Esta es Irena Sendler,
la mujer a quien rompieron las piernas
en un gueto de Varsovia,
declarada culpable de salvar vidas.
Mujer, más mujer que muchos hombres.
Imagínate, retando al mismo demonio
en el infierno.
¿Por qué no Santa Irena?
Tierna y a la vez dura.
Como con dos corazones
porque un solo corazón a veces resulta insuficiente
para querer tanto.
Con sus pies livianos como alas
para ni siquiera quebrar hojas,
pasó niños en medio de las trincheras alemanas
porque decidió que no serían víctimas de nadie.
Jugando con la muerte
ella y su perro sin nombre.
Así de simple,
Santa en los cielos,
Porque solo de santos es jugarse la vida por los demás
y muchos niños judíos no murieron
igual que Jesús corriendo con José
hacia la resurrección.
Dicen que los perros no hablan,
pero cuando son tu única compañía
cada ladrido,
cada movimiento de oreja es un mensaje
que necesitas entender.
Y el perro parecía hablar amenazante
al cruzar las líneas erizadas de armas y de odios
como si pudiera,
como si pudiera destrozarlos.
Lo cierto es Irena,
que los niños que salvaste están en el mundo
y tú ya no,
pero ellos continúan poniéndole música a la historia de tu valor
a la historia de una caja de herramientas con un niño adentro
el perro sin nombre flaco y decidido,
y tus piernas rotas
cuando te descubrieron.
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