¿Quién causa tanta alegría? Es el grito que acompañado de las canciones alusivas, la reunión en el hogar de familiares y amigos y la distribución de “gorras”, brindis, obsequios, se ha constituido en marca cultural de las comunidades de nicaragüenses en el exterior.
El 7 de diciembre, o en el fin de semana más cercano, en cualquier país y ciudad en que residan nicas, seguramente lo celebrarán, ya sea Miami, San Francisco, Chicago, en los Estados Unidos; San José, Tegucigalpa, Guatemala, en Centroamérica; o Vicosa, en Brasil. Cual sea el lugar al que hayan llegado migrantes nicaragüenses, harán sentir y se regocijarán con la peculiar alegría de la Gritería.
De todas las festividades y eventos del calendario nacional, la Gritería es quizá la celebración con mayor arraigo y marca distintiva del ser cultural nicaragüense, en torno a la cual se expresan, sobre todo en el exterior, tradiciones de órdenes culinarios, musicales, pictóricas, vestuarios, que encuentran su oportunidad de expresión en la congregación de nicaragüenses que reafirman su identidad y dimensión cultural.
En la Gritería se expresan valores de fraternidad y solidaridad, los hogares y las comunidades se abren a los vecinos y familiares, compartiendo bienes con alegría. Este es quizá su rasgo más distintivo y que le hace tener vigencia en la distancia y en el tiempo. En esta festividad, los nicaragüenses expresamos en el marco de nuestra propia cultura, nuestros mejores sentimientos hacia el otro y así, nos sentimos orgullosamente nicas y nos sentimos buenos desde profundas raíces.
Al constituirse entonces en expresión nacional de un valor deseable y universal, se convierte en una festividad, sobre todo para los nicaragüenses en el extranjero, en que pueden darse cita y exhibirse diversas manifestaciones de nuestra cultura, ya que además de la música y cantos propios de la Purísima, será ocasión de escuchar música nacional, de bailar la música nacional. A la par de las golosinas, gofios, cajetas, ayote en miel que se logre hacer llegar desde el terruño, también será momento de compartir comida nica. Hay quienes sacan una Gigantona, otros se visten de güipil. Se pintan los telones para altares, papel para las peñas; piñatas para los niños. Lejos del terruño natal, llega a ser un momento de exaltación del ser nicaragüense.
Es también una oportunidad de interacción para la comunidad nicaragüense en el exterior, quienes viviendo en el día a día tienen pocas ocasiones de reunirse, especialmente con un motivo identificador, la Gritería les ofrece esa ocasión. Ocurre igual a lo interno del país, la celebración comunitaria de la Purísima va siendo cada día más común, los vecinos se reúnen y por calle o sector la celebran día a día, congregándose todos en un día final, de tal forma que a la par de los altares por hogar, son frecuentes los altares vecinales.
Toda persona, y toda cultura, para poder subsistir necesita articular una serie de características distintivas que le permitan reconocerse a sí mismo y poder interactuar con el otro sin ser absorbido y perder su identidad. La tradición de la Purísima, con su momento cumbre de la Gritería, se constituyen a mí entender en una de esas anclas culturales que nos permiten reafirmarnos como pueblo y nos permiten relacionarnos con otros pueblos sin dejar de ser lo que somos.
El autor es psicólogo Social.
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