Vamos a ver. Lo que todos deberíamos estar buscando es alcanzar el desarrollo de esta sociedad. Y esa afirmación no la hago de manera antojadiza sino porque sólo toma pensar un poquito para darse cuenta que lo mejor para cada uno es que todos a su alrededor estén bien.
Sin embargo, lo curioso es que una y otra vez vemos, que esto no es resultado de un sistema socialista que propugna la “igualdad de todos”, sino que es producto de un sistema que propugna por la libertad individual y se asegura que todo mundo tiene la misma oportunidad para alcanzar sus metas. Y ahí alcanzan socialistas y capitalistas.
La respuesta no está en revoluciones, consignas, manifestaciones o en proclamar una “solidaridad” de 25 dólares, un “socialismo” de Mercedes Benz o un “cristianismo” que garrotea o morterea al que no piensa como uno. Al final todo ese cuento termina resultando hueco porque el desarrollo permanente no se logra con cinco hojas de zinc, ni con que le regalen a uno arroz, frijoles y aceite.
¿Qué hay que hacer para garantizar que todos tengan oportunidad?
¿Qué han hecho por ejemplo Chile, Uruguay y Costa Rica para que sus ciudadanos estén mejor que los demás del subcontinente?
Han puesto énfasis en la educación, en la libertad y el respeto a la ley. Y la educación es primero. Su meta es que todos los niños entren a la escuela, que reciban una educación de calidad y que todos los jóvenes salgan con una profesión u oficio.
En Nicaragua se ha repetido hasta la saciedad que para apenas empezar a darle una oportunidad a los jóvenes y niños hay que invertir el 7 por ciento del Producto Interno Bruto en educación, eso es 10 mil millones de córdobas al año, pero en realidad se invierten alrededor de cinco mil millones y ningún gobierno, ni los anteriores ni éste se han tomado en serio ese reto.
Ese dinero (o más si es necesario) debe garantizar que todos los niños entren a la escuela, que todos reciban una educación basada en el fomento de la creatividad, la investigación, la iniciativa, la curiosidad, la tecnología y que aprendan a aprender.
Que sus maestros hayan sido bien preparados y que devenguen un buen salario. No lo que llaman “salario digno”, sino un salario que les permita vivir bien, que las escuelas estén bien equipadas y mantenidas en buen estado.
Pero eso no es suficiente. Los países cuyas sociedades viven mejor garantizan el respeto a las leyes y la igualdad de todos los ciudadanos ante la justicia.
También garantizan la libertad de las personas para dedicarse a lo que deseen y para tener la opinión que mejor les parezca. La única limitante es no afectar el derecho del otro.
En un ambiente así, el comercio, la inversión, el trabajo y la producción se multiplican y el Estado dispone de más dinero para garantizar educación, salud y seguridad a sus ciudadanos.
En el mundo vamos a encontrar ejemplos de países con gobiernos llamados “socialistas” y otros llamados “capitalistas” que impulsan la educación, protegen la libertad y garantizan el cumplimiento de la ley de sus ciudadanos y el resultado es que todos tienen un buen nivel de vida.
También encontraremos todo lo contrario, gobiernos “socialistas” y “capitalistas” que no siguen esas reglas y cuyos habitantes, en su inmensa mayoría, llevan una vida miserable. [email protected]
Ver en la versión impresa las páginas: 11 A