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Desde el 31 de julio de 2013 la escuelita de la comunidad de Santa Ana, en Nandaime, cuenta con paneles solares para educar a la niñez local. LA PRENSA/ M. ESQUIVEL

La escuela que ilumina

En la comunidad de Santa Ana, en el municipio de Nandaime, la escuelita local es, literalmente, un faro que ilumina: el sencillo edificio es el único que cuenta con energía eléctrica en la zona, donde por las noches todavía se alumbran con candiles. Pero el centro escolar también tiene otra particularidad: la energía que utiliza […]

En la comunidad de Santa Ana, en el municipio de Nandaime, la escuelita local es, literalmente, un faro que ilumina: el sencillo edificio es el único que cuenta con energía eléctrica en la zona, donde por las noches todavía se alumbran con candiles. Pero el centro escolar también tiene otra particularidad: la energía que utiliza proviene de seis paneles solares ubicados en su techo.

Estos paneles han cambiado la vida no solo de los ocho niños de preescolar y los 25 estudiantes de multigrado del centro escolar, sino también de los cien habitantes de Santa Ana.

En el centro escolar hay tres computadoras y un televisor y “ahí se trabaja con los niños, también se alquila el televisor, entonces de la comunidad vienen aquí a ver televisión en la tarde y se cobra cinco córdobas la hora de carga de celulares para darle mantenimiento a las baterías”, contó la profesora Lady María Romero Potosme.

Romero tiene 30 años, pero aparenta menos edad. Diariamente recorre en su pequeña motocicleta los seis kilómetros de camino rural entre la entrada El Manchón, en el kilómetro 71 de la Carretera Panamericana Nandaime-Rivas, y Santa Ana, para encontrarse con sus alumnos del multigrado.

“Antes aquí no había uso de nada, no había energía, nada”, recuerda Romero mientras observa a los niños reunidos frente a una de las computadoras que están en el aula.

Ese panorama cambió en 2013 cuando la organización Grid Alternatives, que ofrece beneficios a base de tecnología solar a comunidades que no tienen acceso a energía, escogió a Santa Ana como beneficiaria de un proyecto de paneles solares en el que participan voluntarios estadounidenses y pobladores de la zona.

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Paradójicamente en el trayecto desde la carretera Nandaime-Rivas hasta Santa Ana se pueden encontrar postes de concreto y tendido eléctrico, pero por ellos no circula energía.

“Ya está completo el tendido, lo que falta es el material para bajar la luz. No se sabe cuándo lo van a poner, supuestamente dijeron que para esta fecha ya tenía que estar, pero que el Gobierno ha fallado con el material, que es el alambre forrado para agarrarse de ahí porque los transformadores están puestos. Hasta que ya esté completo todo van a hablar con Enatrel (Empresa Nacional de Transmisión Eléctrica) y Unión Fenosa para ya conectar”, dijo Miguel Talavera Sánchez, habitante de Santa Ana.

Sin embargo, mientras eso ocurre doña María Balbina Carmona, también pobladora del lugar, todavía seguirá usando candiles en su casa “porque no tengo energía todavía, tenemos añales de vivir así, no hay televisor, no hay equipo, no hay nada, pero ahora que están los paneles los chavalos utilizan las computadoras y hay cosas diferentes y estamos agradecidos por eso”.

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LA SOSTENIBILIDAD DE LOS PANELES

“Siempre estamos buscando comunidades que están bien alejadas de la red eléctrica, por lo menos unos tres a cinco kilómetros y además que estén organizadas, que haya ya sea una escuela o un centro de salud. Nosotros vamos a la comunidad, hablamos con los líderes y revisamos el edificio para medir el impacto si nosotros instalamos un panel solar”, explica Carla Estrada, gerente de proyectos de Grid Alternatives Nicaragua.

Para asegurar la sostenibilidad del proyecto se crea un comité de energía y se les brinda capacitación y “ellos aprenden sobre los diferentes componentes del sistema, para qué sirven y por qué es necesario cuidarlo y les damos las instrucciones para limpiar las baterías, rellenarlas, cómo tienen que limpiar los paneles, todo el proceso de mantenimiento”, refirió Estrada.

Después de instalado el sistema fotovoltaico, Grid Alternatives firma un acuerdo con la comunidad: al cabo de cinco años, cuando haya terminado la vida útil de las baterías del sistema que cuestan aproximadamente quinientos dólares, ellos darán la mitad del costo de las nuevas baterías siempre y cuando la comunidad ponga la otra mitad.

“Durante cinco años tienen que recaudar fondos, por ejemplo, la gente llega a la escuela, cargan su teléfono celular o su lámpara de mano de esas que se puedan recargar o hacen kermeses o mañanas deportivas, recogen dinero y una parte va a la escuela para que el maestro pueda hacer actividades académicas con los niños y otra parte va para el mantenimiento. Después de cinco años la comunidad tiene un fondo y esa es parte de la sostenibilidad”, puntualizó Estrada.

1,000 watts de potencia instalada tienen en total los seis paneles solares instalados en la escuela de Santa Ana, que además cuentan con su inversor, controlador y cuatro baterías.

Boletin Reportajes energía solar Escuela archivo

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