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La Prensa

El acoso sexual callejero

Algunas valerosas mujeres han denunciado por medio de las redes sociales, el acoso sexual del que han sido víctimas últimamente en calles de Managua, incluyendo tocamientos de partes íntimas de sus cuerpos. Ellas han puesto de nuevo en el debate público el tema de este perverso delito, que se comete con frecuencia pero generalmente permanece invisible, ignorado o minimizado por la autoridad pública y, lamentablemente, por la misma sociedad.

A fines del año 2016, un estudio de varias organizaciones sociales encabezadas por el Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas (Ieepp) y Puntos de Encuentro, reveló que a pesar del avance en el discurso oficial sobre respeto a los derechos de las mujeres, en la práctica se percibe que ocurren más ataques violentos contra ellas.

El estudio se refería sobre todo a los femicidios, o sea los asesinatos de mujeres por el solo hecho de pertenecer al sexo femenino. Sin embargo, lo mismo se puede y debe decir de las otras formas de violencia que sufren habitualmente algunas mujeres, incluyendo el acoso sexual callejero.

La violencia contra las mujeres en sus diversas modalidades, incluyendo el acoso sexual callejero, debe de ser perseguida y castigada de manera rigurosamente ejemplar. El Código Penal de Nicaragua, que no menciona específicamente el acoso sexual callejero aunque se sobreentiende que este delito está contemplado implícitamente en los artículo 172 y 174, debería de ser tipificado y penalizado de manera clara y directa.

El Observatorio Contra el Acoso Sexual Callejero, de Chile, define este odioso delito como “prácticas de connotación sexual ejercidas por una persona desconocida, en espacios públicos como la calle y el transporte, o en espacios semipúblicos (centros comerciales o universidades), que suelen generar malestar en la víctima”. Y menciona diversas formas de acoso sexual callejero, como por ejemplo miradas lascivas, piropos, silbidos, besos, bocinazos, jadeos y otros ruidos, comentarios sexuales directos o indirectos al cuerpo, etc.

En Nicaragua existe también un Observatorio Contra el Acoso Sexual Callejero y otros movimientos de mujeres que denuncian ese tipo de abuso. Se supone que gracias a la labor de esos movimientos se debería haber avanzado en la lucha contra este delito que muchas veces se justifica como costumbre y se disfraza como piropo. Pero la verdad es que a juzgar por las cada vez más frecuentes denuncias públicas de acoso sexual en las calles, se puede deducir que es muy poco o nada lo que se ha podido progresar en este campo.

Sin duda que la causa fundamental del acoso sexual callejero radica —como ocurre con muchos otros problemas derivados de una irregular conducta humana, individual y social— en la falta de educación y las deformaciones de personalidad. Arranca de que en las escuelas y en muchos hogares no se enseña seriamente desde la niñez que todas las personas y en particular las niñas y mujeres deben de ser respetadas. De manera que este delito solo se puede erradicar, paulatinamente, mediante una educación integral fundada en valores que promueva un cambio positivo de cultura.

Pero el problema del acoso sexual también es agravado por la impunidad, por la lenidad de las autoridades policiales y judiciales que están obligadas a perseguirlo y castigarlo.

Y como hemos señalado en otras ocasiones, las mujeres tienen que aprender desde niñas a defenderse personalmente de los anormales agresores callejeros.

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