- Elección de muchos gobern antes de esa línea, la enfermedad de Castro, la agria disputa presidencial en México y la muerte de Pinochet, acontecimientos del año en AL
En América Latina se celebraron en los últimos 12 meses 10 elecciones presidenciales, en las cuales salieron elegidos o reelegidos siete políticos de izquierda. Éste es sin duda el hecho de mayor impacto en toda la región en el 2006. Aunque, de ningún modo, hay uniformidad en esa “nueva izquierda”.
En Nicaragua, el acontecimiento del año fue la vuelta de Daniel Ortega a la Presidencia, después de 16 años de haberla perdido y de tres derrotas consecutivas.
El otro retorno del año fue Alan García, en Perú, uno de los gobernantes más corruptos de su historia y quien —como Ortega— heredó un desastre económico en los años ochenta. García, un socialdemócrata centrista, típico político del establishment, se impuso al nacionalista antisistema Ollanta Humala, apoyado por el mandatario venezolano Hugo Chávez, quien se entrometió en casi todos los procesos regionales.
En Costa Rica, tras un recuento largo pero tranquilo, se confirmó la victoria del ex presidente y Premio Nobel, Óscar Arias, un viejo socialdemócrata convertido ahora en neoliberal, por apenas un punto de ventaja.
Luiz Inácio Lula da Silva y Hugo Chávez lograron su reelección. Lula, pese a los escándalos de corrupción de su partido y su gabinete, aunque necesitó una segunda vuelta. El ex militar golpista se impuso categóricamente con un 60 por ciento, un triunfo reconocido por la oposición venezolana.
Contra los pronósticos iniciales, el economista y ex ministro Rafael Correa —declarado amigo de Chávez—, derrotó al magnate bananero Álvaro Noboa en una segunda vuelta en Ecuador.
En Chile, la Concertación Democrática continuó en el poder con el triunfo de la socialista Michelle Bachelet, la primera mujer en ocupar la más alta magistratura chilena. Ella y su partido son quizás los izquierdistas latinoamericanos —junto a Lula— más pro-libre mercado y pro-democracia de estilo occidental.
Habiendo triunfado a finales del 2005, el cocalero Evo Morales asumió este año como Presidente de Bolivia. Nacionalizó los hidrocarburos, entrando en conflicto con Brasil y las petroleras; y lanzó una Constituyente que lo tiene enfrentado a la oposición de derecha.
Chávez y Morales son los más radicales de esta pléyade de izquierda, pues son amigos del dictador cubano Fidel Castro, y están inspirados por su sistema comunista.
Notas discordantes pusieron en Latinoamérica, México y Colombia. En esta última, el derechista presidente Álvaro Uribe se reeligió con el 62 por ciento de apoyo.
La victoria del conservador Felipe Calderón fue estrecha, apenas por margen de medio punto porcentual, lo que provocó una resistencia social de Manuel A. López Obrador, líder de la izquierda mexicana. Éste desconoce el triunfo de su rival y ha jurado hacerle la vida imposible.
ENFERMEDAD DE FIDEL CASTRO
El 31 de julio se anuncia en Cuba el traspaso de los máximos poderes de Fidel Castro a su hermano Raúl, Ministro de Defensa, debido a una delicada operación intestinal a la que hubo que someter al dictador. Desde entonces no se le ha visto en público, solamente en fotos y vídeos, con personalidades extranjeras (la última vez fue en octubre). No asistió a festejos en su honor en diciembre ni a las sesiones finales del Parlamento.
Aparentemente su hermano Raúl está en el control de las cosas y la vida sigue normal. Se especula que Fidel tiene cáncer, pero un médico español que le atendió la semana pasada lo desmintió.
LA MUERTE DE PINOCHET
Su muerte por una descompensación cardíaca, ocurrió el 10 de diciembre, el mismo día del cumpleaños 84 de su esposa y Día de los Derechos Humanos. Había sufrido un infarto 7 días antes.
Hasta el final, el dictador dividió a los chilenos. El Ejército le rindió honores, pero la presidenta Bachelet le negó un funeral de Estado.
Aunque ya no tenía ninguna influencia en la política corriente, Pinochet es el símbolo de las dictaduras de derecha, de la represión y sanguinarias violaciones. Se espera que su muerte sea el fin de un capítulo de la trágica historia chilena.