Marco A. Mayorga L.
Construir una Nicaragua aseada y agradable, manejar la basura inteligentemente, ordenar el tráfico, hacer respetar paradas de buses y taxis, ordenar la ubicación del comercio, designar áreas para peatones, etc. son acciones simples y sencillas que no deben existir excusa de postergar. Las alcaldías son responsables de estos esfuerzos y deben considerar estas necesidades de alta prioridad. Tomar conciencia que los recursos son escasos y que se requiere gran esfuerzo, pero estos pequeños cambios significan grandes transformaciones, desde Managua hasta la más pequeña comunidad. Vencer el “no puedo” y el sentir que pueden resolverlos con grandes obras que nunca llegan.
La basura, quemas, despale, etc., destruyen los ríos, lagos y bosques; afecta la salud y la apariencia urbana. El desorden en el transporte y el comercio también afecta. Es urgente cambiar y actuar ahora mismo. Decidirse a no continuar con esta cultura destructiva que nos mantiene en el círculo de la miseria. Las alcaldías tienen responsabilidad de ejecutar acciones o programas que resuelva este desorden. Requieren determinación más que dinero. Han sido elegidos porque se tiene esperanza en ellos y pueden tomar este reto
Se discute que se requiere primero educación. Pero al visitar otro países son disciplinados y cumplen. La disciplina y determinación para hacer cumplir las leyes educan a los ciudadanos, pero seguimos justificando el desorden y la destrucción por la necesidad de trabajo a cualquier precio. La salud y el orden no deben negociarse. Pero continuamos engañándonos y permitimos el comercio en cualquier lugar, desorden en el transporte, tirar basura en cualquier lugar y destruir bosques.
La implementación y cumplimiento de estas cosas sencillas, pero con disciplina y entereza es la base del progreso. Pobres, pero limpios y ordenados. Cumpliendo con disciplina aspectos sencillos e indispensables de nuestra vida diaria. Una nueva cultura constructiva contribuye al progreso y transforma nuestras comunidades, nuestros pueblos y ciudades en lugares limpios, ordenados y en armonía con la naturaleza.
Piensan que la solución está en la ayuda internacional, en el Presidente, en los diputados, en los magistrados, pero está en los alcaldes. Posiblemente son presas de confusión entre de libertad y libertinaje; de la democracia y el dejar hacer todo. Les confunde el riesgo que al ser estrictos se les considere actúen en contra de la libertad y el derecho al trabajo, y ponen en duda en hacer cumplir las leyes. Recordemos que “disciplina sin libertad es tiranía, libertad sin disciplina es el caos”.
Dichosas aquellas comunidades y ciudades que cuentan con alcaldes de decisión y fortaleza para resolver, con pocos o nada de recursos, estos asuntos muy básicos; y lástima por aquéllos que piensan actuar solamente si cuentan con millones que nunca llegaran. Nicaragua progresará cuando se realicen los cambios en cada comunidad y ciudad.
El autor es ex Presidente de la Cámara de Comercio de Nicaragua.