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Estudiantes de sexto grado del Centro de Atención a la Niñez de San José. Este centro está ubicado en el barrio Jorge Dimitrov, y la mayoría de su alumnos pertenecen a este barrio capitalino. LA PRENSA/ E. CHAMORRO

Promotoras de valores

Las Hermanas Josefinas han formado a miles de nicaragüenses desde que llegaron al país, hace 101 años, una labor que será reconocida por la Asamblea Nacional.

Las Hermanas Josefinas han formado a miles de nicaragüenses desde que llegaron al país, hace 101 años, una labor que será reconocida por la Asamblea Nacional el próximo 15 de noviembre, cuando los legisladores les hagan entrega de la Medalla de Honor en Oro.

En el corazón del barrio Jorge Dimitrov, el barrio más peligroso de Managua, se encuentra el Centro de Atención a la Niñez San José, lugar en donde las monjitas educan a 250 niños y jóvenes, la mayoría originarios de ese barrio.

“Nuestra labor no ha sido fácil, pero gracias a Dios y a San José que hemos podido salir adelante educando en valores a muchos niños y niñas”, asegura sor Mireya Ortez, directora del centro.
Ortez, originaria de San Fernando, Nueva Segovia, ha dedicado 26 años de su vida a servir a la congregación religiosa que llegó a Nicaragua en 1915.

“Educar es un compromiso moral, pero lo hacemos con amor y mucha responsabilidad”, asegura la religiosa.

Las Hermanas Josefinas tienen presencia en Matagalpa, Carazo, Granada, Rivas y Managua, y su mayor proyección radica en la promoción de la educación, los valores morales y el área de la salud.

“En realidad la promoción de la educación es determinante para la sociedad, acá la mayoría de los niños que educamos vienen de familias disfuncionales y no es fácil, entonces, es allí donde trabajamos con los valores morales y cristianos”, afirma Ortez.

Celebran cien cien años

La religiosa asegura que celebrar cien años trabajando ha sido lo más hermoso para la congregación.

“Ha sido lo más hermoso poder ayudar a los más pobres y eso es lo que hasta hoy ha mantenido a la congregación hasta el día de hoy porque Dios nos ha sabido recompensar”, reflexiona la monjita que viste de blanco.

El espíritu de la congregación que tiene a San José como patrón, es cuidar la vida de manera integral, cuidar la vida espiritual y cuidar la vida humana.

“Nosotros atendemos hogares de ancianos, escuelas, comedores de niños de la calle y hospitales. Pero también evangelizamos”, reflexiona la religiosa.

Sor Mireya Ortez, directora del centro. LA PRENSA/ E. CHAMORRO

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