El secretario general de la OEA, Luis Almagro, reafirmó el último día del año 2016 su deber de velar por la democracia en las Américas, ante todo su condición primordial que es la celebración de elecciones pluralistas, competitivas y transparentes.
En un artículo publicado en el diario El País, de España, el 31 de diciembre, Almagro aseguró que “no podemos dudar respecto a qué debemos hacer porque de nuestra acción depende: elegir a quienes nos gobiernan, hacerlos responsables por sus inconductas y dar marco a un gobierno del pueblo para el pueblo”. A fin de “que la democracia realmente funcione y no sea una fachada para un ejercicio infame del poder”, agregó el secretario general de la OEA, “bregamos por elecciones libres y con derechos para todos, la independencia de los poderes del Estado, la más irrestricta libertad de expresión y prensa”.
Almagro se refiere obviamente a países como Nicaragua, donde no hay elecciones auténticas, no se respeta la independencia de los poderes del Estado ni existe una irrestricta libertad de expresión y de prensa.
El mensaje del secretario general devuelve la confianza en que la OEA de verdad tiene interés en hacer que la Carta Democrática Interamericana sea respetada en Nicaragua. Esa confianza fue debilitada por el mismo Almagro, cuando estuvo en el país el 1 y 2 de diciembre del año pasado y después de reunirse con representantes políticos, económicos, sociales y religiosos de la sociedad nicaragüense, a los que aseguró que su interés primordial es que se respete aquí la Carta Democrática, sin embargo, al encontrarse con Daniel Ortega reconoció a Rosario Murillo como “vicepresidenta electa de Nicaragua”.
Almagro no tenía obligación de hacer eso, de manera que sus obsequiosas palabras se percibieron como una legitimación de los resultados de la farsa electoral del 6 de noviembre. Además el alto funcionario de la OEA dijo que en Nicaragua “es importante ajustar algunos temas que tienen que ver con el funcionamiento del Sistema Político”, asegurando que “eso es algo que pasa en todos los países de la región”. Lo cual no es cierto. En ningún otro país de las Américas se realizan farsas electorales en vez de elecciones auténticas, como sucede en Nicaragua. Por lo consiguiente aquí lo que hace falta no son “algunos ajustes” al sistema político orteguista, sino desmontarlo y sustituirlo con otro que se ajuste a los principios, valores y normas de la Carta Democrática Interamericana.
En su escrito del 31 de diciembre el secretario general de la OEA dijo que “ejemplos recientes nos muestran cómo el debilitamiento de las instituciones, la falta de sujeción al Estado de derecho, el desconocimiento de poderes del Estado, la cooptación de la justicia, el deterioro de los derechos civiles y políticos tienen una incidencia absoluta en el bienestar y la seguridad de los pueblos”.
Uno de esos ejemplos es precisamente el de Nicaragua y, como lo ha indicado el mismo Almagro en su artículo publicado en El País, “los remedios están todos en nuestra Carta Democrática Interamericana, aquello que debemos cumplir y respetar para que 2017 sea un año de reafirmación de derechos y principios en las Américas”.