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Carlos Antonio Dávila Chavarría busca al suboficial mayor Franklin Martínez, para agredirlo, segundos después de herir mortalmente al teniente Pablo Urbina Bonilla. Al fondo el inspector Késter Centeno, quien también resultó lesionado. (LA PRENSA/CORTESÍA CANAL 10)

Asesinan a jefe policial en Juigalpa

Luis Alemán Saballos y Mercedes [email protected] El primer oficial de Asuntos Internos de la Policía Nacional en el departamento de Chontales, teniente Pablo Antonio Bonilla Urbina, de 31 años, murió apuñalado, y dos oficiales más resultaron heridos de gravedad al ser atacados por Carlos Antonio Dávila Chavarría, de 29 años, cuando intentaban desarmarlo. Los hechos […]

Luis Alemán Saballos y Mercedes [email protected]

El primer oficial de Asuntos Internos de la Policía Nacional en el departamento de Chontales, teniente Pablo Antonio Bonilla Urbina, de 31 años, murió apuñalado, y dos oficiales más resultaron heridos de gravedad al ser atacados por Carlos Antonio Dávila Chavarría, de 29 años, cuando intentaban desarmarlo.

Los hechos ocurrieron a las 10:45 de la mañana, ayer miércoles, en un predio vacío ubicado cerca de las instalaciones policiales.

Los lesionados son el inspector Késter Antonio Centeno López, de 25 años, y el suboficial mayor Franklin José Martínez Salinas, de 31 años, ambos asignados a la Dirección de Auxilio Judicial de la Policía de Juigalpa.

El agresor Dávila Chavarría murió minutos después en el Hospital Asunción, de Juigalpa, hasta donde fue llevado con varios impactos de bala disparados por agentes policiales que acudieron a proteger a sus compañeros.

La comisionada mayor Vilma Reyes, jefa de la Policía en el departamento de Chontales, relató que el teniente Bonilla Urbina intentó persuadir a Dávila Chavarría para que entregara un cuchillo que blandía amenazante contra los oficiales que estaban en las afueras de las oficinas policiales.

Dávila Chavarría había llegado a la Policía, porque su ex compañera de vida, Glenda Asunción Cruz Galeano, de 41 años, lo había citado a la Comisaría de la Mujer para una mediación.

Dávila Chavaría había amenazado de muerte a Glenda Cruz, el domingo 12 de febrero, en la casa de ésta, ubicada en la comunidad El Jícaro, comarca Piedra Grande.

Ya frente a la oficina policial, Dávila Chavarría rehusó entrar para el trámite y en un momento de ira advirtió que estaba armado, que “ni con 50 policías lo harían entrar”, detalló la comisionada Reyes.

Fue en ese momento que el teniente Bonilla Urbina intervino, tratando de persuadirlo de que entregara el arma. Detrás iban los agentes Centeno López y Martínez Salinas, quienes siguieron al iracundo hombre sobre un andén en dirección norte.

Al llegar al predio vacío, Dávila Chavarría saltó una cerca de alambres, seguido por el teniente Bonilla, quien a pesar de estar armado con un fusil AK continuó pidiéndole que entregara el arma.

“Bonilla buscó cómo persuadirlo y hasta pidió que no dispararan para preservar la vida del atacante”, explicó la comisionada Reyes.

Cuando el teniente saltó el cerco, resbaló accidentalmente, lo que fue aprovechado por Dávila Chavarría, quien le asestó una cuchillada en el parte superior izquierda de la clavícula, provocándole una herida de ocho pulgadas que le perforó el corazón, le cortó costillas y le partió los pulmones, muriendo de inmediato el policía.

El suboficial Martínez Salinas intervino, pero también recibió una cuchillada en la barbilla y luego otra en la parte derecha de la espalda, cayendo al suelo.

Fue en ese instante que también intervino el inspector Centeno López, quien recibió una cuchillada en el pecho y otras en los brazos.

Otros policías, que acudieron en respaldo de sus compañeros, realizaron varios disparos contra el atacante, que cayó herido por balas que le penetraron en la tetilla izquierda, en el costado derecho y en la mano izquierda, por lo que murió en Sala de Emergencia del Hospital Asunción, de Juigalpa.

QUERÍA CONVENCERLO

La comisionada Reyes explicó que el teniente Bonilla Urbina, que recién había obtenido una especialidad en Derechos Humanos, evitó por todos los medios usar su arma de reglamento, en cumplimiento de los principios de actuación policial.

“Hasta pidió cambiar su fusil AK por un bastón policial”, dijo Reyes.

“Estaban en ese momento tratando de persuadirlo para que desistiera de su actitud; fue cuando ocurrieron los hechos, se trató persuadir primero pero resultó en un homicidio seguido de tentativas de homicidio”, explicó.

El inspector Centeno López, al salir de Sala de Operaciones, relató que intentaron al máximo persuadirlo, “pero él nos atacó con un cuchilló”.

POLICÍA EJEMPLAR

El teniente Pablo Bonilla Urbina fue ascendido al grado póstumo de Capitán durante un acto realizado la noche de ayer en las instalaciones de la Policía Nacional en Juigalpa, al que asistió la comisionada Ana Julia Guido, de la dirección de la Policía Nacional.

El ahora capitán Bonilla Urbina ingresó a la Academia de Policía Walter Mendoza en 1995, en el año 1997 ingresó como agente del departamento de tránsito en Juigalpa y en el año 2003 fue promovido como jefe de Asuntos Internos de la Policía, por su “destacada labor y su ejemplaridad”, aseguró la comisionada Reyes.

Bonilla Urbina recién se había graduado de Licenciado en Derecho y era uno de los mejores cuadros que tenía la Policía Nacional en el departamento. Le sobrevive su esposa Yuri Sequeira, también miembro de la Policía Nacional y una niña de seis años.

Sus funerales se realizarán este viernes, luego de recibir los honores de la población de Juigalpa.

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