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Empresas del siglo XXI

Orlando N. Bonilla SEGUNDA PARTECon la creencia de que la Economía Industrial del siglo XX pasará a ser una Economía Cibernética en el siglo XXI, el potencial de éxito empresarial es mucho más grande, porque las ideas se pueden extender con facilidad y a una gran población en muy corto tiempo. Una vez que una […]

Orlando N. Bonilla

SEGUNDA PARTE
Con la creencia de que la Economía Industrial del siglo XX pasará a ser una Economía Cibernética en el siglo XXI, el potencial de éxito empresarial es mucho más grande, porque las ideas se pueden extender con facilidad y a una gran población en muy corto tiempo. Una vez que una idea, por ejemplo un programa de computación, ha sido desarrollada, el costo de hacer copias es cerca de cero y por lo tanto los potenciales de ganancias son enormes. Con estas posibilidades de enormes utilidades, es fácil creer que las empresas basadas en ideas puedan tener fácil acceso al capital, sin embargo la abundancia de capital puede ser dañina para los mismos capitalistas o inversionistas ya que el bien tan preciado anteriormente como es el dinero, ya no sería tan escaso. Lo que va a ser escaso son las buenas y nuevas ideas. Así que los inversionistas perderán algo de poder en el siglo XXI, mientras que los empresarios y los generadores de ideas ganarán poder. Cuando los activos eran cosas físicas como minas, fábricas o ferrocarriles, los accionistas de las empresas eran sus dueños pero cuando los activos medulares son las personas no puede haber dueños verdaderos como antes. Lo que habrá son ideas con patentes y marcas registradas con poco activo fijo, ideas que pueden ser trasladadas fácilmente sin necesidad de haber invertido enormes cantidades de capital en instalaciones grandes y costosas.

En el siglo XXI es muy probable que los trabajadores manejarán más asuntos personales en el trabajo y manejarán más asuntos de trabajo en casa, ya que habrá más flexibilidad en sus labores sin necesidad de estar ocho horas en la oficina, lo que significa que las horas laborables serán menores y habrá más tiempo para usar o gozar de la producción de servicios o productos nuevos que la nueva ciencia cibernética nos impondrá. La nueva tecnología creará el tiempo necesario para comprar el tiempo de ocio que la misma tecnología creará.

El siglo XX fue testigo de la creación del administrador de empresas profesional. Antes del crecimiento de los ferrocarriles en la segunda mitad del siglo XIX y antes de las enormes cantidades de industrias que le siguieron, los dueños administraban y los administradores eran dueños, sin embargo después de la revolución industrial que siguió al final del siglo XX, una jerarquía muy elaborada de individuos fue necesaria formar para coordinar las empresas de rápido crecimiento, con el propósito de establecer metas, conseguir recursos, monitorear rendimientos, entregar compensaciones, coordinar al personal, etc. El poder gerencial creció a cuenta de los dueños e inversionistas hasta los años 70 y 80. Durante todo el siglo, las grandes empresas se volvieron enormemente complejas, llenas no sólo de obreros sino que también una gran cantidad de empleados de oficina y ejecutivos. También, la creación de los consorcios, la compra y venta de empresas cada vez más frecuentes, trajo como consecuencia más confusión sobre quién era dueño de las empresas y al mismo tiempo era menos posible para el accionista tener una idea clara qué es lo que estaba pasando en la empresa, mucho menos tener alguna influencia en la política empresarial. Entonces fue la época de que los grandes maestros gerenciales se volvieron los grandes capitanes de las empresas.

Poco a poco esta jerarquía corporativa va en disminución y está dando paso a individuos como Bill Gates, el cual no tiene tiempo para subir en la escalera gerencial tradicional, y desde un comienzo está en la parte de arriba de dicha escalera al igual que muchos otros nuevos creadores. Grandes fortunas están en manos de jóvenes que fundaron sus empresas y en muy corto tiempo tuvieron expansiones enormes y capitales grandes, manejando ellos mismos sus empresas al estilo del siglo XIX, obviando los pasos tradicionales de los últimos cien años. Empresas con muy poco activo fijo y mucho capital de trabajo. ¿Cuando llegará esto a Nicaragua? Nuestra economía es y será agroindustrial por las próximas décadas o aún más. Nuestra economía de escala nos beneficia más continuar siéndolo que tratar de ser una economía computarizada con las nuevas técnicas globales. Esto no quiere decir que estaremos al borde de la nueva onda gerencial, ya que poco a poco tenemos que sumergirnos a las nuevas técnicas y participar de los beneficios que la globalización nos pueda ofrecer, pero no debemos desechar nuestras necesidades diarias de vida que es la agroindustria, y debemos ir absorbiendo del mundo industrializado las nuevas técnicas agrícolas de producir más y mejor con menos trabajadores, y al mismo tiempo crear nuevas áreas donde colocar a estos trabajadores que esta industrialización computarizada nos suministrará.

El siglo veinte ha sido la era de más intensidad tecnológica de nuestra historia, con una lista de nuevos productos y servicios sin fin, lo cual cambió la manera de cómo vivimos y pensamos. Cualquier cosa que acelera las comunicaciones o el transporte y los hace más eficientes, más productivos o menos caro, cambia la manera de hacer negocios. El ferrocarril y el telégrafo demostró esto en el siglo XIX y la información a través de computadoras lo está aprobando hoy en día.

El siglo XX terminó con una atmósfera de incertidumbre aguda. ¿Cuáles de las nuevas compañías por nacer en los próximos años? ¿Cuáles grandes corporaciones de la Vieja Economía explotarán las nuevas tecnologías? ¿Cuáles se derrumbarán? Los administradores que han aprendido las lecciones del pasado y que pueden desarrollar nuevas organizaciones flexibles con las nuevas tecnologías, saldrán adelante.

El autor es administrador de Empresas con énfasis en Negocios Internacionales.  

Economía

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