Por IAIN SULLIVAN
BARCELONA/AP
Los más importantes toreros españoles se reunieron hoy para un último fin de semana de corridas antes de que se prohiban en la comunidad autónoma de Cataluña, y cientos de aficionados llevaron a sus héroes en hombros por kilómetros hasta su hotel después de que dieron muerte a los astados.
Los mejores toreros conformaron los carteles del sábado y domingo en la Plaza Monumental de Barcelona. Entre los diestros estaba José Tomás, uno de los mejores matadores españoles.
La prohibición entra en vigor el 1 de enero, pero este fin de semana se realizan los últimos eventos de la temporada taurina de 2011 en la capital catalana, en el noreste de España.
El periódico conservador El Mundo, que está a favor de la tauromaquia, publicó un análisis hecho por un economista en el que dice que la ciudad perderá dinero con la prohibición de las corridas que están permitidas en todas las demás regiones españolas, salvo las Islas Canarias, donde se proscribieron desde 1995.
El periódico publicó otro artículo que se lee como un obituario, con viñetas sobre matadores que se forjaron en Cataluña y otros que murieron en el ruedo, incluyendo cuatro en la Monumental de Barcelona. El torero Julián López ‘el Juli’ dijo que estaba triste y enojado de que no podrá volver a torear en Barcelona.
“El Juli” lamentó que terminen las corridas de toros en una plaza como la Monumental de Barcelona, a la que consideró bella y de mucha tradición. Cientos de aficionados a la fiesta brava gritaban “Cataluña está a favor de las corridas de toros” mientras llevaban en hombros a los toreros hacia sus hoteles.
La prohibición de las corridas de toros en Cataluña fue impuesta el año pasado, pero los legisladores después aprobaron otras tradiciones relacionadas con los toros que son tachadas de crueles por los activistas defensores de los animales.
Esos actos incluyen colocar bolas de cera encendida en la cornamenta a los toros antes de soltarlos para que persigan a la gente en el ruedo o en las calles de pueblos pequeños, o bien, dejar que las reses persigan a los temerarios cerca de los muelles hasta que los astados caen al agua.