PBRO. OSCAR CHAVARRIA
Hoy, por todas partes, solo se habla de malas noticias. Da la impresión de que este mundo es un gran sembradío de corruptos, ladrones, asesinos, abusadores…, en el que las palabras “ética, honradez, vida, respeto, justicia, servicio, misericordia…” brillan por su ausencia. Este ambiente enrarecido que estamos creando, lógicamente, nos lleva a vivir cierto pesimismo y creer que aquí no hay solución alguna.
Pero aunque esto es en parte verdad, existen miles y miles de personas jóvenes y mayores, que son honrados y que no gritan, que no se oyen, que trabajan en silencio y están donde muchos no queremos estar, dan y se dan con todo el corazón a los demás, no salen en los medios de comunicación y están haciendo una labor maravillosa con la gente que más sufre, que más necesidades pasa.
Hay tanta gente buena honrada y anónima en los conventos, comunidades, iglesias, asilos, instituciones de caridad, escuelas… brindando su corazón y enjugando las lágrimas de quienes sufren la soledad, el dolor y la enfermedad. Hay tanta gente buena honrada, anónima y cristiana que hacen de su vida un servicio desinteresado a los más pobres, a los desahuciados de la sociedad y hasta dejan familia y patria para hacer de sus vidas un pedazo de pan que se parte y reparte con aquellos que hasta han perdido ya la esperanza.
Hay tanta gente buena honrada y anónima que dan su palabra animadora con autoridad porque, con su palabra y con su vida, hablan como actúan y actúan como hablan, como decían de Jesús (Mc. 1,22). Hay tanta gente buena honrada y anónima que con sus empresas y el trabajo honrado de cada día apoyan, acompañan, colaboran y se integran en obras sociales y tienen un corazón hermano. ¡Hay tanta gente!… ¡en verdad que son santos!, aunque no sean canonizados, y bienaventurados, como nos dice Jesús en el evangelio de hoy. Esta gente es: “Pobre con los pobres”, (Mt. 5,3).
-Siempre respeta al otro precisamente como otro (Mt. 5,4).
-Llora con los que lloran y enjuga las lágrimas para que sea posible la sonrisa en el rostro de todos (Mt. 5,5).
-Nunca se cansa de hacer y gritar por la justicia (Mt. 5,6).
-Está allí donde está la miseria y su presencia es todo corazón para aquellos que son menospreciados por la sociedad injusta (Mt. 5,7).
-Solo saben amar y su corazón late sin fingimientos y sin intereses egoístas (Mt. 5,8).
-Por donde van, nunca dejan de sembrar la verdadera paz (Mt. 5,9), aunque a su alrededor solo vea persecución (Mt. 5,10), pues, “la alegría de hacer el bien está en sembrar, no en recoger”.
En el día de “Todos los Santos“, debemos agradecer a Dios por todos aquellos que pasan por este mundo brindando amor donde no lo hay y haciendo el bien donde solo hay espinas y dificultades.