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Como si fuera un perro más, la jaguar llamada “Saba”, corretea por el patio con una perra Rothwailler. Ambos animalitos son de la misma edad y se han criado juntos en la casa del matrimonio Sacasa Argüello. (LA PRENSA/F. Larios)

Una vida entre leones, tigres y jaguares

De no ser por el altruismo de Eduardo Sacasa y Marina Argüello, desde hace rato no tendríamos un Zoológico Nacional. Don Eduardo guarda las fotos y videos de la primera tigre de bengala nacida en cautiverio de nombre Tina, jugando con sus nietos en su casa. A todas las crías de tigres, jaguares y leones, […]

  • De no ser por el altruismo de Eduardo Sacasa y Marina Argüello, desde hace rato no tendríamos un Zoológico Nacional. Don Eduardo guarda las fotos y videos de la primera tigre de bengala nacida en cautiverio de nombre Tina, jugando con sus nietos en su casa. A todas las crías de tigres, jaguares y leones, las han tenido que llevar a criar a su casa, alimentándolas con leche de cabra en pacha (mamila).

Benjamín Blanco [email protected]

“Los hombres serán verdaderamente humanos, hasta que aprendan a amar de verdad a los animales”
Leonardo Da Vinci

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La crisis del Zoológico no es nueva. Desde 1992, cuando el veterinario Eduardo Sacasa regresó al país, después de largos años de exilio en Estados Unidos, una de las primeras cosas que hizo fue visitar el Zoológico y quedó conmovido por el abandono total en que mal vivían los animales.

¿Desde entonces pensó en salvar el zoológico?

A mí me han gustado toda la vida los animales. Mis padres me permitieron tener desde muy pequeño un micro zoológico en mi casa. Allí tuve desde ardillas hasta guardatinajas, monos, pizotes… estuve muchos años fuera del país y cuando regresé en 1992, visité el Zoológico y estaba en tan pésimas condiciones que era horroroso aquello. No recuerdo quién administraba el Zoológico, pero yo me fui a ofrecer de voluntario para atender a los animales.

¿Y así logró entrar al zoológico?

Que va. Para nada. El que manejaba el Zoológico me dijo que no se podía. Me fui al Ministerio del Ambiente y Recursos Naturales (Marena), a hablar con el director de áreas protegidas, éste me mandó al ministro, cuando logré hablar con el ministro, éste me dijo que hablara con otra persona. En dos palabras me bolearon por todos lados… de persona en persona anduve como un mes, sólo para ofrecer mis servicios gratuitos como veterinario en el Zoológico.

Yo veía raro eso, porque ese Zoológico estaba casi cerrando. No había comida para los animales. Desde entonces hablé con la gerencia de Carnic para ayudar a alimentar a los animales.

Don Eduardo continuó visitando el Zoológico. A veces no lo dejaban entrar y por eso se tuvo que retirar por un par de años. Pero no se dio por vencido. Luego volvió a visitar el Marena y siguió en la lucha para evitar el cierre del mismo.

¿Qué le propuso al Marena?

Les dije que en vez de cerrarlo, lo entregaran a una fundación. Así nació la Fundación Amigos del Zoológico que yo presido, pero pasaron casi dos años para obtener la personalidad jurídica hasta finales de 1996. Después nos presentamos ante el ministro Stadthagen, del Marena. Los funcionarios del Marena pusieron bastantes obstáculos. A pesar de que para ellos era un alivio librarse del Zoológico. Los ingresos por venta de boletos eran de unos 3,000 córdobas mensuales los cuales iban directo al Marena, mientras los animales hasta se morían, otros los vendían. Tras muchos atrasos y burocracia el acuerdo se hizo y el Zoológico pasó a manos de la Fundación y según el convenio lo administraremos por 25 años.

¿No se acordó asignación de recursos económicos?

Por ninguna parte del convenio aparece que el Gobierno daría algún tipo de ayuda económica, tal vez esa fue la malicia que nos faltó y debimos haberla tenido, pues por salvar a los animales nosotros aceptamos manejar el Zoológico, sin saber lo que nos esperaba.

Pero después pidieron ayuda al Gobierno…

Irónicamente la primera ayuda para el Zoológico Nacional, ya en manos de la Fundación, fue gracias a la gestión directa del actual presidente Enrique Bolaños, cuando éste fungía como vicepresidente de la República, en la administración del ex presidente Arnoldo Alemán y gracias a esa gestión nos ayudaron en 1999 con 20 mil córdobas mensuales. Don Enrique también mandó a colocar luminarias dentro y fuera del Zoológico porque eran unas grandes oscuranas.

Desde entonces, relata Sacasa, las empresas comenzaron a apoyar un poco. El ministro del Marena donó una camioneta vieja que necesitó una reparación total, con la cual se hacían las compras en el mercado para la alimentación de los animales.

En 1999 vino de visita por 15 días proveniente de EE.UU., el hijo menor del matrimonio Sacasa Argüello, de nombre Henry, junto a su esposa y sus dos niños. A este joven poco le gustaban los animales, pero su visita de 15 días se prolongó a más de un año luego de visitar el Zoológico. Doña Marina cree que hay un embrujo en ese lugar.

¿Cómo es eso del embrujo del Zoológico?

Fue un embrujo porque Henry, mi hijo, se enamoró de los animales. Y él pasó a hacerse cargo un poco de la dirección del Zoológico. Para ese tiempo nació en cautiverio la tigre de bengala llamada Tina. Pero como Eduardo y yo teníamos nuestro trabajo, mi hijo decidió ayudarnos, él mismo iba al mercado a regatear precios, pues a los trabajadores que mandábamos nos comparaban todo más caro o se llevaban parte de las compras. Pero luego Henry tuvo que regresar a EE.UU.

Entonces ¿qué hicieron?

Yo tuve que renunciar a mi trabajo. Trabajaba en la Corporación Industrial del Pueblo (Coip), era analista de las empresas del Estado, antes trabajé en el Ministerio de Cooperación Externa. Mi nuera se ponía molesta porque decía que nosotros hablábamos desayuno, almuerzo y cena del Zoológico, pero lo que pasa es que, quien entra al Zoológico es como que te embruja. No te salís, es mentira. Es algo tan distinto, el contacto diario con el animalito al del contacto con el humano. A veces es feo decirlo, peor yo prefiero mil veces, estar en trato directo con estos animalitos que no te traicionan (asegura doña Marina).

Cada dos años, la Asociación Mesoamericana de Zoológicos, realiza una convención. La última fue en México, el año pasado. En esa oportunidad, sus miembros aprobaron que la próxima reunión, en el año 2004, sería en Nicaragua. Esta distinción, según don Eduardo, se la ganó el país debido a la fama que tiene el Zoológico de ser un buen reproductor de especies en peligro de extinción.

¿Cómo han logrado reproducirlos?

“Yo creo que parte de este éxito de tener animales sanos es por el acercamiento del humano hacia ellos, pues son animales enjaulados, y hay que tratarlos con cariño. En otros zoológicos del mundo, donde hay grandes áreas para los animales, no ha sido fácil reproducirlos en cautiverio. Nosotros sí hemos tenido esa suerte, pero yo creo que se debe al trato. En El Salvador hay un programa de reproducción del ave Rey de los Zopilotes, y allí no han reproducido ni uno, mientras nosotros hemos sacado ya dos crías, dos se nos murieron y en los próximos días comienza a reventar otro huevo (relató don Eduardo).

Otro animal difícil de reproducir en cautiverio, según Sacasa, es el tigrillo ocelote, que está en peligro de extinción en el mundo. Son pocos los zoológicos que lo han logrado, pero don Eduardo y su esposa ya han sacado unas 16 crías de esos felinos, obtenidas tres parejas, a pesar de ser una tarea difícil pues normalmente cuando nacen estas crías, el padre macho las mata inmediatamente y algunas hembras también lo hacen.

¿Y cómo han conseguido tantos animales?

Algunos los hemos comprado en las montañas de Siuna y Rosita. El zoológico de Colombia nos donó la primera pareja de tigres de bengala.

El dueño del restaurante San Juan de la Selva, donó una pareja de jaguares. Canadá nos acaba de donar una pareja de emu, que también ya pusieron huevos. Gente particular nos han venido a dejar hasta aquí varios animales. El cocodrilo que hallaron en la laguna de Tiscapa vino a parar aquí. Y lo peor de todo es que tenemos a 457 animalitos en un área de 1.7 manzanas. Ya no queda espacio.

¿Para crecer tendrían que trasladar el Zoológico?

Sí, pero ¿a dónde? ¿y con qué recursos? Lo ideal sería que el Instituto Nicaragüense de Seguridad Social nos donara o vendiera unos terrenos que colindan al oeste con el Zoológico y también colindamos con otro terreno al norte que antes pertenecía al Banic, y actualmente está en manos del Banco Central. Quiero ver la posibilidad de solicitarle estas tierras al Gobierno para poder adjuntárselas al Xoológico y ampliarnos para poder llevar a cabo nuestros proyectos. Yo tengo tres meses de estar solicitando una entrevista con la presidenta del INSS, Eda Callejas, pero su secretaria no me quiso poner en la agenda de la funcionaria pública ni si siquiera en el año 2004, (lamenta doña Marina Argüello).

Don Eduardo guarda las fotos y videos de la primera tigre de bengala nacida en cautiverio de nombre Tina, jugando con sus nietos en su casa. A todas las crías de tigres y jaguares y leones, las han tenido que llevar a criar a su casa, alimentándolas con leche de cabra con pacha (mamila).

En la casa de los Sacasa, las fieras se crían los primeros cinco o seis meses de vida, luego se vuelven tan grandes y fuertes que deben regresar al Zoológico.

¿Y cuando va al zoológico los animales lo reconocen?

Ahora Tina tiene cinco años y es más dócil que un perro, yo me meto a su jaula, con cierto recelo, porque es un animal salvaje que el instinto no sabemos en qué momento puede atacarte. Son animales que tienen más de mil libras de presión en la mandíbula. A mi esposa no le gusta, pero a veces me meto para no perder el contacto.

ANIMALES HAN SACADO LÁGRIMAS

Teníamos un jaguar que ella había criado que nació impedido, arrastraba sus piernas porque su madre lo golpeó al nacer y se lastimó la columna. Se llamaba Ramcés”.

Doña Marina Argüello comenzó una terapia de masajes en las piernas y el animalito casi se compuso totalmente, hasta que una noche, ella iba a darle la pacha y el animal dobló la cabecita, no reaccionó y ella pasó en llanto toda la noche. A la mañana siguiente el animal estaba vivo. Aunque a las semanas después murió.

“También lloramos juntos la muerte de un tigre de bengala adulto, que fue criado en nuestra casa. Murió de una enfermedad extraña. Era hermano de otro que está vivo llamado Pumba”, dice don Eduardo Sacasa.

“Creo que en el fondo, nuestra soledad se ha refugiado en el zoológico. Enfocamos todo el cariño que le podríamos dar a los nietos, hacia los cachorros, a las crías”, opina doña Marina.

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