¿Qué cree usted señor o señora que está leyendo este artículo que le diría su cónyuge si le propone que para pagar parte del cobro de la energía que le llegue en el recibo de este mes salgan a prestar al banco, a un amigo o saquen un extrafinanciamiento de la tarjeta de crédito?
¿Y qué cree usted que le diría su cónyuge cuando le proponga que ese mecanismo lo va a repetir todos los meses?
Si su pareja le dice que está loco o loca considérese dichoso porque seguro es lo menos que le podrá decir. ¿Entonces si ese esquema no tiene sentido para usarlo en nuestros hogares por qué tiene sentido en el gran hogar que es nuestro país? No lo tiene.
Lo que el gobierno del presidente inconstitucional está haciendo en nuestras propias narices es utilizar una política efectista para meternos la mano a la bolsa no una vez, sino dos veces, y de la manera que lo plantea parece que hasta le tenemos que agradecer.
Aprovechando el acuerdo del Inconstitucional con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, habría tres maneras de resolver esta situación de las alzas en la energía: la buena, la dura y la perversa.
La manera buena es que finalmente el acuerdo con Chávez se traslade a la población. En lugar que el beneficio de tener un crédito a largo plazo por el 50 por ciento del precio del petróleo se detenga en las arcas de Albanisa este beneficio puede pasar a las generadoras, luego a la distribuidora y finalmente al consumidor. Eso cortaría de inmediato la tarifa a la mitad, o digamos en un 25 por ciento para así ir pagando por adelantado el crédito de Chávez.
Al hacer esto, en lugar de estar hablando de endeudamientos y aumentos tarifarios estaríamos hablando de la alta competitividad que tendríamos al darnos el lujo de tener petróleo barato.
Pero bueno, el Inconstitucional no es Hermanita de la Caridad así que no va a dejar ir todos esos milloncitos para favorecer a la gente. Puede usar unos cuantos para aparentar que es magnánimo, nada más.
La segunda opción es la dura. Regresando al ejemplo del hogar, esta opción plantea hacer lo que seguramente su cónyuge le recomendaría: un plan de ahorro. Apagar toda bujía que no se use. Eso se hace en la casa y se puede hacer en el país, pero a este Gobierno no se le ha pasado por la mente hacer una campaña de ahorro energético y mucho menos hacer un plan de ahorro.
Es más, hasta han reducido al mínimo la venta de aquellas bujías ahorrativas. ¿Por qué no las reparten como reparten láminas de zinc? Las bujías las venden en el INSS central, pero sin hacer mucha bulla, como que no quieren que nadie se dé cuenta.
La llamo la opción dura porque la energía cuesta lo que tiene que costar. Si usted quiere pagarla, no ahorre. Los más pobres ya están protegidos por una ley que data desde antes del 2005 y tienen la tarifa congelada, los demás deberán ahorrar e invertir en eficiencia.
Pero al Inconstitucional no le gusta esa opción, tiene costo político y pierde oportunidad, así que solo queda la opción perversa.
Al Inconstitucional y su gente no les basta tener monopolizada la importación de petróleo, monopolio que les permite disponer de al menos 500 millones de dólares al año. Tampoco les basta ser los generadores más grandes de energía vía plantas térmicas en Nicaragua, por lo que cada aumento en la tarifa les representa más ingresos directos. Y tampoco les basta habernos endeudado ya con Alba-Caruna (léase ellos mismos) con 153 millones de dólares sino que aprueban una ley para empeñar nuestra futura eficiencia energética – si alguna vez la alcanzamos – a cambio de que ellos reciban más plata ya que el endeudamiento no tiene límite.
Porque tienen la oportunidad de salvar al país de la pobreza perpetua pero no la aprovechan es que yo llamo a esta “solución” la perversa, aunque en realidad debería dársele un nombre más fuerte.
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