Cumpleañero
¡Qué pifia la del cumpleaños del “compañero ministro de Hacienda”! Le aguaron la fiesta. Es que según las propias palabras del compañero, aquí hubo tres errores: uno, que se planificara una fiesta “al estilo de los 16 años de gobierno neoliberal”; dos, que “se licitara sin autorización”; y tres que se hiciera público el evento antes de que se “consumaran los hechos”. Estamos seguros que este último es el problema real. Sin divulgación nada habría ocurrido: el cumpleaños se hubiese celebrado con todas las de ley, nadie habría sido despedido, al contrario, tal vez felicitados por la buena fiesta que le armaron al compañero, y el ministro no tendría que bolsearse él mismo para costear su pachangón. En el escándalo, compañeros, estuvo el pecado.
Sandiburguesía
En el fondo lo que asoma es una doble moral vergonzosa y vergonzante. Tenemos una cúpula política que se está enriqueciendo a ritmo de vértigo. Viajan en aviones privados, viven en mansiones, manejan vehículos de lujo, tienen a sus hijos estudiando en caras universidades en el extranjero, pero se visten con camisas de 30 córdobas y hablan como si no supieran qué comerán hoy por la noche, como mucha de la gente que les cree. Son nuevos ricos o sandiburguesía, lo cual no sería ningún pecado, si no fuera porque usan a los pobres para hacerse ricos a sus costillas, y al hacerse ricos han comenzado a repetir los mismos vicios y extravagancias de la clase que según ellos quieren combatir. Hay que leer de nuevo rebelión en la granja para entender a esta gente.
Contradicción
Es la contradicción de siempre: venden a los pobres la promesa de un mundo mejor, pero necesitan de los pobres para ascender social y económicamente. Si los pobres dejan de ser pobres ellos ya no podrían seguir acumulando riquezas y poder, por lo tanto harán todo lo posible para que cada vez haya más pobres a quienes puedan prometerle el cielo, dándoles si convenientemente la dirección al infierno.
Narcoliberaciones
Hace poco vimos a la magistrada Alba Luz Ramos refutar indignada la información que publicó WikiLeaks, en la que personeros de la Embajada de Estados Unidos comentaban entre ellos que Daniel Ortega se habría financiado su elección con dinero del narcotráfico. Y que por eso veíamos sorpresivas liberaciones de grandes narcos, sin más trámite ni fundamento que el de un juez que “no encontró pruebas”. Se preguntaba la magistrada por qué decían “jueces sandinistas” si también participan los liberales, y que ellos, ahí sí los sandinistas, han castigado ejemplarmente a los jueces que han liberado narcos, “porque aquí hay una orientación de combatir frontalmente al narcotráfico”, decía la magistrada. Y uno casi la aplaude por sus inflamadas palabras, pero desgraciadamente la realidad es otra. Siguen saliendo los narcos libres, de la mano de jueces liberales y sandinistas, como en Granada hace unos días, sin que aquí pase mayor cosa.
Vista gorda
El problema, magistrada Ramos, es que con el control que exhibe el partido Frente Sandinista sobre el sistema judicial, es difícil creer que sean libretazos individuales de jueces, sandinistas o liberales, los que están sacando a los narcotraficantes de las cárceles. Si se fija bien, para justificarse usan las mismas triquiñuelas que miembros de ese sistema utilizan para irle sirviendo la mesa de la reelección a Daniel Ortega. Es el mismo estilo. ¿Qué pasaría con un juez, sandinista o liberal, que actuara contra el deseo de Ortega de reelegirse? ¿Por qué no vemos ese mismo celo en la lucha contra el narcotráfico? O hay un interés monetario expreso, como dice WikiLeaks, o al menos un hacerse de la vista gorda desde el orteguismo. Si no que demuestren lo contrario.
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