Según las palabras de mi amigo Chale Mántica, un hombre corriente funciona más o menos así: “Primero descubre dentro de sí una multitud de deseos, pasiones, ambiciones e inclinaciones. Buenas y malas. Luego, en algún momento descubre y acepta que existe una cosa que llaman moral, ética o buenas costumbres o ley de Dios, a la que debe subordinar esos deseos e inclinaciones. Si los subordina somos buenos. Y la gente dice: Qué bueno que es don fulano”.
“Resulta que conforme a esa ley, moral, ética y buenas costumbres algunas de las cosas que le gustaría hacer son malas y por lo tanto no debe hacerlas. Y si las hace, la gente dice: Ese don fulano es un tal por cual”.
“Pero resulta que además hay otras cosas que preferiría no hacer, porque le da pereza, porque son aburridas o muy difíciles o simplemente porque no le gustan, pero que resulta que son buenas y por lo tanto debería hacerlas”.
“Cuando las hace, la gente dice otra vez: Qué bueno que es don fulano, aunque también haga algunas de las malas. Tal vez de ahí nace el dicho aquel de que el que peca y reza empata”.
“Y así va, entre cosas que quisiera hacer y no debe y cosas que no quisiera hacer pero debe, y a medida que la lista se va haciendo más grande lo que le va quedando es la esperanza de que cuando termine de hacer todo aquello que no le gusta, como dar de comer al hambriento, vestir al desnudo, visitar a los enfermos, perdonar a los enemigos, etc. o termina de dejar de hacer todo lo que es malo pero que le encanta, (y aquí la lista es más grande), tal vez habrá chance todavía de hacer alguna vez lo que le da la gana”.
“Se parece un poco al asalariado que después que le quitan la retención del Impuesto sobre la Renta, el Seguro Social, la cuota del sindicato, o la del partido, la tajada de la exesposa abandonada, y la de la nueva que le quita lo del diario, el pago de la luz y el agua y el alquiler de la casa, espera le sobre algo aunque sea para comprarse un par de cervezas”.
“Ese es el hombre corriente. Por desgracia ese hombre incluye también a la mayoría de los cristianos”. (Quizás a la mayoría de mis lectores) “Pero lo que les acabo de dar no es más que una brevísima síntesis de la teología Paulina. Una exégesis de la carta a los Romanos donde San Pablo nos dice exactamente lo mismo, solo que de una manera más elegante”.
Lo que falta ahora es la respuesta, que trataré de dárselas en la próxima entrega, el próximo sábado en esta misma sección en este mismo medio.
EL AUTOR ES COORDINADOR DE LA CIOUDAD DE DIOS
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