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Urge democratizar tenencia de la tierra

Nicaragua junto al resto de países de Centroamérica y el Caribe registra la distribución y tenencia de la tierra más desigual del planeta, situación que impediría alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) fijados para 2030.

Nicaragua junto al resto de países de Centroamérica y el Caribe registra la distribución y tenencia de la tierra más desigual del planeta, situación que impediría alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) fijados para 2030.

Por tanto, mejorar la gobernanza de la tenencia de la tierra y frenar la creciente concentración de esta en manos de grandes propietarios que expanden sus inversiones agrícolas con la promesa de convertir las comunidades en polos de desarrollo, es fundamental para reducir la pobreza rural y cuidar los recursos naturales, advierte la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por su sigla en inglés).

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Para buscar estrategias que permitan incidir en las políticas y programas que mejoren las condiciones de acceso a la tierra para las familias campesinas, se han definido en todo el mundo Estrategias Nacionales de Involucramiento (ENI), que son promovidas y ejecutadas por organizaciones sociales.

De las seis ENI que existen en América Latina, una de ellas funciona en Nicaragua y se le conoce como Estrategia para el Acceso Democrático a la Tierra en favor de pobladores rurales en situación de pobreza.

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Para contribuir a la gobernanza de la tierra, las seis organizaciones participantes de la ENI en Nicaragua definieron tres acciones generales de trabajo: la primera está relacionada con la creación y fortalecimiento de la plataforma de trabajo de la ENI y la segunda con generar conocimiento sobre esta problemática para lograr la movilización de los actores involucrados.

Buscan incidencia

Una tercera acción “está enfocada en incidir en las políticas y programas nacionales y municipales, y a nivel de los mismos afectados sobre el acceso democrático a la tierra”, detalla Carmen Collado, investigadora del Instituto de Investigación y Desarrollo Nitlapan de la Universidad Centroamérica (UCA) y enlace de la ENI-Nicaragua.

Según Collado, dentro del marco del proceso de generación de conocimiento sobre este problema trabaja en dos vías: la primera es a partir de investigaciones de campo sobre temas relacionados con las formas de acceso y tenencia de la tierra. La otra es a través de un monitoreo del mercado de tierras.

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“Para los miembros de la ENI era evidente que existe un mercado activo en el que los pobladores rurales, principalmente las mujeres, está quedando sin tierra porque grandes inversionistas la están concentrando, pero nos faltaba la certeza científica”, agrega.

A partir del monitoreo realizado por las seis organizaciones que integran la ENI-Nicaragua se ha determinado la existencia de mercado activo de tierras en las comunidades. Estas presiones sobre la tenencia de la tierra tiene diversos orígenes y son los pequeños productores dueños de menos de diez manzanas de tierra los que dominan el mercado de la compra y venta de la tierra.

Migran al este

Este segmento, según Collado domina las transacciones. “Vende sus tierras en zonas más accesibles y compra más allá de la frontera agrícola”, afirma.

En segundo lugar se ubican las transacciones que realizan medianos productores dueños de entre diez y cincuenta manzanas. Y en menor medida aparecen los casos de empresas que compran grandes extensiones. Estos casos se registraron en 2015 en Matagalpa y Río San Juan, para explotación minera y cultivo de palma africana, respectivamente.

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En cambio, entre los pequeños y medianos productores el motivo principal de la venta es el pago de deudas. Y entre los vendedores del Centro, Norte y Río San Juan el avance hacia el este de la frontera agrícola es una de las motivaciones de la venta, en busca de tierras más baratas, explica.

“Venden cinco o diez manzanas de fincas mejoradas en quinientos o mil dólares cada una y van a comprar diez manzanas en trescientos dólares. Persiste el fenómeno de la colonización de la frontera agrícola de los últimos veinte años”, detalla Collado.

Hombres dominan

Otro hallazgo consistente del monitoreo es que el mercado de tierras está dominado por hombres, la participación de mujeres como vendedoras y compradoras es muy escasa. Los hombres manejan tres de cada cuatro transacciones de venta de tierra y cuatro de cada cinco compras, “probablemente eso se debe a que la tenencia legal de la tierra por lo general está en manos de los hombre”, añade.

De momento el impacto que provocan en la producción de alimentos estas presiones sobre la tenencia de la tierra no han sido parte de la investigación. Pero se ha determinado que la presencia de cultivos de mayor valor, como los agroexportables y caminos de acceso, elevan el valor de la tierra.

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“Una manzana de tierra en El Castillo y otras zonas de Río San Juan cuesta entre 250 y trescientos dólares, siendo las más baratas. Pero en otras donde hay caminos de acceso y cultivos como café o tabaco cuestan hasta ocho mil dólares la manzana, esto ocurre en Estelí y Matagalpa”, explica Collado.

A nivel general los monocultivos también presionan el mercado de tierras. En occidente lo hacen la caña de azúcar y el maní. En Las Segovias el tabaco y en el Caribe y Ríos San Juan la palma africana y plantaciones forestales.

Monitoreo tiene sesgo

No obstante se aclara que por ser las primeras experiencias se inició en 2015 y se han tenido que hacer pausas, los resultados tienen sesgos temporales.

También geográficos porque están limitados a las zonas de trabajo de las organizaciones participantes que son: Asociación para la Diversificación y el Desarrollo Agrícola Comunal (Addac), Fundación entre Mujeres (FEM) y Cooperativa de Mujeres de Río Blanco (Coomprio RL), estas tres trabajan en la zona norte y central del país. Centro de Mujeres Xochitl Acatl, en la zona seca de occidente, Fundación del Río (FdR) en Río San Juan y la Unión Unidas Venceremos en la zona costera de Rivas.

“La idea es que el monitoreo se realice sobre la base del trabajo que ya realizan las organizaciones, porque eso es clave para darle validez a los datos, porque no podemos llegar a las comunidades y preguntar si alguien compró o vendió tierra, porque la gente no lo va a decir. En cambio, a las organizaciones que trabajan en el sitio se le vuelve más fácil obtener la información porque tiene una base social en el lugar”, precisa.

Para Collado aunque hasta ahora solo se tenga información de zonas determinadas, esta permite hacerse una idea de la situación y comenzar a buscar alternativas que democraticen el acceso y tenencia de la tierra en el país.

Más concentración

Según el estudio Desterrados, Tierra, Poder y Desigualdad en América Latina, realizado por Oxfam, “hoy la concentración de la tierra alcanza un nivel aún más alto que el que existía antes de las reformas agrarias que se llevaron a cabo en varios países de la región. “Transformar las estructuras de tenencia significa enfrentar ese poder y alterar un orden social arraigado en una cultura más cercana al feudalismo que a una democracia moderna, donde se subvalora, explota y discrimina a las personas que trabajan la tierra”.

“Probablemente por ese motivo ningún proceso de reforma agraria en la región ha logrado una transformación duradera de la propiedad de la tierra. Ni las reformas más revolucionarias basadas en la expropiación de latifundios como las iniciadas en México en 1969 o Nicaragua en 1980”, precisa el estudio.

Los más desiguales

Según la FAO Centroamérica y el Caribe tienen la distribución de tierras más desigual de todo el planeta.

El coeficiente de Gini que mide la desigualdad, aplicado a la distribución de la tierra en Centroamérica y el Caribe, alcanza 0.79 (esta medición va de cero a uno). Mientras que Centroamérica sin el Caribe alcanza 0.75 de coeficiente.

En Nicaragua el coeficiente es de 0.72 y en la región el país con menos desigualdad es Costa Rica con un coeficiente de Gini de 0.67 y el más desigual es Guatemala con 0.84 de coeficiente.

Estos superan el de Europa que es de 0.57, el de África que es de 0.56 y el de Asia que es 0.55

A medida que el coeficiente se acerca al uno es cuando hay más desigualdad.

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