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El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon (izqda.) posa con el jefe de la Junta Militar birmana, general Than Swe, tras una reunión donde Swe aceptó la ayuda internacional. ( LA PRENSA/ AP)

Militares birmanos abren puertas a ayuda externa

Para socorrer a 2.4 millones de damnificados por paso de ciclón [doap_box title=”Escepticismo de la oposición” box_color=”#336699″ class=”archivo-aside”] Los generales “sólo tratan de reducir la fuerte presión del momento”, sostuvo un disidente birmano antes del encuentro entre Than Shwe y Ban Ki-moon. Este último voló a Bangkok el viernes por la tarde y visitará el […]

  • Para socorrer a 2.4 millones de damnificados por paso de ciclón
[doap_box title=”Escepticismo de la oposición” box_color=”#336699″ class=”archivo-aside”]

Los generales “sólo tratan de reducir la fuerte presión del momento”, sostuvo un disidente birmano antes del encuentro entre Than Shwe y Ban Ki-moon.

Este último voló a Bangkok el viernes por la tarde y visitará el sábado la provincia china de Sichuan (suroeste), azotada por un sismo que causó al menos 55,000 muertos.

El Secretario General de la ONU volverá el domingo a Rangún para participar en una conferencia internacional de donantes, organizada por la ONU y la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN).

Pese a las buenas palabras, la junta no autorizó aún el desembarco de las 1,500 toneladas de ayuda del barco francés “Mistral”, que espera desde hace días anclado frente a las costas de Birmania, al igual que otros cuatro barcos estadounidenses.

El Presidente francés, Nicolas Sarkozy, dijo que inició discusiones con el régimen militar sobre el desembarco del barco.

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El número uno de la junta birmana, el general Than Shwe, aceptó la entrada de todos los cooperantes extranjeros que acudan en ayuda de los 2.4 millones de damnificados del ciclón Nargis, anunció ayer viernes el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon.

“El mundo observa” a Birmania, advirtió Ban Ki-moon en una conferencia de prensa en Rangún tras una excepcional reunión con Than Swe en la nueva capital, Naypiydaw, en pleno centro del país.

Al término de más de dos horas de reunión con el número uno birmano, Ban logró su autorización para dejar entrar en Birmania “a todos los cooperantes internacionales, sea cual sea su nacionalidad” para que puedan socorrer a los 2.4 millones de damnificados del Nargis, que dejó al menos 133,600 muertos y desaparecidos según el balance oficial.

El jefe de la junta birmana aceptó, asimismo, que el aeropuerto de Rangún sea utilizado como plataforma internacional para la distribución de ayuda humanitaria.

“Hay que hacer más”, abogó el Secretario General de la ONU en referencia a las consecuencias del ciclón del 2 y 3 de mayo, considerado una de las catástrofes naturales más importantes de los últimos decenios.

Al término de su delicada visita del jueves y el viernes, Ban se declaró “animado por las discusiones” con los dirigentes birmanos, que desde siempre mantienen una gran desconfianza hacia Occidente y hasta ahora rechazaron abrir sus fronteras a la ayuda internacional masiva estadounidense y europea.

Sin embargo, “la puesta en marcha del acuerdo en el terreno será la clave” del éxito de las operaciones, subrayó el Secretario General de la ONU al resaltar que espera “resultados rápidos”.

GRAN HERMETISMO

Desde principios de mayo, las autoridades birmanas han mantenido a los extranjeros alejados de la zona del delta del Irrawaddy (suroeste) devastada por el ciclón, empeñándose duramente en filtrar las operaciones de socorro.

Sin embargo, la crisis humanitaria desencadenada por el Nargis es superior a las fuerzas de un país de 57 millones de habitantes que a lo largo de 46 años de régimen militar se ha convertido en uno de los más pobres del planeta.

Ban Ki-moon visitó el jueves el delta del Irrawaddy, en un viaje completamente supervisado por los responsables del régimen, especialmente en los campos de acogida a los damnificados.

De los 2.4 millones de damnificados, la ayuda extranjera “sólo pudo llegar a un 25 por ciento”, según la ONU. Fotógrafos y periodistas en las zonas afectadas continúan constatando que miles de personas siguen desamparadas.

Las organizaciones humanitarias acogieron con prudencia la decisión de la junta, mientras la Agencia estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID) la calificó de “muy prometedora”.

Sin embargo, algunos expertos declararon su escepticismo. “La junta no es seria cuando habla con Ban Ki-moon, al que no considera como un actor de primer plano”, advirtió Win Min, un analista birmano refugiado en Tailandia.

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