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Las Torres Gemelas

Tres perros calientes para Stone y su llorona historia Con guantes de seda, bañada de sentimentalismo, patriotismo y locura, Oliver Stone nos presenta una de las versiones sobre la caída de Las Torres Gemelas, el icono de Estados Unidos destruido por terroristas en los atentados del 11 de septiembre del 2001. Y digo, con guantes […]

Tres perros calientes para Stone y su llorona historia

Con guantes de seda, bañada de sentimentalismo, patriotismo y locura, Oliver Stone nos presenta una de las versiones sobre la caída de Las Torres Gemelas, el icono de Estados Unidos destruido por terroristas en los atentados del 11 de septiembre del 2001.

Y digo, con guantes de seda, porque en eventos de esta magnitud uno esperaría los alucinantes efectos especiales, las ensordecedoras explosiones, los interminables gritos y la inacabable repetición de la destrucción a que nos tiene acostumbrado el cine estadounidense. Sin embargo, Stone prefiere, diría, el pudor y se muestra reacio a presentar lo que todos queríamos, ver la monumental caída de los edificios más emblemáticos de la historia reciente.

Bañada en sentimentalismo porque trata de hacernos llorar desde el principio, colocando una bomba lacrimógena debajo de la butaca, inundándonos los oídos con música triste, de vela, de ausencia, de dolor y abriéndonos las venas con diálogos y situaciones que nos hacen arrodillarnos y odiar lo que pasó como si hubiera sucedido en Managua.

Patriotismo porque, claro, a los directores estadounidenses siempre se les sale su corazoncito nacional con sus banderitas y la grandeza de sus acciones pero aquí está todavía más reflejado y sólo falta que nos canten el Himno Nacional.

Locura, pues uno de los personajes sentado en una iglesia y frente a una cruz es iluminado por un ente (que no es Dios) que le ordena ir a la “Zona Cero” porque el país lo necesita. Después lo vemos en una barbería donde le rapan la cabeza y uno piensa que pronto andará por las calles tipo Rambo.

En otra escena aparece en una calle aledaña a Las Torres Gemelas sin que nadie lo detenga ni le pregunte de dónde viene ni quién es, ni para dónde va y se mete a escarbar a los escombros. Después de descubrir dos sobrevivientes, este soldado ve cumplida su misión y anuncia que ahora su objetivo es ir a la guerra. Un Rambo destrozado, indignado y enfurecido. Y pasiones desatadas por los actores quienes pronuncian palabras de rabia, de odio, de muerte.

Sí, es difícil abordar un tema de éstos y creo que Stone debió esperar unos años más a que se le aclarara la mente, se le redujera el nacionalismo y diera una producción más crítica y con menos lamentos.

Espectáculo

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