14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

La virtud de la política

“A un mundo mejor se contribuye solamente haciendo el bien ahora y en primera persona, con pasión y donde sea posible, independientemente de estrategias y programas de partido. El programa del cristiano —el programa del buen Samaritano, el programa de Jesús— es un corazón que ve”. (Benedicto XVI) Recientemente, en ocasión de la celebración del […]

“A un mundo mejor se contribuye solamente haciendo el bien ahora y en primera persona, con pasión y donde sea posible, independientemente de estrategias y programas de partido. El programa del cristiano —el programa del buen Samaritano, el programa de Jesús— es un corazón que ve”.

(Benedicto XVI)

Recientemente, en ocasión de la celebración del día de Santo Tomás Moro, patrono de los gobernantes y los políticos, el señor Arzobispo de la Arquidiócesis de Managua, monseñor Leopoldo Brenes Solórzano, recordaba a los gobernantes y políticos de nuestra Nación, que “la política es una virtud”.

La virtud es el ejercicio del bien; en relación a la política, del bien común, no exclusivamente del bien personal, familiar o partidario. En nuestro medio, desde hace mucho tiempo, la política no deja de ser más que una sal desvirtuada que “sólo sirve para echarla a la basura”.

Son demasiados los políticos que con sus actitudes como tales han defraudado a la generalidad de la ciudadanía, cuya apatía frente a las cada vez más cercanas elecciones generales parece ser más que evidente hasta el momento de escribir este artículo.

El peligro de que se produzca un abstencionismo electoral abrumador no deja de representar una punzante preocupación para muchas personas y sectores, incluso más allá de nuestras fronteras patrias.

Necesitamos gobernantes y políticos nuevos, de savia cristiana, que no aspiren a la cosa pública como una oportunidad de enriquecimiento y dominio, sino como una responsabilidad social inseparable del servicio desinteresado a la comunidad.

Cuando alguien me pregunta si yo soy un social cristiano, le respondo de inmediato: “No, no soy un social cristiano, sino un cristiano social…” quizás los cristianos sociales, ejerciendo la política como una virtud, podrían recuperar la “virtud” a la política… y la confianza popular.

Religión y Fe

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí