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Su vestimenta, siempre con colores sobrios, revela su gusto por las camisas de cuello chino, parecido al de Ortega /La Prensa/Uriel Molina

Oscar René Vargas, embajador designado en Francia: “Pensar trae mucha adversidad”

El sociólogo y economista cree que en este país pensar es muy mal visto, dice que no dejará de expresar sus ideas, aunque por ahora pide no hablar de la gestión de Ortega, pero sí propone una extraña salida a la crisis nacional: vender agua [doap_box title=”Pasión por el dato” box_color=”#336699″ class=”archivo-aside”] La vida de […]

  • El sociólogo y economista cree que en este país pensar es muy mal visto, dice que no dejará de expresar sus ideas, aunque por ahora pide no hablar de la gestión de Ortega, pero sí propone una extraña salida a la crisis nacional: vender agua
[doap_box title=”Pasión por el dato” box_color=”#336699″ class=”archivo-aside”]

La vida de Oscar René Vargas está llena de finales inesperados. Estudió tres años de medicina en Nicaragua. En 1967 fue al exilio. Durante los 15 años que estuvo en el exterior estudió sociología en Ginebra, una maestría en economía y un doctorado en sociología. Luego se trasladó a México donde estuvo tres años, los cuales aprovechó para estudiar un doctorado en economía política.

De regreso en Nicaragua colaboró con el sandinismo como asesor de la Dirección Nacional. Como tal, sugirió que previo a la derrota del 90, el sandinismo diera muestras de un cambio, así fue como nacieron las leyes 85 y 87 de la propiedad.

Luego de la derrota del Frente, decidió casarse con la poetisa Daysi Zamora. Años después se separó de ella.

Según Oscar René Vargas, sus planteamientos y libros siempre están basados en datos para evitar entrar en polémicas. “Aun sabiendo que muchos de ellos son maquillados”, advierte.

Su vestimenta, siempre con colores sobrios, revela su gusto por las camisas de cuello chino, parecido al de Ortega. Él cuenta que éste viene de una visita a la India en que compró algunas camisas con este estilo. Acá en Nicaragua, compra personalmente la tela y luego las lleva donde un costurera. “Si Daniel Ortega tiene de las mismas es pura coincidencia”.

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Casi 28 años han pasado desde que Oscar René Vargas regresó a Nicaragua tras un largo exilio de década y media. Durante los ochenta vertió sus opiniones sobre materia económica y política como asesor de la Dirección Nacional. Luego lo hizo como militante del partido rojinegro.

Hoy, en una entrevista concedida a Domingo, sigue sosteniendo que nunca dejará de expresar sus ideas, aunque antes de iniciar la conversación advierte que no contestará nada referente a la gestión de Ortega ni a su nuevo cargo. La razón: prudencia, por lo menos hasta que lo confirmen en Francia como embajador.

Este intelectual de 60 años afirma que el Frente Sandinista estaba informado sobre sus predicciones en la derrota de los 90 y el retorno al poder en las recién pasadas elecciones. El futuro que vislumbra para el FSLN depende de la solución del tema energético y de las decisiones estratégicas que tome Daniel Ortega.

¿Cuál fue el tratamiento que se les dio a los intelectuales en las filas del Frente? Siempre ha habido una corriente antiintelectual en el Frente. Pero allí también los mismos intelectuales creyeron que repetir lo que decía la Dirección Nacional era lo más sabio del mundo. Como yo no hacía eso, evidentemente la gente me criticaba. Decían que era desviado, difícil.

¿Y aún es así?

Sí. Porque sigo pensando y mucha gente no quiere. Mi padre decía que el oficio de pensar era una cuestión muy difícil. No sólo hay que estudiar, y trae demasiada adversidad.

Imaginábamos a Oscar René Vargas como ministro de Economía en el Gobierno de Ortega… ¿Qué pasó?

Se imaginaron eso por mi participación en las elecciones del 2006. Antes no había tenido una participación tan abierta en la cuestión política. Llegué a ese convencimiento porque si Montealegre ganaba, este país se hundía. Todo eso dio un margen de que ocuparía un cargo importante dentro del gabinete del señor Ortega. Pero el Presidente de la República consideró que mis servicios no eran necesarios.

¿Y eso no tiene que ver con los rumores de una relación poco amistosa con Rosario Murillo?

Será ella conmigo. Yo no tengo problemas. Con ella tengo una buena relación. Pero si ella tiene un problema conmigo habría que preguntárselo.

¿Entonces su conclusión es que el Presidente no consideró necesario que usted tuviera un cargo en el Gobierno?

Sí, pero tuvo la amabilidad de mandarme a decir que él me tenía presente. Pero ya había hecho un contrato en octubre de 2006 para hacer un libro.

¿Usted dijo que no iba tras ningún cargo público?

Sí, así es.

Ahora que le ofrecen la Embajada de París ¿ha cambiado de opinión?

Ya te dije que sobre eso no hablo. Te voy a hablar de eso después.

Usted previó la derrota de Ortega en el 90, la victoria en 2006… ¿También previó el resultado de la última encuesta de Cid Gallup?

(Calla por un momento) Sí, es posible.

¿Por qué?

Porque el problema de la crisis energética es terrible. No vamos a salir de ella por lo menos dentro de dos años.

¿Esa crisis fue el factor fundamental que llevó a esos resultados?

Sí. Sobre todo porque se hizo en la semanas que las crisis comenzaron. Lo otro es lo de las expectativas de trabajo. La gente creía que llegaba el Frente y ya tenía trabajo. Y no ha resultado así, porque las realidades sociales y económicas no son mágicas. Todo esto crea cierto malestar. Pero si te fijás en las cifras, te das cuenta que hay una cuestión repartida. No como tituló LA PRENSA.

¿Pero todas las razones que se dieron como las causas del desencanto, usted las señaló en un análisis que hizo sobre los primeros 100 días de Ortega?

Sí, sí las señalé.

¿Quiere decir que no se ha cumplido y la gente se ha desencantado?

Es que la gente, en general en Nicaragua, quiere todo ya. Tal vez a mí el exilio me enseñó a ser más paciente, a esperar las cosas.

Se suponía que con la ayuda petrolera de Venezuela se subsanaría un poco la crisis energética, pero no fue así.

No. Es que eso no se explicó bien. Se dijo también que para resolver las cosas iba a venir otra maquinaria en octubre. Hasta en ese momento va a equilibrarse la situación. Se creó expectativa. Pero creo que la voluntad política del Gobierno es resolver la cuestión energética, porque no puede haber cambio ni crecimiento sin energía.

Otra de las críticas al Gobierno es que la gente nombrada para los ministerios o entidades no tiene las capacidades intelectuales o experiencias para manejarlos ¿Usted qué cree?

Es un problema del país en general.

¿No es tal como se dice?

Quisiera que fuera de otra manera, pero te das cuenta que Bolaños tenía ministros que no sabían nada, como Pedro “Carretón” (Pedro Solórzano, ex ministro de Transporte e Infraestructura).

¿No es nuevo esto?

No. Es un problema histórico. El problema fundamental es la lógica de la renovación de las élites. En Nicaragua en los últimos 20 años son más o menos los mismos políticos los que están. No dan chance a nueva gente. Es un problema que hay de país, no de gobierno.

¿Está de acuerdo en que en este gobierno ocurre eso?

No, estoy de acuerdo en que es un problema de país.

Usted ha criticado mucho el Cafta. ¿No cree que el Alba puede tener los mismos resultados negativos que ese otro acuerdo?

No. Es que el Cafta es un tratado súper nefasto. El problema fundamental de Nicaragua es la falta de información. De las tres mil páginas de lo que está escrito, si acaso 20 lo leyeron y no hay conciencia de lo que se firmó. Por ejemplo, el Cafta considera la municipalidad como una empresa. Si el Estado le da prerrogativa a una municipalidad pobre, tenés que dársela a una empresa transnacional igual por lo del trato igualitario.

En el Alba es sencillo, te apoyan en la educación, en el deporte, en salud y te dan a precio de guate mojado el petróleo.

¿Y qué tenemos que dar a cambio?

Por el momento nada. No veo ningún elemento negativo.

¿No cree que en algunas ideas, sobre todo con respecto a lo que se refiere al neoliberalismo, sus ideas son un poco drásticas?

No, fijate que no. Me baso en los datos. Yo no exagero, la realidad es más fuerte de lo que uno piensa. Lo que pasa es que yo leo las cifras, las hago hablar. Hasta la fecha no me he encontrado a nadie que me diga que mi información o mis datos son falsos.

Usted habló de un proyecto de exportación de agua, ¿en qué consiste?

Si al lago de Nicaragua se le sube 10 cm en el nivel de agua, tendríamos capacidad para abastecer a toda Centroamérica. Hay estudios que dicen que en el siglo XXI, el agua será el oro: oro azul. Por el Río San Juan salen 482 metros cúbicos por segundo. Toda Nicaragua consume 15 metros cúbicos por segundo. Se puede poner una compuerta (manteniendo el ecosistema) y con eso se almacena 400 metros cúbicos. Si vendiéramos esa agua se producirían 32 millones de dólares diarios al precio actual.

¿Y cuánto implicaría la inversión?

Dos años y 30 millones. Pero los vas a recuperar. Hay que aprovechar la ley de aguas que aprobaron. Hay agua suficiente para el proyecto. Yo ya hubiera comenzado los estudios.

En el 90 escribió el libro A dónde va Nicaragua. Ahora ¿a dónde cree que va?

Hay muchas interrogantes porque el análisis del 90 era un quiebre. El país entró en otra etapa. El momento histórico que estamos viviendo no es definitorio. El Frente ganó, pero eso no significa que va a seguir ganando. Hay una serie de factores favorables para el partido como el escenario internacional, que no es el de los 80, la crisis profunda que tiene EE.UU. — y no sólo por la guerra de Irak— por el doble déficit comercial y fiscal que corresponden a 600 mil y 400 mil millones de dólares respectivamente, además del fracaso del neoliberalismo, lo cual permite que la gente tenga expectativas. Los retos son los de la cuestión energética y la toma de decisiones estratégicas en el país.

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