La mayoría de los que nos preocupamos por el destino de nuestro país cuando el contrato social falla y las leyes no se cumplen (o se cumplen a medias según la conveniencia), y entre estos los principales jerarcas de la Iglesia católica, coincidimos en que en estos momentos no podemos hablar de oposición porque, en la práctica, no hemos hecho lo suficiente para impedir que el régimen de Ortega pase encima de cuanta ley se oponga a su voluntad.
Aunque estamos claros de que estamos viviendo en una dictadura, aún no se ha contemplado la lucha armada para separar del poder a Ortega, porque creemos que todavía hay espacio cívico, cuyas posibilidades dependerán del valor, honestidad, integridad y amor patrio de los dirigentes y del pueblo democráticos, en el entendido de que la paz y el progreso de la nación solo son posibles bajo el imperio de leyes que sean cumplidas por todos o sancionados quienes las violen, sin excepción.
El Partido Liberal Independiente (PLI), que es una institución pública, sin dueños, con casi setenta años de existencia, es el principal partido de oposición en estos momentos, no porque sus actuales dirigentes hagan oposición (que no la hacen), sino porque este vehículo quedó oficialmente en segundo lugar en las últimas elecciones presidenciales (aunque sabemos que en realidad las ganó y fue víctima de un fraude, razón por la que don Fabio Gadea Mantilla no asumió su escaño como diputado, al que legalmente tendría derecho). El PLI, de acuerdo con la ley electoral vigente, tiene derecho al cincuenta por ciento de presidentes y al cincuenta por ciento de primeros miembros en todas las estructuras electorales (CEM, CED y JRV). Con esta presencia puede asegurarse que no haya un nuevo fraude electoral en las presidenciales del 2016 (a la vuelta de la esquina), siempre y cuando no se dé un solo paso atrás en el cumplimiento de la ley antes, durante y después de las elecciones, incluyendo la elección de los magistrados del CSE, la entrega de cédulas a todos los ciudadanos, la depuración del padrón electoral, el no permitir partidos que perdieron su personería jurídica por no alcanzar el cuatro por ciento (cuyos segundos miembros y fiscales son puestos por el FSLN), la conformación del tendido electoral, la verificación de la localización de la JRV que corresponde a cada ciudadano, las medidas de seguridad para evitar el doble y triple voto y la observación electoral nacional e internacional con acceso a todos los niveles del proceso electoral. Todos estos aspectos fueron violados en las elecciones del 2008, 2011 y 2012, sin que la dirigencia actual del PLI haya hecho nada por evitarlo.
La contradicción es que el PLI es el principal partido de oposición, pero los actuales miembros del Comité Ejecutivo Nacional no hacen oposición, sino lo contrario. Como ejemplo, según la denuncia del diputado Santiago Aburto, el actual presidente nacional del PLI, Indalecio Rodríguez, en contubernio con el FSLN cambió la lista de candidatos de Terrabona, en las últimas elecciones municipales, aún cuando ya estaba publicada en La Gaceta, para poner personas allegadas al FSLN.
Lo importante ahora es que la dirigencia del PLI ha llamado a elecciones internas y aquí es donde el pueblo democrático tiene la oportunidad de cambiar la historia. Según los estatutos del PLI la junta directiva nacional se elige en la Convención Nacional que está constituida por todos los presidentes y secretarios municipales y departamentales (y no por todos los que tengan carnés). Para tener el control del partido, Indalecio Rodríguez y Eduardo Montealegre designan a quienes ellos quieren en esos cargos, de manera similar a como Alemán nombra a los convencionales del PLC, pero si en las asambleas territoriales, municipales y departamentales se eligen democráticamente personas que representen el sentir de la población y no los designados de dedo, es muy probable que en la Convención Nacional se elijan, cargo por cargo, a personas más idóneas que la plancha que piensan imponer los dirigentes actuales. Dependerá de la Comisión Nacional Electoral que el PLI se mantenga como la reserva moral del liberalismo o termine de convertirse en un partido zancudo. El autor es VicePresidente Departamental PLI-Managua.
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