- Falta de control está promoviendo contrabando hacia Honduras y El Salvador
Erika Amador Romero [email protected]
A pesar que Nicaragua se ha convertido en el principal mercado exportador de queso del istmo centroamericano, internamente este sector lácteo sigue enfrentando dificultades como la falta de control en la mayoría de las fábricas artesanales, que continúan introduciendo este producto a El Salvador y Honduras ilegalmente, indicó Diego Velásquez, jefe del Departamento de Inspección y Certificación de Análisis de Riesgo y Punto Críticos de Control (HACCP sus siglas en inglés).
Las leyes sanitarias salvadoreñas han obligado a los productores artesanales a enviar el producto por vías ilegales, violando las normas establecidas. “Estas queseras no poseen las condiciones higiénico-sanitarias adecuadas. Además, El Salvador exige que todo el queso que entre a su país debe estar pasteurizado, y las queseras artesanales no tienen un sistema de pasteurización en sus empresas, entonces optan por ingresarlo por contrabando”, explicó.
Velásquez aseguró que controlar las queseras artesanales que operan al margen de la lupa de las autoridades es difícil, ya que no han identificado su ubicación y no tienen suficientes inspectores.
El contrabando ha generado otros inconvenientes en el sector lechero nacional. Por ejemplo, queseras hondureñas exportan el queso que ingresa ilegalmente y registran marcas nicas como si fueran de ellos.
Otro de los problemas de las queseras nacionales es la mala condición de la infraestructura de caminos y la energía eléctrica. “Todos los diagnósticos señalan que hace falta infraestructura de camino para que la leche sea transportada a tiempo. También, urge energía eléctrica en los centros de acopio para que puedan darle buen mantenimiento a la leche”, dijo.
CAMOAPEÑOS SE QUEJAN
Max González, Presidente de la Cooperativa Masigüito y productor de queso de Camoapa, comentó que las leyes sanitarias impuestas en El Salvador han sido un pegón, ya que sólo permiten la entrada de queso pasteurizado.
“Aunque nosotros tenemos un pasteurizador, cuando el queso llega a San Salvador las personas que lo compran en este país no tienen las suficientes condiciones, ya que este tipo de queso debe mantenerse en un cuarto frío y más bien lo ponen al aire libre, descomponiéndose a los tres días. Además, los salvadoreños no tienen la cultura de comer queso pasteurizado”.
Señaló que las cooperativas productoras de queso están “patinando” en la comercialización del producto hacia otros mercados como Miami.
Por otra parte, Denis Rivera, gerente general de la Cooperativa San Francisco de Asís, de ese mismo municipio, dijo que el principal problema de los productores de queso se debe a la competencia desleal entre la producción artesanal y la que está en proceso de industrializarse.
“Ellos venden el queso a cualquier precio, por lo tanto nosotros no podemos ofertar el queso que producimos al valor real”, comentó Rivera.