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Raúl Benoit

Nicaragua al borde de un desmadre

Aprovechando el rabo de paja que tiene la Iglesia católica en el mundo, los sandinistas gobernantes, vistos como traidores por muchos, desempolvaron supuestos escándalos sexuales de curas locales, para descalificar las críticas de los obispos ante lo que padece Nicaragua.

La Iglesia está generando opinión con el fin de abrirle los ojos al pueblo engañado por Daniel Ortega y sus cómplices, quienes construyen un camino con el fin de perpetuarse en el poder, en lo que en realidad es un golpe de Estado manipulando leyes y usando partes frágiles de la democracia.

El plan ha sido tejido con paciencia por el sandinismo, pero sin lugar a dudas en forma descarada, violando la Constitución y atropellando al que se atraviese.

Comenzó en los comicios municipales de 2008 donde, según la oposición, hubo un “fraude masivo” en más de 40 de los 153 municipios.

Siguió en enero de 2010, a través del “decretazo”, con el cual el gobierno destituyó alcaldes y funcionarios municipales y se prorrogaron los mandatos de funcionarios, entre magistrados del Consejo Electoral y de la Corte Suprema de Justicia. Así el Gobierno controla las instituciones clave para organizar y fiscalizar los comicios nacionales en noviembre de 2011.

La decisión debió tomarse en la Asamblea Nacional con una mayoría cualificada del 60 por ciento de votos, pero cuando los opositores se reunieron para vetarla, simpatizantes pagados por el sandinismo gobernante bloquearon el acceso a este local y después atacaron el hotel donde intentaron sesionar los derrocados.

Siguiendo el plan, en septiembre pasado, la Corte Suprema “embolsillada” por Ortega, dio vía libre con un polémico fallo, para que el Presidente buscara su reelección el próximo año; y la semana pasada, para rematar, Roberto Rivas, presidente del Consejo Supremo Electoral (CSE), convocó a las elecciones.

Estrategias parecidas de controlar las instituciones con el propósito de no bajarse del sillón presidencial han sido empleadas por otros, incluyendo Hugo Chávez, el inventor de la revolución bolivariana, quien ejerce un dominio hipnotizador entre sus seguidores, prometiéndoles petrodólares de su pueblo.

Ante las abominaciones jurídicas y constitucionales, los obispos, a través de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, pusieron el grito en el cielo y advirtieron que Rivas debe irse y no ser reelecto como magistrado, porque no tiene credibilidad. En otras palabras no es digno de la confianza del pueblo.

En respuesta, Rivas recordó un viejo caso de pederastia de un cura, que si bien no debe ser olvidado, escogió el momento equivocado para debatirlo.

En esta batalla para salvar a Nicaragua, los obispos se enfrentan con gente ambiciosa que poco le importa el bienestar público.

Daniel Ortega, un gobernante impopular, está llevando al país hacia una confrontación que podría provocar el derramamiento de sangre inocente.

Mientras esto ocurre, el silencio cunde entre los vecinos y el resto del mundo, como si lo que estuviera pasando en el país centroamericano fueran hechos ajenos que no perjudican el destino y la estabilidad de la región, pero Nicaragua está al borde de un desmadre.

El autor es periodista colombiano.

www.raulbenoit.com

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