Se ha dicho, y con contundente acierto, que del Helenismo brotan las bases de la civilización occidental, que de esa vasta y enriquecedora cultura clásica una gran parte del mundo heredó sus principios filosóficos y humanos, sus propuestas científicas, sus fórmulas matemáticas, su apreciación por la belleza estética y su sensibilidad por el arte. Pienso que somos pocos los artistas que no hemos sido influenciados de una u otra manera por estos conceptos y planteamientos helénicos, por ese derroche de ideas y percepciones que florecieron tan precipitadamente y con tanto ímpetu y fervor en la mente y el corazón de una raza indiscutiblemente ilustre y privilegiada.
EL CICLO DE PERICLES
Si bien es cierto que Grecia —o Hélade como se le conocía antiguamente— sufrió innumerables trastornos políticos y geográficos y presenció una desbordada hegemonía por parte de las diversas “polis” que la representaban, la esencia en sí de su cultura fue siempre y celosamente resguardada por los suyos. Se dice que durante el “Siglo de Pericles”, político y orador ateniense, Atenas gozó de su máximo esplendor y que tras ese brillo surgieron las obras de grandes maestros de la ciencia, la historia y las letras. Más tarde, cuando el ya legendario Alejandro Magno, rey de Macedonia, comenzó su ininterrumpida y amplia conquista, el joven y carismático líder militar llevó consigo el “cosmopolitismo” y compartió e impuso el carácter griego donde quiera que sus haza
ñas y victorias lo conducían. Tras su prematura muerte y a pesar del deterioro en su sistema político, Grecia, como fuente de cultura, logró expandirse como nunca antes en lo que se denominaría el “Periodo Helenístico”, del Siglo IV al Siglo I, a.d.C. Con el progreso urbano, la creación de ciudades y el fluido acceso a las mismas, una “nueva sociedad” se comenzó a edificar, donde la gente culta y aristocrática consideraba lo griego co
mo el primordial referente a seguir.
He titulado esta colección de dibujos, Akropolis, como alusión a esa arquetipal ciudadela donde habitaron por tantos años algunas de las figuras más paradigmáticas de todos los tiempos.
100 DIBUJOS
En este compendio de imágenes incluyo no solo a algunos de estos connotados personajes y mi interpretación visual de cada uno de ellos, sino también a ciertos integrantes prominentes de aquella compleja estructura socio-política-militar, a emblemáticas deidades mitológicas y a ciudadanos comunes y corrientes, que de común y corriente seguramente poseían muy poco. He tratado de encapsular en 100 dibujos, “rasgos y restos” de epopeyas, idilios y rituales griegos y he intentado ser medidamente fiel a la pasión y, por qué no, la sensualidad y el erotismo de la época. Algunas de estas desenfadadas costumbres hoy en día han vuelto a poseer connotaciones inaceptables o incómodas a primera vista, pero es para mí interesante al menos restaurar parte de esa libertad desafiante que hizo posible el desarrollo y la expresión total de tantas posturas filosóficas, artísticas y humanas.
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