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El niño castigado, escultura de Edith Grön.

¿Denuncia o abuso?

Cada una por su lado han creado sus obras desde una lectura del arte cuestionador de la violencia contra las mujeres y el machismo imperante. Pintoras, escultoras, grabadoras, fotógrafas y artistas experimentales, expresan su sentir.

 

Arnulfo Agüero

Cada una por su lado han creado sus obras desde una lectura del arte cuestionador de la violencia contra las mujeres y el machismo imperante. Pintoras, escultoras, grabadoras, fotógrafas y artistas experimentales, expresan su sentir.

Durante décadas la mayor parte de mujeres se han orientado por el trabajo del bodegón, el retrato, el paisaje, con estilos primitivistas, realistas, expresionistas, abstractos figurativos, con pretensiones claras de lograr un arte preciosista o decorativo.

Son pocas, por no decir contadas, las que se han atrevido a romper esta norma tradicional de hacer arte, de usar los colores, estructuras tridimensionales, vídeo o fotos, para crear, protestar, denunciar, y demandar cambios en esta sociedad autoritaria que violenta la vida de las mujeres y sus hijos.

Una de esas figuras representativas es Edith Grön (1917-1990) escultora danesa radicada en Nicaragua. Una de las primeras mujeres, trabajó el monumento público por encargo gubernamental, esta realizó piezas extraordinarias alusivas a la mujer, niñez, que denotan su registro del maltrato, dolor o violencia natural, como fue el sismo en Managua.

Una de esas obras que aluden al espacio intrafamiliar es El niño castigado realizado en 1944, y expuesta en el Palacio de Bellas Artes de México y elogiada por la prensa. Otras de sus piezas también aluden al dolor, como Niña arrodillada , obra que pudo ser motivada por el recuerdo del castigo, religioso o de los padres.

Sin duda esta es la parte menos conocida de esta artista quien históricamente ha sido aplaudida por la regia manufactura de sus monumentos de estilos clásicos de próceres, héroes y poetas.

Ilse Ortiz

Desde una lectura más universal del dolor, la violencia y las injusticias, y con una tendencia hacia la estética de la forma abstracta-figurativa, la pintora Ilse Ortiz de Manzanares ha creado sus series de “solidos heridos”, donde aparecen alambres de púas y cadenas, que nos insinúan metáforas de lo punzante, amenazante, y lo intimidatorio.

Desde sus inicios en los años setenta Ilse pintó temas abstractos figurativos, tomando como referentes imágenes de chatarra, o de otras formas metálicas como doblones, monedas, así como objetos metálicos semejando máquinas de tortura.

En este sentido sus conceptos son más abstractos y complejos, porque se alejan del realismo figurativo por uno alegórico y simbólico. Encontrando así su propia forma de denuncia, de poner el dolor en relieve, y patentizar las injusticias de este mundo industrializado, comercial y violento.

Saralyn es directa

Directa, sin ambigüedades, y dedicando su vida a denunciar desde su arte la violencia y el machismo imperante, la pintora  Saralyn Pistorius, año, tras año ha venido creando sus series de mujeres violentadas, esclavizadas, y sufrientes. La artista revela que sintió atraída por este tema porque es “un número más de esas víctimas discriminadas”.

Esta actitud de la artista fue descubierta por el escritor Franz Galich, su profesor de historia del arte, cuando ella era una estudiante en la Escuela de Artes Plásticas Rodrigo Peñalba. Una de sus recientes obras la título Seguimos en la misma , una especie de autorretrato donde sale sujeta con una camisa de fuerza.

Para mediados del próximo año dice que reunirá sus dibujos, pinturas, y collages, y exhibirlo para que se conozca lo que es ella: “una mujer apasionada que se apropia de la escuela impresionista, que pinta sobre la mujer y la violencia sufrida y vista”. Afirma que seguirá pintando el tema aunque no les compren sus obras.

Zamora en los grabados

Alicia Zamora ha realizado grabados y dibujos, los que buscan como desmitificar el rol de la mujer como la doméstica abnegada al servicio del marido, o la modelo 90-60-90.

Zamora cuestiona la representación de la imagen comercial de la mujer. “Todavía muchos pintores contemporáneos siguen pintando a la mujer sin cabeza, sin manos o de espalda, le ponen cabeza de papaya o de volcán, siendo un irrespeto, a veces las modelos son abusadas”.

En su caso, sus grabados de rostros y cuerpos son totémicos, mezclas de cultura urbana y precolombina. “Lo que hago es la desconstrucción de la estética establecida de la mujer-modelo. Hago mujeres cabezonas de cuerpo pequeño, regordete olmeca, con rasgos fuertes, miradas penetrantes, y algunas armadas de fusiles”, explica Zamora,  invitando a las artistas a tener conciencia y plenitud del arte que realizan.

Discriminaciones

Patricia Belli no ha trabajado directamente el tema mujer-arte-violencia, ha cuestionado desde su arte sobre otras formas de discriminación vistas desde “los mecanismos de dominación a nivel simbólico, los estereotipos de lo femenino y masculino, y los paradigmas culturales que se expresan a través de nuestro comportamiento”, explica.

Algunas de sus obras como  Contorsionista,  y  Adornadas, tienen ese enfoque. En la primera obra, la mujer simboliza un objeto que se contorsiona buscando como convertirse en sujeto; y en el segundo, esta reúne dos estereotipos cuestionando el rol de la masculinidad y la feminidad.

Cultura obras protestar archivo

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