La palabra Nicaragua viene del náhuatl nic-anahuac, que significa “hasta aquí llegó el Anahuc” o “Hasta aquí llegaron los Náhuas”, otra etimología de esta palabra puede ser “Nic-atl-nahuac”, que quiere decir “aquí junto al agua”, según los historiadores. Éste es el nombre de la tierra donde las raíces nativas han logrado sobrevivir a través del tiempo, creando esa exquisita mezcla lingüística que distingue a nuestro idioma.
Un ejemplo claro de ello son la mayoría de las palabras indígenas, utilizadas actualmente y están en náhuatl, como Macuelizo, Suyatal, Teotecacinte, Jalapa y Jícaro. Dirianes, mangues o chorotegas, además de los apellidos Ñamendi, Ñorique, Ñurinda, Namoyure, que provienen de la lengua que hablaba la tribu de los dirianes, mangues o chorotegas que descienden de indígenas que vinieron del sur de México, de Chiapas.
El lingüista y miembro de la Academia Nicaragüense de la Lengua, Róger Matus Lazo, dice que “la expansión del español a partir del siglo XVI por el continente americano y su contacto con esta realidad constituye el hecho más significativo en la evolución y desarrollo de este idioma”.
Además Matus Lazo afirma que básicamente tres son las circunstancias que influyen en su configuración: la influencia de la lengua de los conquistadores y emigrantes de España, el contacto con las distintas lenguas indígenas y la misma tendencia conservadora o innovadora del grupo humano en la sociedad colonial e independiente”, expresó.
- 1- Coexistencia con la voz española general, como mecate (“reata”), zopilote (“cuervo”), cusuco (“armadillo”), etc.
3- Voces que han desplazado a las españolas correspondientes: zacate (“hierbajo”); milpa (“maizal”), chapulín (“saltamontes”), etc.
4- Voces que designan realidades nuestras para las cuales no existe el equivalente en español: zapote, cenzontle, guatusa, pozol, tamal, pinol, huacal, comal, tenamaste, etc.
Fuente: Róger Matus Lazo
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PRIMEROS CONTACTOS
Según la estudiosa de la lengua española Nicole La Branche, los conquistadores tuvieron que recurrir a diferentes procedimientos para comunicarse con los indígenas. Lo primero que los conquistadores hicieron al llegar a América fue tomar unos cuantos indios cautivos para luego utilizarlos como intérpretes.
De igual forma manifiesta que el indio-intérprete fue el primer paso que los conquistadores utilizaron para su aproximación, estableciendo con ellos una convivencia estable que se manifestó en tres maneras: en el trabajo, en el mestizaje y en la catequización.
Mas allá de su inadecuada pronunciación, formulación inadecuada de la gramaticalidad hispana y las interferencias de su lengua materna, fueron ellos quienes iniciaron el mestizaje lingüístico en nuestro territorio.
Además Carlos Mántica, en su libro El habla nicaragüense nos refiere que el primer contacto del español con la lengua maya y con el náhuatl, que tiene relación con el Diácono Gerónimo de Aguilar, náufrago de un viaje a la Florida y prisionero de los mayas de Yucatán, y doña Malinche, princesa náhuatl, también cautiva de los mayas. Don Gerónimo —nos dice el autor— transmitía en maya las palabras de Cortés a la Malinche, quien a su vez las traducía en náhuatl en los diálogos con Moctezuma, para contestar siguiendo el mismo proceso.
SUAVE Y MELODIOSA
De igual forma Carlos Mántica afirma que con la llegada de los españoles a nuestro territorio, las tribus de lengua náhuatl ya habían llegado a dominar el país.
“Ellos desaparecen como raza, pero su lengua se impone; quizá porque el náhuatl es una lengua melódica, apta para conceptos abstractos o técnicos y para la formación de palabras nuevas, hecha para la cultura, fácil para educar”, apuntó.
Asimismo “la lengua náhuatl es demasiado potente y el nicaragüense de hoy habla realmente en náhuatl usando palabras castellanas”, afirmó Mántica, de igual forma dice que éste ha influido en algunos aspectos sintácticos del idioma español como la tendencia a la yuxtaposición y en el léxico, según él, se conservan unos 600 términos náhuatl actualmente en el lenguaje cotidiano.
Muchos de éstos, según Carlos Mántica, coexisten con palabras del español general, otras desplazan a la española, un ejemplo puede ser zacate que desplaza a la española hierbajo, y otras son únicas, porque no tienen equivalencia en el español peninsular como pinol, zapote, huacal, entre otras.
Finalmente para Róger Matus Lazo “el aporte de las lenguas indígenas a la cultura universal no se reduce solamente al aspecto léxico —con más de cuatro mil voces—, pues en cada lengua y en cada región de América hay una visión particular del arte, de la realidad y del mundo que puede ser compartida con todos los hombres. En eso radica su valor principal”, dijo.
1-Coexistencia con la voz española general, como mecate (“reata”), zopilote (“cuervo”), cusuco (“armadillo”), etc. 2-
Voces con matiz especial, distinto al de la voz hispánica correspondiente: pepenar, diferente a “recoger”; mayate, diferente a “amarillo”; chachalte, diferente a “acre”; cachipuco, diferente a “cachetudo” (cachetón), chacalín, diferente a “camarón”. 3-
Voces que han desplazado a las españolas correspondientes: zacate (“hierbajo”); milpa (“maizal”), chapulín (“saltamontes”), etc. 4-
Voces que designan realidades nuestras para las cuales no existe el equivalente en español: zapote, cenzontle, guatusa, pozol, tamal, pinol, huacal, comal, tenamaste, etc.
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