrias entre otros.
En esta crisis que padecemos debemos asumir una mayor responsabilidad y estamos en la obligación de aunar esfuerzos para disminuir los efectos de los cuales hemos sido testigos en nuestro propio territorio por las inundaciones o sequías, calores intensos, cambios bruscos de temperatura; y la impotencia permanente por los golpes de la naturaleza que padecemos tanto en la Costa Caribe como en el Pacífico, y que de alguna u otra manera también tienen relación con las afectaciones a la salud de nuestra población.
La responsabilidad corresponde no solo al gobierno y sus instituciones, sino que también a las empresas, bancos o financiadores de proyectos agropecuarios, industriales o comerciales que deben establecer requisitos mínimos a sus clientes para disminuir el riesgo que los proyectos financiados puedan contribuir con deteriorar más el medioambiente.
Recordemos que Nicaragua es un país altamente agropecuario y el generar impacto ambiental positivo, implica desarrollar ofertas de crédito y asistencia técnica que promuevan: conservación del suelo, bosques; conservación de las fuentes de agua, desarrollo de nueva tecnología productiva e inducción permanente para que los productores adopten prácticas productivas amigables con el medioambiente.
Muchas veces se requieren de subsidios, ya sean cubiertos por la cooperación o por las instituciones para cumplir dichos objetivos. Otro elemento importante es que los productores podrán confirmar el incremento de sus ingresos en el corto o mediano plazo para continuar con las prácticas ambientalmente sostenibles.
La responsabilidad a la protección ambiental es un compromiso que en el caso específico de FDL adoptó desde 14 años, que viene desarrollando en el otorgamiento de créditos para la compra de paneles solares y financiamiento para la reconversión productiva en ganadería, impulsando con asistencia técnica del Instituto Nitlapan de la UCA los procesos de cambio en la ganadería extensiva a una ganadería con árboles, lo que hoy se denomina como sistemas silvopastoriles.
Las iniciativas de desarrollo con impacto ambiental requieren de inversiones de largo plazo y la diversificación de los sectores productivos, enfocándose en aplicar políticas crediticias que evitan el financiamiento a productores que pretenden adquirir tierras en zonas y reservas de importancia, tales como la zona núcleo de Bosawas y otras áreas protegidas en el territorio nacional.
La responsabilidad social en el campo medioambiental se debe ampliar para que a través de una difusión masiva y una campaña de educación, prevención y concientización se pueda evitar que cada día más productores o empresas contaminen o deterioren nuestras fuentes de agua, destruyen bosques, o no tomando las medidas necesarias en cuanto al cuido de sus áreas sembradas, producción avícola, ganadera o de otra índole.
Nicaragua se encuentra dentro de los países más vulnerables del continente en cuanto a los efectos del cambio climático y hemos sido testigos, en los últimos años (días México), de terremotos, sequías, huracanes, tsunamis, inundaciones y otros fenómenos, por lo que convocamos a una responsabilidad compartida.
En la medida que así sea, amortiguaremos el impacto de cualquier fenómeno que nos afecte y que ojalá no sean tan intensos como los que hemos presenciado últimamente.
La autora es periodista.
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