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Luis Sánchez Sancho

Équetlo en la Batalla de Maraton

Y Además

El 12 de septiembre del año 490 antes de Cristo, hace exactamente 2,500 años, en una llanura cercana a la pequeña ciudad de Maratón la fuerza militar griega conducida por el general Milcíades atacó al poderoso ejército invasor del emperador Darío, de Persia, que se aprestaba a avanzar hacia Atenas.

Aquel día, en la llanura de Maratón se libró la principal batalla de las Guerras Médicas y una de las más famosas de toda la historia de las guerras en el mundo. Guerras Médicas fueron llamadas aquéllas que, en la Antigüedad, medos y persas ahora llamados iraníes libraron contra los griegos durante la expansión del imperio de Darío, Jerjes, Artajerjes y Longimano.

Los atenienses no tenían la fuerza militar necesaria para detener y derrotar a los poderosos ejércitos de los medos invasores. Por eso Atenas decidió pedir ayuda a Esparta y envió con esa misión al atleta Fidípedes, quien corrió sin parar los 160 kilómetros que separaban a las dos ciudades.

Pero de acuerdo con su tradición, los espartanos no emprendían ninguna acción bélica antes de luna llena y cuando llegó Fidípedes faltaban nueve días para el plenilunio. Regresó Fidípedes a Atenas, corriendo otra vez los 160 kilómetros de distancia entre ambas ciudades, con la mala noticia de que debían esperar nueve días por la ayuda espartana. Sería demasiado tarde, pues los medos ya iban a comenzar su avance hacia Atenas. De manera que los atenienses decidieron marchar los 42 kilómetros que separaban a Atenas de Maratón, para enfrentar allí a los medos y tratar de detener su avance.

Así fue que nueve mil combatientes atenienses, dirigidos por el general Milcíades, más mil soldados que la ciudad de Platea envió en su ayuda, arremetieron contra el poderoso ejército medo o persa.

Relata el historiador Isac Asímov en el libro Los griegos , que “los persas retrocedieron tambaleantes ante la embestida. Por alguna razón, habían cometido el error de enviar la caballería de vuelta a los barcos, por lo que en ese momento no tenían jinetes que resistieran el embate de los griegos. Los infantes persas murieron en gran cantidad, incapaces de devolver los golpes y atravesar el pesado escudo de los hoplitas (soldados) griegos. De hecho no pudieron hacer nada, excepto tratar de abrirse camino hacia su flota, completamente derrotados”.

Cuenta una leyenda que los griegos derrotaron a los medos o persas a pesar de su gran desventaja numérica y en armamento, porque (igual que en el año 844 el apóstol Santiago se presentó en la Batalla de Clavijo, de los españoles contra los moros) apareció en medio del combate un campesino que dijo llamarse Équetlo, quien sembró el terror entre los enemigos matando a una gran cantidad de ellos con el mango de un arado. Al terminar la batalla de Maratón, Équetlo desapareció como por arte de magia y nunca más lo volvieron a ver.

Mientras, en Atenas la gente estaba ansiosa de noticias. Los atenienses querían incendiar la hermosa ciudad antes que permitir a los invasores apoderarse de ella y mancillarla. Milcíades lo sabía y pidió a Fidípedes que hiciera un nuevo esfuerzo y corriera a Atenas a informar la gran victoria griega. Entonces Fidípedes “corrió de Maratón a Atenas a toda velocidad, llegó a la ciudad, balbució apenas la noticia y murió” (de agotamiento), según relata Asímov.

En honor de aquella heroica hazaña de Fidípedes los griegos establecieron la carrera deportiva que se llama maratón. Y a Équetlo le erigieron un templo memorial en el cual lo adoraron como un dios.

Columna del día Opinión
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