14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.
Inés Izquierdo Miller

Fosa, fósil y hozar

Hablemos del Idioma

Nuestra colaboradora de la semana pasada nos escribió para agradecer la publicación de sus aportes pedagógicos : “Me sorprendió la publicación de mis Notas. Gracias. Soy asidua lectora de su columna, y mientras estuve en aulas, la utilicé para lo que llamaba “Laboratorio de Ortografía y Vocabulario”; incluso en intercapacitaciones con docentes me fueron muy útiles.

Hoy sólo quería agradecer su gentileza y haberme “cedido la palabra”, fue un honor para mí”.

Doña Hercilia, este espacio es de ustedes, de quienes defienden nuestro idioma, siempre que haya una buena colaboración, yo cederé la palabra.

Hoy quiero explicarles la relación entre algunas palabras que tienen cierto vínculo dado por su origen, para ello comenzaré con el vocablo fosa.

Los verbos latinos, como fodere (cavar) tienen su participio femenino “fossa” —que podía significar “excavación”, “fosa”, “tumba” o “canal”, según el contexto— y que ha evolucionado en castellano hasta “fosa”.

Pero también, por otro lado está el participio masculino “fossus”, probablemente a través del italiano medieval “fosso”, nos ha dejado “foso” refiriéndose a la excavación que rodea a muchos castillos y fortalezas.

Con respecto a “fossilis”, para los romanos, era cualquier objeto que encontraran o sacaran excavando la tierra. Durante mucho tiempo, siguieron dando ese mismo nombre a todos los objetos y materiales que extraían de la tierra hasta que el sueco Linneo restringió el carácter de los fósiles a las sustancias orgánicas petrificadas (o fosilizadas), ya sean de origen vegetal o animal.

Podemos decir que para un romano cualquier cosa que encontrara enterrada en el suelo era ya un fósil, sin embargo para nosotros esta palabra se asocia con los objetos que salen a la luz después de estar enterrados durante millones de años.

A través de los fósiles, por ejemplo, hemos podido saber de la existencia de animales extintos como los dinosaurios y reconstruir la evolución del ser humano.

En el mismo ámbito de fosa, vemos palabra cavar, que se decía en latín culto “fodere”, pues en latín vulgar era “fodiare”, que en castellano evolucionó a hozar, la forma singular de cavar la tierra, removiendo y levantándola como hacen los cerdos y jabalíes. Y del verbo hocicar, frecuentativo de hozar, procede el nombre de hocico que damos hoy a la boca prominente del cerdo y otros animales.

De “fodiare” son también “fodium” y su equivalente español hoyo.

Hablemos del idioma Opinión
×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí